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ANTONELLA JOHNSON.
— Llegamos señorita Johnson.— dice el chófer asignado que Christopher envío a mi edificio.
— Gracias...— le sonrió agradecida y este me devuelve la sonrisa antes de quitarle el seguro al auto y salir para abrirme la puerta.— No era necesario.
Cuando pongo un pie afuera una ráfaga de viento acaricia mi piel y sonrió emocionada ante el jet que tengo frente a mí.
—¡Madre mía!— suelto entusiasmada y escucho la risa del chófer que descubrí en el trayecto hacia acá, se llama Gregory.
— Esa también fue mi reacción— me aclara y me siento feliz de que no se sienta cohibido con mi presencia—. El señor Vélez la espera dentro
— Gracias Gregory, eres genial— beso su mejilla eufosivamente y río de el color rojizo que toman sus mejillas ante mi declaración.
Es un joven muy agradable.
— Usted también señorita.— le dedicó una última sonrisa antes de lentamente comenzar a mover mis pies por la autopista con el siguiéndome detrás cargando una pequeña maleta mía, tratando de salir de mi asombro ante lo que tengo enfrenté.
Es que es magnífico y emocionante ver aquel jet frente a mí en dónde solo estaremos los dos, o bueno, sin contar el personal.
Ante cada paso que doy siento que la emoción aumenta por mil y quiero gritar por toda la adrenalina que siento.
Es que simplemente es magnífico.
Subo el primer escalón y me mentalizo calmarme si no quiero parecer una maldita lunática frente a Chris.
Desecho y dejo de segundo plano mis emociones para comenzar a subir las escaleras y procurar que el vestido no se me levanté por las ráfagas de viento.
La azafata me espera junto a la puerta del avión y cuando la tengo frente a frente le regaló una sonrisa en modo de saludo ya que siento que si abro la boca un grito se me escapara de los labios.
Y no me quiero mostrar infantil.
— Por aquí señorita...— me guía dentro y por un momento el corazón se me detiene por todo lo que logro visualizar.
Todo es tan lujosos y elegante que si fuera pobre agarrara el primer adorno lujoso para salir corriendo del jet y hacerme rica.
Pero a este punto deben saber que yo no quiero algo, lo quiero todo y que se deba a todo el esfuerzo que voy hacer para construir mi empresa yo misma sin nescesidad de que mi padre o madre metan sus influencias o dinero para ayudarme.
Aunque papá es un tema aparte que jamás quisiera tocar y que estoy segura jamás intentaría ayudarme si Becka se lo prohíbe, aunque nunca le he pedido ayuda para lograr algo. Y mi madre sabe que quiero lograr todo por mi misma y respeta eso.
Tras salir de mi ensoñación logro alcanzar a la azafata y concentrarme solo en el trayecto hacia donde supongo se encuentra el señor Vélez evitando a toda costa ver todo lo que esté jet tiene dentro.
— Adelante...— se detiene frente a una pequeña compuerta y muevo la cortina por la mitad antes de entrar y ver a mi jefe sentado en un los asientos del jet con una computadora entre sus piernas.
Este al escuchar la voz de la azafata levanta la vista hacia mi repasandome con la mirada antes de dibujar una sonrisa ladeada en su rostro y cerrar la laptop dejándola en un pequeño compartimiento con seguro que se encuentra al frente de él.
— Vas a quedarte parada ahí, acércate...— cuando las palabras salen de su boca me doy cuenta que me he quedado como una estúpida observandolo sin ocultar la inmensa sonrisa que tengo en la cara.
Camino hasta el y me quedo aún más embobada al ver el pantalón jeans que tiene puesto y una camisa con los botones superiores abiertos mostrando parte de su pecho junto a unos lentes de sol.
— Te vez hermosa...— me dice antes de tirar de mi mano haciendo que caiga sentada justo en el asiento de lado izquierdo cerca a él.
No sé si es la euforia del momento o si me siento lista para decirle que yo también puedo dar un paso hacia esta extraña atracción más que física para decir:
— Y tú estás para comerte...— la sorpresa en sus ojos es más que notable y sonrió divertida por su reacción.
Tras salir de su asombro pasa un brazo por detrás de mi espalda abrazándome por la cintura.
— Me encanta que te sientas libre de decirme lo que piensas de mí.— sonrió lamiendo mis labios haciendo que sus ojos se dilaten y el maldito calor comienze a subir por mis venas.
Acerco mi rostro más hacia él y lentamente levanto mi mano para pasar el dorso de esta por su mejilla provocando que su cuerpo se tense y entreabra los labios esperando un toque más fuerte de su cuerpo con el mío.
¡Y vaya mierda que yo también quiero!
— Buenas tardes señor...— susurro contra su boca antes de levemente besar la camisura de sus labios y tras escuchar un casi inaudible suspiro me alejo solo unos cuantos milímetros para verlo directamente a los ojos y verificar que él está sintiendo lo mismo que yo.
Deseo y anhelo de querer más que cada poro de nuestros cuerpos pide a gritos.
— Buenas tardes Antonella...— sonrió coqueta al escuchar su voz un poco ronca y de inmediato un escalofrío acompaña mi cuerpo cuando el agarre en su cintura es aún más fuerte.
Nos separamos tras escuchar la voz de la azafata por los altavoces para abrocharnos el cinturón.
Tomo una bocada de aire antes de hechar mi cabeza hacia tras soltando el oxígeno lentamente.
—¿Nerviosa Antonella?— giro mi cabeza para mirarlo y enseguida una sonrisa se me dibuja en la cara.
— Más bien diría que emocionada...— no sé cómo lo logra pero hace que mi cabeza se recueste en su hombro y este besa la cien de mi cabeza.
— Cuando llegues a Chicago dejas de ser mi secretaria para ser la mujer que yo quiero en mi vida desde ahora.
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Enseñame Daddy|| Christopher Velez
FanfictionIntroducción. -Eres mi deseo más ardiente princesa- susurro en mi oído y yo juguetee con su corbata sentada sobre su escritorio.- quiero follarte tan duro que haré que nunca me olvides. - Debemos ir suave guapo-susurre sobre su oreja mordiendo su l...