Podía ver detrás de la ventana como el camino asfaltado y rodeado de árboles se iba agrandando. Una bonita casa decorada con piedras oscuras de diferentes tamaños y con enormes ventanales iba creciendo a medida que nos íbamos acercando. El taxista que vino a buscarme a casa de Max aparcó justo en la entrada principal, vallada por unas verjas de metal. Había un par de personas del equipo esperando mi llegada y cuando bajé del vehículo, escuché como anunciaban mi llegada por walkie-talkie.
Mientras el taxista sacaba mi maleta del maletero y los trabajadores me colocaban el micro, seguí observando esa preciosa casa rural. Cuando Anna había dicho que íbamos a ir a una casa rural me imaginé una masía vieja y con su establo sin animales. Pero lo que tenía delante de mí no tenía nada que ver. No sabría ponerle un precio a esta casa, pero tenía bastante claro que nunca llegaría a vivir en una de ellas. Y si viviera, debería de contratar a varias personas para que me ayudasen a mantener limpiar ese caserón.
-Axel llegó por la mañana.- Me explicó una mujer que aparentaba tener unos treinta años.- El programa te da permiso para que vayas a saludarlo siempre que las cámaras estén delante. Pero antes te enseñaremos la casa y tu habitación para que dejes tu equipaje.
Seguí a la trabajadora de nombre desconocido y me pregunté donde estaría Axel. También me pregunté si Lucía y Alfonso estarían ahí. Mi coordinadora no me pudo asegurar que estaría presente los dos días debido a que tenían una final que preparar en menos de tres días. Cogí mi maleta y la arrastré por el camino de piedras detrás de mí. Había un modesto jardín al principio hasta llegar a la puerta principal de la mansión, la cual era una corredera de cristal.
-¿Te echo una mano con el equipaje?- Al escuchar esa voz me di la media vuelta. La sonrisa despampanante de Axel provocó que mis labios también sonrieran con energía. Dejé mi maleta donde estaba y me preparé para que sus brazos me rodeasen con fuerza. Pero no solo percibí su cuerpo solaparse con el mío, también sus labios cayendo de forma natural sobre mis labios.- No te esperaba tan pronto por aquí.
-¿Te he pillado ocupado?- Cuando nos separamos me di cuenta que su piel brillaba superficialmente por la sudor y que vestía ropa de deporte.- ¿Estabas haciendo ejercicio?
-Estaba corriendo, ¿sabes? tengo una pretendienta que sale a correr muchas mañanas y si algún día estoy con ella me gustaría poder seguirle el ritmo.- Esa insinuación me hizo reír. La idea de salir a correr con Axel nunca me la había planteado e imaginarme esa escena me pareció fascinante.
-Si quieres puedo darte un par de consejos para no ahogarte cuando lleves quince
minutos corriendo.- Le guiñé un ojo y escuché como Axel desprendía una carcajada. Cuando su risa finalizó, me percaté que dos cámaras nos estaban apuntando con sus enormes objetivos. Se terminó la intimidad. Aunque Axel estaba acostumbrado a las cámaras y supo cómo llevar la situación.
-¿Qué te parece si te enseño la casa y luego me enseñas esos consejos? Hay un camino de tierra para correr.
-Me parece perfecto.
-Genial, Marta ¿puedes decirle a Alfonso que dentro de quince minutos Carol y yo saldremos a correr?- La chica que me había acompañado los primeros metros al entrar en esa casa rural, frunció su ceño. La proposición de Axel le pareció excesiva y no le prometió nada. Axel le contestó en que confiaba en sus dotes de persuasión, cogió mi maleta y después entrelazó nuestras manos.- Vamos, te enseñaré donde está tu habitación.
-¿Está muy lejos de la tuya?
-Justo en la otra punta.- Axel se encogió de hombros.- Siempre puedo escaparme por mi ventana y colarme por la tuya.