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El príncipe Kim se encontraba dentro de un carruaje junto a la princesa Jung, ambos permanecían en completo silencio.
El señor Ahn y KeonHee se encontraban en la parte exterior del carruaje, con aquellos caballos.
Ambos parecían ir muy sociables.

El menor de los empleados al principio se encontraba triste porque debía de dejar a SeoHo, sin embargo después de que el señor Ahn le sacara tema de conversación, ambos comenzaron a charlar de otras cosas. Olvidándose de haber dejado a su querido.

La despedida de aquella dupla había sido un poco triste. Ya que ninguno de los dos quería separarse, por ello, habían disfrutado su último día dando un paseo por el pueblo.
Gracias a que YoungJo retrasó el viaje, habían salido aquella mañana, antes de que saliera el sol.
¿Por qué había retrasado el viaje, aquel chico?

Pues después de que HwanWoong saliera de ahí, aquel comenzó a buscarlo por todo el castillo, no tenía la supervision del señor Ahn, por lo que hizo de las suyas.
Recibió una buena reprimenda cuando los adultos lo encontraron.

Los reyes iban en otros carruajes, los familiares reales se iban en caravana.
De esa forma se protegían. Por si les tocaba alguna emboscada, preferían llevar al frente y atrás a sus trabajadores, en medio los reales se encontraban.

La puerta del carruaje se abrió, en donde un joven hizo reverencia y habló amablemente extendiendo su mano a la señorita.

-Hicimos una pequeña parada, si gusta estirar las piernas.-La mujer asintió, tomando la mano de aquel que se la había extendido.

YoungJo tampoco se quedaría ahí, aunque el frío estaba comenzando, sentía que necesitaba despejarse. Por lo que comenzó a caminar sin tener rumbo fijo teniendo sólo una cosa en mente. HwanWoong.
En verdad le extrañaba, se sentía terriblemente estúpido por haberse comportado de esa manera. Tuvo la oportunidad de negarse a tiempo y no hizo los actos correctos para poder lograr y garantizar su felicidad con aquel chico.

-¡YoungJo!.-Escuchó que gritaban su nombre. Lo cual le hizo entrar en trance, no sabía a dónde se había metido.

Escuchó de nuevo su nombre, pero no se movió. Permaneció en pie, lo cual es tonto, pues lo más lógico sería ir a seguir la voz, pero no lo hizo.
Al contrario, había decidido en acercarse más al bosque.

No le importó su vestimenta (ya que no era la apropiada para ir de excursión por el bosque) simplemente quería huir de todo. Las voces cada vez se hacían menos, pero aquel se detuvo en cuanto no escuchó nada. Rodeado de naturaleza.
Tampoco sentía miedo, al contrario, estaba dispuesto, osado y totalmente farruco.
No portaba ningún arma, pero había aprendido cómo defenderse, en una de las lecciones que aprendió con un instructor personal. Ya que, no lo sabía, pero el rey le había estado preparando para una guerra.

Decidido en su caminata, prosiguió con su plan de alejarse lo más posible de la carretera, sin saber en qué parte del país se encontraba.
Simplemente sus pasos fluyeron sin temor, tal cual agua cae de una cascada.

Alerta se encontraba, ya que había escuchado un ruido que le llamó la atención, se trataba de unas pisadas.
Aquel tomó una rama con la finalidad de convertirla en su arma. (en caso de que fuera un oso, o algún animal que quisiera hacerle daño). Pero no fue así.

-¿Instructor Kim? ¿Qué está haciendo aquí?

-Venía a....-Aquel cazador que le había instruido una parte de su vida. Se encontraba en aquel sitio de pie, nervioso, teniendo sus manos detrás de él, como si estuviera ocultando algo.

YoungJo al verlo sospechoso, no dudó en revisarlo de pies a cabeza, y darle una vuelta. Logrando ver una peluda cola redonda.

-¿un conejo?.-Preguntó en voz alta, pues aquel pequeño le recordaba a su amigo Yeo.

El Príncipe Y El Anhterio (RAVNWOONG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora