Cap 24. Hela

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Las chicas quedamos a medio camino del estudio, aunque Estani y yo habíamos llegado mucho antes porque salimos de casa juntos y quería enseñarme el estudio. Su estudio. Era un espacio amplio, o al menos no tan pequeño como me lo esperaba, con dos salas y un cuarto de baño. En la primera, que tenía el suelo de parqué y las paredes enladrilladas de un marrón muy clarito, había un escritorio de esquina con ordenadores y mesas de grabación, pantallas enormes a un lado y un sofá beige de dos plazas al otro. Desde la silla de cuero negro frente al escritorio se podía apreciar a través de un cristal la sala contigua, parqué y paredes color salmón con placas de insonorización, que era donde aguardaban los instrumentos y el cableado esperando a ser tocados e inmortalizados en CDs.

Estani me invitó a ajustar el micrófono a la altura de mis labios, nos miramos de soslayo y nos reímos al percatarnos de que ya había desterrado a Jimmy de su vacante.

—Pobre Jimmy, primero le quitas a su compañero de videojuegos y ahora esto —dijo él con el cachondeo, aflojando mientras el soporte del micro.

—No sabe contra quién está compitiendo —dije alterando la voz para añadirle drama.

Le guiñé un ojo a Estani y amplió sus labios en silencio a la vez que disentía con la cabeza. Ahora que lo había hablado todo con Max, estaba mucho más tranquila. Esa misma mañana, durante el recreo, nos habíamos visto en la terraza y lo había puesto al día. No es que tuviéramos una relación seria ni nada por el estilo, pero debía saberlo. No quería falsos rumores o malentendidos, y menos después de saber cuánto detestaba Max la desconfianza. No es que fuera a ocurrir nada entre Estani y yo, le había contado que ya éramos colegas de antes de la mudanza y que no se preocupase. Él había torcido los labios con desagrado y, al final, lo había entendido, en parte porque no tenía más remedio.

Los dos EJA restantes tocaron a la puerta poco después, pasaron con un choque de manos y Jimmy me fulminó con la mirada antes de sonreír para que no me lo tomara en serio. En cambio, Amadeo me despeinó con suavidad tras un guiño de aprobación. Nos sentamos en el sofá con el fin de buscar canciones que pudiera cantar sin problemas y Estani en la silla se iba descargando las partituras para imprimirlas. Solo venir al estudio, habían dicho, y lo tenían todo preparado para ponerme a cantar en cuanto supieran qué partitura tocar. Qué morro tenían, aunque me daban una importancia bonita, me hacían sentir acogida, como en casa entre los instrumentos y su compañía. Estani había sido el primero en adoptarme, y él sabía que lo había hecho.

Saludé con la mano cuando las melenas recogidas de Paola y Nicki aparecieron entre la multitud que salía de la boca del metro. Puse los ojos en blanco al ver que Pétalo (Paola) no se había podido resistir a arreglarse después de darnos la lata por el chat del WhatsApp pidiéndonos que nos vistiésemos parecidas en cuanto a sencillez —jeans, camiseta básica y zapatillas deportivas— para autoconvencerse de que salir así a una quedada con chicos no era perder su juventud. Se había puesto un vestido marrón con pequeñas florecitas, botas cowboy del mismo color y una chaqueta vaquera. Ay, madre, qué presumida era, y la queríamos igual. Les di un achuchón y le choqué el puño a Nicki por el estilo de ropa que nos unía. La única diferencia entre nosotras eran sus largas coletas rubias y el color de la camiseta, ella azul y yo gris. Y la expresión con una pizca de desánimo que traía consigo porque el día anterior no había podido quedar con Jimmy; le habían encasquetado a su hermano pequeño de nuevo.

—¿Han empezado ya?

—¡Qué va! Están preparando el equipo y esperando a que les lleve estas partituras. —Levanté la funda de plástico donde había guardado los papeles tras imprimirlos en una copistería—. Son las canciones que les he dicho.

—¡Qué guay, tía! ¡Qué emocionante volver a verte cantar! —gritó ilusionada Burbuja.

Nicki me abrazó y me apretujó los mofletes con las manos sacadas de la Antártida. Luego, me pasó un brazo por los hombros y Paola la imitó, quedando yo en medio con una sonrisa de oreja a oreja y la cara roja, no supe si por el frío o por el toqueteo anterior de mi amiga. El camino era bastante corto, ni diez minutos tardamos en aporrear la puerta del estudio.

Nos recibió Amadeo con una gorra puesta al revés que le aplastaba los rizos en la frente. Hasta ese momento no me fijé en el verde oscuro de sus ojos. Nos repasó y entornó la mirada en las partituras que le ofrecí, luego abrió la puerta cediéndonos el paso. Qué mono con la gorra, pensé y le tiré un pellizco con disimulo a Paola para que reaccionara, que fuera por los videojuegos o por las excusas que se inventara, él había estado dedicándose a lanzarle miraditas cuando ella no miraba. Sonaba Adventure Of A Lifetime de Coldplay.

—¿Por cuál empezamos? —inquirió Estani dando vueltas en la silla de cuero.

—¿Qué tal Zombie de The Cranberries? —me preguntó Jimmy directo después de revisar las canciones de las partituras que le había entregado Amadeo.

—Me parece bien —respondí ante la atención de los tres.

—Yo voy a tocar con ella mientras grabáis —espetó Estani al levantarse.

—¿No iba a cantar ella sola? —cuestionó Jimmy.

—Ahora lo hará conmigo. Solo tenéis que grabar su voz, no el instrumento.

—¡Dicho y hecho, jefe! —exclamó Amadeo burlándose de la seriedad de Estani.

Me habían estado explicando que me grabarían para que pudiese escucharme sin distorsiones y así poder identificar los puntos débiles o errores, y las partes de mi voz a explotar. En otras palabras, queríamos explorar qué salía de mi garganta, conocer en profundidad qué voz poseía, algo que yo no había investigado nunca. Entré en la sala contigua con Estani y me planté frente al micro. Él abrazaba a su guitarra con delicadeza, con los dedos rozando los acordes. Subió la vista de su instrumento y me miró, algunos mechones de cabello rubio que le habían caído en la frente se adaptaron a la nueva postura. Una sonrisa por su parte me indicó que estaba listo. El corazón me bombeaba nervioso, con la sensación de que algo sempiterno estaba a punto de comenzar. Algo que tendría principio, pero no fin. Le devolví la sonrisa a esos ojos turquesas; también estaba lista.

Carraspeé, les hicimos señas al grupito tras las cristaleras y comenzamos a grabar a la de tres.

©Amor por Causalidad I (APC) (COMPLETA) FINALISTA WATTYS2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora