Capítulo 9

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Strange suspiró mientras se recargaba en barandal de vidrio de aquel balcón, sintiendo como el aire golpeaba tanto a su rostro como a su fiel capa, quién como de costumbre comenzaba a molestarlo, pellizcándole la mejilla y removiéndose inquieta y con una conducta que podía calificarse como infantil.

—Ya deja eso—le regañó suspirando.

Estaba en el complejo, esperando a que Tony llegara, ya que él genio dijo que debía ver con él unos asuntos de la boda, dado a que no había podido ir a la última cita con la planeadora por unas cuestiones que por su puesto "le eran imposibles de cambiar", según él y sus propias palabras.

En teoría, Tony debería estar allí en cualquier momento, ya que él mismo le dijo que a partir de las cinco y media en adelante podía llegar al complejo, sin embargo, al parecer también omitió decirle que debía de salir de emergencia con el resto del equipo a ver unos asuntos con Fury, y que por ende, no estarían allí hasta después de un buen rato, rato que Stephen podría aprovechar para sumirse en sus pensamientos y sentimientos, intentando comprender lo incomprensible, perdiendo o invirtiendo su tiempo en busca de una respuesta física, cuando él mismo era el creador y dador de la respuesta que tanto buscaba y rebuscaba en cualquier sitio, pero que nadie más que él, era incapaz de darle.

—¿Espera a alguien?—preguntó la voz grave de Steve Rogers, esto sorprendió al hechicero, que se giró en dirección a él, mirándolo con una ceja alzada, en un elegante gesto que demostraba confusión e incomodidad por la aparición del capitán, personaje del que no era nada fanático.

—Vine a hablar con Tony sobre nuestra boda—anunció firme y sin titubeos, observando como él soldado con cambiaba su semblante serio y firme, mirándolo de arriba a abajo con cierto desprecio o rencor en su mirada azul, que lucía igual de fría que el hielo en el que había sido encontrado ya hace varios años atrás.

—¿Y dónde esta él?—le preguntó interesado, ingresando a la zona mientras miraba en todas direcciones sin poder divisar a la figura del magnate.

—No ha llegado.

—Perfecto—murmuró—,entonces creo que tengo el tiempo suficiente para hablar con usted—declaró caminando hacía él con firmeza, deteniéndose al estar los suficientemente lejos para intimidarlo—. Aléjate de Tony.

—¿Disculpa?—espetó ofendido—. ¿Quién eres tú para pedirme tal cosa? 

—Yo soy quien verdaderamente ama a Tony, y por esto mismo, le pido de la mejor forma posible que se alejes de él, y que en vez de aprovecharse de la situación, investigue una manera de resolverlo su problema para dejarlo ser libre y vivir con a libertad

—Quién verdaderamente ama a Tony—exclamó con sarcasmo, mordiéndose la lengua para evitar decir algún cometario de más, acercándose al contrario, quedando cada vez más cerca de él en señal de molestia—. Tú no amas a Tony, tú estás obsesionado con tenerlo—declaró molesto—. Ya te había dicho antes que ni tú ni yo somos nadie para decidir por él, y también recuero que te había dicho que me vale tres mil hectáreas si amas o no a Tony, ¿sabes por qué?, porque no actúas como alguien que lo ama, actúas como un niño encaprichado con la idea de tener un juguete exclusivo, el que todos sus amigos desean tener.

—Claro que lo amo—respondió altanero él rubio—. Siempre lo he amado, todos en el complejo lo saben, incluso tú lo sabes, ¿Qué otra prueba deseas para creerme?

—Si tanto lo amas, como presumes hacerlo, ¿porqué lo dejaste solo?—le cuestionó—. ¿Por qué lo heriste de esa forma? ¿Por qué casi lo matas en Siberia?

—Fue un error del que me arrepiento profundamente—es excusó—. Pero eso ya quedó atrás, yo cambié, cambié por Tony, porque lo amo y quiero, deseo profundamente ser la clase de persona que él merece a su lado.

Destinados por una piedraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora