Capítulo cuarenta y tres

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Besé cada centímetro de su piel, subí acariciando sus senos y me acomodé encima de ella observándola fijamente y guardando cada mínimo detalle en mi memoria. Mayte sonrió y arqueó la espalda al sentir el roce de nuestras intimidades, tomé sus manos entrelazándolas con las mías y comenzamos a danzar suavemente sin apartar la mirada de la otra. Moví mis caderas al compás de sus gemidos, me sentía extasiada.

Mayte se detuvo soltando mis manos y se incorporó sin permitir que nuestros cuerpos tomaran distancia, me tomó del cuello besándome mientras mis manos acariciaban sus hermosos atributos, apretando y estimulando sus pezones rosados.

— Mm, Sof. —gimió en mis labios.

— May... —susurré. Sentí sus labios en mi cuello y acaricié su espalda. Una de sus manos viajó entre nuestros cuerpos comenzando a acariciar muy lentamente mi clítoris. Solo ella era capaz de hacerme sentir maravillas en aquella zona, arqueé la espalda y rápidamente su boca atrapó uno de mis pezones succionando y dejando pequeñas mordidas que me hacían excitar cada vez más. — Ss...sí.

— ¿Te gusta? —metió dos de sus dedos en mi interior.

— Ah, sí. —sonreí mirándola fijo y apreté uno de sus senos. — Mucho. —se mordió el labio y comenzó a mover sus dedos lentamente como si quisiera torturarme.

— Eres mía, Sof. —besó mi pecho. — Toda mía. —me sentí cerca de llegar a lo que tanto anhelaba y comencé a mover las caderas, necesitaba más. — Shh, no. —se detuvo sacando sus dedos de mi interior.

— ¿Qué? —la miré confundida.

— Aún no. —chupó sus dedos y se levantó extendiendo sus manos hacia mí para ayudarme a levantar, caminamos desnudas y abrazadas hasta su habitación. Entramos a aquella pieza sin dejar de besarnos como hace mucho soñamos, estábamos sedientas de placer, queríamos saciarnos hasta hacer estallar fuegos artificiales entre esas cuatro paredes.

— Acuéstate boca abajo. — susurré en su cuello y mordí el lóbulo de su oreja. Mayte sonrió obedeciéndome y rápidamente azoté sus glúteos.

— Ah... —empinó su trasero un poco y me acerqué besando su espalda mientras la acariciaba. Escucharla gemir, era como escuchar una fina pieza musical. Mordisqueé sus hombros, le aparté el cabello del rostro y dejé un beso en su mejilla, ella sonrió abriendo los ojos para mirarme y volteó rápidamente tomándome del cuello, mordió mis labios dando un tirón.

— Ay... —reí. Amaba y extrañaba tanto esa parte apasionada de la mujer que tenía junto a mí.

— Me encantas... —acarició mis hombros y bajó las manos hasta mis senos apretando suavemente. — Mucho...

— Y usted a mí, señora Mayte. —susurré en sus labios y comencé a descender por su cuerpo dejando besos húmedos hasta acomodarme entre sus piernas. Mayte sonrió llevando una de sus manos a mi cabello.

— No tienes idea de cuantas veces imaginé esto. —susurró y arqueo la espalda cuando mi lengua comenzó a deslizarse entre sus pliegues húmedos. Mayte tenía el sabor más dulce y adictivo que había probado jamás, succione su clítoris hinchado una y otra vez mientras aquella habitación se llenaba de gemidos y una atmósfera totalmente caliente. Con mis dedos acaricié todo alrededor de su intimidad hasta posicionarlos en su entrada y empujarlos hasta hacerlos desaparecer en su interior, los moví de adentro hacia afuera y de forma circular mientras mi lengua hacía estragos en su clítoris una y otra vez. — Sof, Sofía... ah, me voy a... ah. —mis dedos fueron apretados por su cavidad vaginal y su humedad cubrió mi mano, sonreí sacándolos lentamente para beber de aquel elixir y subir hasta su boca besándola muy lentamente rozando y succionando su lengua.

Sentí sus manos acariciar mi espalda y bajar hasta mis glúteos dejando un apretón.

— Que rico... —susurre contra sus labios.

— Mm. —sonrió. — Quiero que usemos algo. —se mordió el labio y se levantó corriendo a buscar entre sus cajones, volteó observándome como niña traviesa mientras subía por sus piernas un arnés con dildo.

— Señora Mayte... —respiré lento al observarla, se acercó al borde de la cama y yo me acomode apoyándome en mis manos para quedar a la altura de aquel objeto, subí la mirada topándome con sus ojos oscuros y llenos de deseo. Abrí la boca introduciendo el dildo y chupé con ganas, Mayte metió sus manos en mi cabello haciéndome levantar y sonrió acercándose para besarme con fuerza.

— Me encantas. —bajó lamiendo mi pecho.

— Ah, ay... — tiré la cabeza hacia atrás y me empujó subiéndose encima de mí. La observé acomodarse entre mis piernas y sonreí sintiendo como comenzaba a entrar.

— Sof... —arqueé la espalda ofreciéndole mis senos mientras la sentía entrar y salir con movimientos suaves. Subí mis manos acariciando su espalda mientras acercaba mi boca y atrapaba uno de sus pezones entre mis dientes, mordisquee y succioné mientras ella dejaba escapar grititos ahogados. Tenerla entre mis piernas me estaba llevando al valle de la locura, me sentía entre el cielo y el infierno, despertando mis deseos más oscuros. Hice un movimiento rápido dejándola bajo mi cuerpo, junté nuestras frentes comenzando a mover mis caderas tan rápido, que se sentía un ligero golpeteo producto del choque de la cama contra la pared.

Deje caer mi torso y rodeo mi cintura con sus brazos mientras besaba mi cuello dejando marcas que delatarían lo sucedido, ambas meneamos las caderas con movimientos rápidos y los gritos ahogados de placer retumbaban en la habitación, de no haber sido por la música que se escuchaba a lo lejos, quizá todos los vecinos se habrían enterado de lo que sucedía en ese momento.

— Ah, May....te ah... —arquee la espalda e hizo un movimiento seco que me llevó a la locura. Sentí los espasmos recorrer mi cuerpo y me dejé caer en su pecho. Mayte acarició suavemente mi pelo para después dejar un beso en mi frente. Me alejé un poco para observarla mejor, tenía el pecho tan rojo que parecía como si en cualquier momento la sangre le saldría por los poros. Llevé una de mis manos a su mejilla y me observó sonriendo tan dulcemente, que parecía irreal que fuera la misma persona que me hizo el amor de aquella forma tan pasional hace unos minutos. 

Señora MayteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora