Santi estaba cogiéndome riquísimo. Semana tras semana y día tras día que lo veo, el placer no está en duda. Decidí regalarle algo, como recompensa a su subordinación excelsa. Esa semana tuve muchísimo trabajo así que descansó de mí esos días. El viernes lo invité a una reunión en mi casa. También a una compañera del trabajo.
—Hey, Ana... ¿qué harás hoy?
—mmm creo que nada, Fátima... ¿por?
—Tengo hoy un plan... quería ver si participabas, te adelanto: es de índole sexual
—oooh... bueno, platícame y pues vemos...
—va, ven... —Le platiqué mi idea. Quiero que Santi disfrute de dos pares de pies está vez —Mira... yo tengo encuentros con un chico, son encuentros fetichistas y hoy quiero que disfrute el doble. La idea es vendarle los ojos, darle un masaje completo y al final, terminar de consentirlo con nuestros pies, ¿qué opinas?
—orale... ¿los pies?, no es algo que haya hecho...
—te entiendo —reí —pero vas a ver que este chavo es obediente en todo
—oh ya ya... ¿y sólo sería eso?, digo, si se me antoja algo más o así, ¿lo puedo pedir?
—claro... ya ahí todo se discute...
—ok, muéstrame al chico —le enseñé una foto de Santi —es guapo.. y ¿allá abajo qué tal?
—no te va a decepcionar, créeme
—excelente... ¿a qué hora?
—llega a mi casas como 7:30... la idea es que no sepa que estés ahí hasta que empiece el masaje
—ah ya, vale... te veo al rato.Y se fue la tarde. Salimos a la 5 y yo fui a mi casa. Me bañé y como a las 7:15 llegó Ana.
—Ana, qué puntual... Santi llega como en media hora
—lo sé, estaba algo nerviosa, perdón...
—no te apures... nerviosa, ¿de qué?
—pues... nunca he hecho un trío, Fati... —reí
—no es un trío, Ana, al menos no hoy...
—¿en serio?
—en serio... hoy, si lo quieres ver así, eres una actriz que interpreta a una masajista y listo...
—ok, ok... —suspiró —sólo quería saber a que me meto, el masaje está perfecto, pero lo de los pies, ¿de qué va?
—es su fetiche... la idea es darle su masaje, todo el cuerpo, lo podemos masturbar, incluso hacer oral y antes de acabe, lo movemos a la cama y los masturbamos con los pies hasta acabar... ¿cómo ves?
—orale... entonces, ¿nosotras mandamos?
—total y completamente
—¡muy bien!Le pedí a Ana que se escondiera en el baño a lado del cuarto. Acomodé la camilla del masaje a unos pasos de la cama y esperé, ya Santi no tardaba en llegar. Sonó el timbre. Era Santiago.
—Hola, Fátima...
—Hola, Santi... —lo besé —¿cómo estás?
—bien, bien...
—pasa... —cerré la puerta después que entró —sube al cuarto y desnúdate, Santi...
—¿ya?
—ya... ¿alguna contra?
—ninguna... —subió con una sonrisa en la cara. Le encanta esto. Espere unos minutos y subí. Abrí la puerta
—perfecto, Santi, sube a la camilla y ponte esto
—¿un antifaz? ¿no podré ver?
—no, hoy no... rápido
—sí... —se subió y se vendó. Le avisé a Ana. No había cerrado la puerta la puerta así que no la escuchará entrar.Ana entró en total silencio, descalza, le hice una señal de ver su celular: "yo empiezo, cuando tú quiera te unes", lo leyó y se fue al sillón que tengo en el cuarto. Me quité la blusa y me dispuse a empezar.
—Como has sido tan obediente últimamente, hoy te voy a dar el placer de dejarme complacerte, Santiago. Sólo que tienes que ganarte el mirar lo que sentirás
—espero poder ganarme eso...
—vamos a ver... sigue mi voz y solamente mi voz... primero: nada de tocar o moverte
—entendido... —suspiró...
—segundo: manda quién no está en la camilla ni vendada... ¿está claro?
—clarísimo...
—tercera: te vienes cuando se te diga y no antes, si no haces esto, se acaba todo, ¿entendido?
—sí, entendido...
—bien... —todo eso lo dije viendo directamente a Ana. Noté que le fascinó lo obediente de Santiago y que ya estaba abrazando el mandonear a alguien tan a placer. Se mordió lo labios viendo a Santiago sólo cubierto con una toalla. Tomé el bote de aceite —boca abajo, Santi —Santiago hizo caso, se acomodó sin mover su toalla de lugar. Yo me acerqué y vertí aceite sobre su espalda y empecé a esparcirlo. Suavemente hasta no dejar rincón de su espalda sin aceitar. Ana se levantó de su lugar, yo la miré como diciendo espera —Escúchame, Santiago. Hoy se trata de obedecer e imaginar. Siente como mis manos te recorren, déjate llevar en la relajación y el placer. Al punto que sientas como mi mano se vuelven dos, y mis dos manos se vuelve cuatro. Si no disfrutas, si no imaginas, todo se detiene
—aaah... sí, Fátima... yo me dejo llevar.
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Pies en el sillón
Não FicçãoSomos amigos hace años. Hace unos meses, Santiago, me confesó su fetiche, y desde entonces todo cambió. El sexo era algo normal para mí pero descubrir este mundo de posibilidades, me ha cambiado... para bien.