"Si las paredes de las escuelas pudieran hablar... ¿Cuántas historias podrían contarnos?."
Te voy a contar una historia...
Hace mucho tiempo.
Existía un chico que era muy querido por profesores y algunos alumnos.
—¿Estas escuchandome?. —
Él eran tan carismático.
—¿Perdón?. —
—Yami. — Reclamo la chica a su lado mientras el pobre chico de ojos lindos se sonrojaba por no haber escuchado a su novia.
Tan bueno...
—Disculpa Tea, estaba pensando en otra cosa. — Dijo Yami acomodando sus gafas.
—Sí, ya me di cuenta tonto. — Tea le dio un gentil golpecito en la frente al ojí-rojo como castigo. — Préstame atención. —
Tan puro...
—¡Sí!. — Dijo este más atento.
Un buen chico...
—El baile de Halloween se acerca y como vamos a ir juntos quería decirte que tengo el vestido seleccionado para la ocasión. —
La castaña hurgo entre su mochila y mientras lo hacía, Yami volvía perderse entre sus pensamientos.
La vista se extendía a lo largo y ancho enfrente de él; el patio de la escuela lleno, con estudiantes que conversaban por actividades o respuestas de cada materia, algunos se divertían y otros lo pasaban en parejas, parecía ser un día normal como todo.
O eso pensaba él.
—¡Este quiero amor! —
La concentración de Yami fue interrumpida por Tea, gritando emocionada y enseñando una revista de vestidos de marca, en una página y con rotulador rojo y encerrado en un círculo estaba señalado un vestido rojo elegante.
Yami tomó entre sus manos la revista y después la coloco encima de la mesa sin importarle.
—¿No es bonito?. — Dijo Tea.
—Sí... —
La pura verdad era que Yami ni siquiera le había puesto tanta atención pero bueno, solo quería disfrutar su recreo antes de que las tareas volvieran a tocar a su puerta.
—Entonces.... —Divago por un instante la castaña acercándose al tricolor. — ¿Me lo compras?. —
—Hmmm.... —
Yami miró la revista de nuevo, miró el vestido rojo y pensó, ¿sería eso lo correcto?.
—Tengo clase. — Se levantó el tricolor sorprendiendo a la castaña.
—¿Qué?, ¿justo ahora?, ¡pero faltan 15 minutos!. —
—Sí, ¿qué gracioso no?. — Respondió sin sentido a la castaña que le miraba confusa.
Yami simplemente se retiro del lugar dejando a Tea.
Hace tiempo que se sentía extraño una desagradable sensación se apoderaba de él sin que el pudiera evitarlo, un vacío atormentaba su corazón y no sabía por qué.
¿O acaso era otra cosa?
Entró hacia la clase de arte, miró hacia todos lados y vio que en una esquina se encontraba una chica rubia y pequeña.
— Dime, ¿otra vez huiste de ella?. —
—Me aburre estar con ella. — Contestó Yami tomando lápiz y papel— ya sabes como es esto.
Rebeca alzó la mirada para ver a su amigo.
—Me estoy cansando de esto, de fingir alguien que no soy yo. — Comento Yami rayando la hoja. — ¿Por qué mis padres simplemente no me aceptan como soy?, no he hecho nada malo, soy buen hijo, soy buen estudiante, no les causó problemas. —
—El hijo perfecto. —Canturreo sarcástica la rubia. —¿Pero cual es el pequeño detalle de que tus padres no te acepten en tu totalidad?. —
—Me gustan los chicos. — Respondió Yami.
— ¡Bingo !. — Dijo la rubia borrando aquella sonrisa que había fingido hace rato.
Yami, solo puso los ojos en blanco, ya conocía a su compañera; fría, tosca, sarcastica, pero de confiar.
— Cada vez la idea de huir de casa me gusta más. — Dijo Yami.
Rebeca lo miró con un extraño brillo en sus ojos.
— Sí tu huyes yo te sigo. —Dijo sin más la chica.
La idea por marcharse de su horrenda casa le haría muy feliz.
—Sabes que lo haría, me iría muy lejos de aquí y contigo, pero... —
—¡Ugh!. —El brillo en los ojos de Rebeca habían desaparecido. —Siempre hay un pero. —
— Sabes que sí. — Dijo resignado Yami. — No puedo dejar atrás a mi hermano menor. —
—Bueno, eso es cierto. — Dijo la rubia pensativa ahora. —El Pequeño Atem estaría indefenso con, no quiero ofenderte pero... —
—Adelante, no hay molestias.—
—Tus padres son unas verdaderas bestias contigo y sobretodo con tu hermano menor. —
Rebeca paro de pintar y miró fijamente a Yami.
—Ellos no deberían ser padres. — Argumento Yami.
Continuará...
ESTÁS LEYENDO
GHOST.
FanfictionCada escuela tiene un terrible secreto. Y a la que Yugi va, no es la excepción. «¿Quién eres?» Pregunta Yugi asustado. «Es hora de decirte la verdad, Yugi.»