Gabriela era una belleza especial, de veinticuatro años, con su metro setenta de estatura, tenía unos preciosos ojos enormes, con largas pestañas negras y un color azul como el mar, sus ojos parecían dos océanos imposibles de surcar, imposibles de mirar fijamente e imposibles de olvidar. Todo su rostro era precioso, con una fina y respingona nariz y unos labios carnosos que incitaban al pecado. Pero no sólo era su rostro, también su piel morena y su precioso cuerpo con unas curvas que mareaban a cualquiera.
Tenía unos generosos pechos, un trasero muy firme y terso y unas piernas largas y fuertes. A Gabriela le encantaba practicar deporte. Salía a correr muy a menudo y de niña practicaba voleibol playa todas las tardes con sus amigas al salir del instituto, por lo que aún mantenía un físico muy definido y envidiable. No era de extrañar que casi toda la clínica babeara por ella, tanto hombres como mujeres, y las que no, la miraban con recelo y envidia.
Además era una mujer muy agradable, simpática y siempre con una sonrisa preciosa que mostraba su perfecta dentadura y que contrastaba con su tez morena. Era la típica auxiliar que cuando no tenía trabajo, se metía en las habitaciones de los pacientes para hablar con ellos y darles ánimos. Sobre todo lo hacía con los ancianos y los que estaban solos.
Gabriela también era una mujer muy femenina, cómo no serlo con el porte que se traía. Le gustaba vestir bien pero iba a tiendas comunes donde compraban las mujeres comunes. Nada que ver con los gustos de Adriana.
Ella decidió sacarse el título de auxiliar de enfermería primero porque necesitaba tener un trabajo para poder vivir y poderse pagar sus estudios. Así que compaginó sus estudios de psicología con su trabajo en la clínica. Era una mujer fuerte, luchadora y muy positiva, no necesitaba de nadie para salir adelante. De hecho su padre le dijo que se pusiera a trabajar porque él no pensaba ayudarla en nada. Quería que su hija se valiera por ella misma y nunca dependiera de nadie. Deseaba que fuera autosuficiente. Y ahora con 24 años recién había acabado la carrera y ya podría empezar a buscar trabajo de psicóloga.
Su madre murió cuando ella tenía 15 años, fue un palo muy grande para Gabriela pero por cómo era ella, consiguió superarlo más o menos rápido. Aunque siempre la llevaría en su corazón. Para ella su madre fue una persona muy importante y especial en su vida. Y tenía que reconocer que la echaba mucho de menos. Estaba segura que se sentiría muy orgullosa de ella. Era hija única por lo que tuvo que tirar para adelante sola. Sin ningún tipo de apoyo ya que su padre nunca superó la muerte de su mujer y siempre andaba depresivo. Era Gabriela la que tenía que tirar de su padre y era como si ella fuera su madre. Gabriela siempre fue una niña muy madura y con las ideas muy claras.
Su padre la quería con locura y estaba muy orgulloso de ella. Aún sabiendo que su hija era lesbiana. A él solo le importaba que su hija fuera feliz. Y para Gabriela era muy importante tener el apoyo en ese sentido de su padre. Por lo menos en algo no se sentía sola.
Gabriela sí había tenido alguna relación que otra pero nada serio. Y siempre con mujeres. Ya en el instituto tenía claros sus gustos ya que empezó a sentirse atraída por alguna compañera de clase. Aunque ella sabía que sólo se había enamorado de una mujer, y esa mujer fue su profesora de matemáticas de bachillerato. Esa profesora le quitaba el sueño por las noches y era la dueña de sus sueños más húmedos. Con ello Gabriela descubrió que le gustaban las mujeres maduras. Y esa profesora también se sintió atraída por Gabriela, pero le dio pavor que las pudieran pillar y decidió alejarse de ella. Por lo que esa mujer le rompió el corazón.
Gabriela era muy querida en la planta de trauma donde trabajaba. Se llevaba bien tanto con enfermeras como con auxiliares. Y con algún doctor que le iba detrás, cómo no. Pero con la que mejor se llevaba era con Rosa, la enfermera con la que solía trabajar directamente en trauma. Rosa la quería como a una hermana.
Gabriela era de las muchas que iban al garito Luxury cuando tenía el turno de tarde y tomaba alguna cerveza con sus compañeros. Ahí conoció una noche después de salir del turno de tarde a Martina, una preciosa abogada que quedó prendada de ella nada más la vio. Gabriela no quería una relación estable, no estaba preparada, pero Martina si quería algo serio con ella. Aunque no quería forzar a la auxiliar, tenía que conformarse con lo que quería Gabriela. Mejor era eso que nada. Sabía que si forzaba a Gabriela, la perdería.
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Descargas eléctricas. (1°Historia)
Romansa¿Puede una bella,madura y heterosexual cirujana enamorarse de una preciosa auxiliar de enfermería-psicóloga, mucho más joven que ella, nada más verla? ¿Puede surgir algo entre ellas siendo de diferentes clases sociales? Puede, pero tendrán que derri...