𝕮𝖆𝖕 5. |𝕾𝖆𝖓𝖌𝖗𝖊

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No sabía que me importaba tanto... ver que se llevaban a Hwaxin, fue duro, me estaba enojado, me quize mentir que no me importaba. No era mi responsabilidad cuidar a una Serafini, yo no rescato gente.
No tengo ningún derecho sobre ella, la "deuda" de Philwar no existe y ahora no se me ocurre nada, estoy completamente en blanco.

No tengo ningún derecho sobre ella, la "deuda" de Philwar no existe y ahora no se me ocurre nada, estoy completamente en blanco

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Veía con ira los fajos de billetes de su escritorio. En otra situación le habría parecido placentero verlos donde estaban, sin embargo ese dinero lo odiaba.
Inej apareció, supuso que Jesper le había contado lo a que había pasado.

—¿Planeas recuperarla?—le preguntó Inej sin ponérselo en frente.

—Nunca fue mía, Inej—respondió.

—Edgar Philwar... — murmuró viendo los fajos de dinero. —...necesitara un milagro para soportarlo—

Al levantar la mirada ya no estaba, había acomodado los fajos.

Hwaxin estaba viendo la recidencia de Philwar

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Hwaxin estaba viendo la recidencia de Philwar. La última vez que estuvo ahí fue en el asesinato del señor Philwar.
Adelante estaba Edgar, ese chico de pelo azabache, ojos frios y una sonrisa perversa. Se acercó a ella, desde que llegó no le quitaba los ojos de encima.

—¡Estas aquí!— dijo el mientras con sus manos la tomaba del rostro. —Te han alimentado bien, hasta te vez limpia—

Su comentario molesto a Hwaxin, era verdad que no tenía buen mantenimiento con el señor Philwar. Con un brazo en su cintura la hizo entrar a la recidencia.

Estaba limpia, tenía otros colores, ya no era azul celeste del señor Philwar, ahora era blanca con destellos dorados. Edgar tuvo que gastar mucho dinero para pintar todo de ese color.

—El blanco siempre será tu color querida. Vamos, te llevaré a la habitación donde dormiras— dijo haciéndola subir las escaleras.

Antes, cuando vivía ahí no tenía habitación. Dormía en donde le ganaba el sueño.
La condujo a la habitación principal, a la que era del señor Philwar, al igual que el vestíbulo, era blanca, dorada y algo de rojo que contrataba.

𝐒𝐄𝐑𝐀𝐅𝐈𝐍𝐈 | Kaz Brekker¹ ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora