Demetri los condujo hasta la lujosa y alegre área de recepción. Gianna, la mujer, seguía en su puesto detrás del mostrador de caoba pulida. Unos altavoces ocultos llenaban la habitación con las notas nítidas de una pieza inocente.
—No se vayan hasta que oscurezca —los previno Demetri.
Edward asintió con la cabeza y él se marchó precipitadamente poco después. Gianna observó la capa prestada de Edward con gesto astuto y especulativo. El cambio no pareció sorprenderle nada.
—¿Se encuentran bien las tres? —preguntó Edward entre dientes lo bastante bajo para que no pudiera captarlo la recepcionista. Su voz sonaba ruda. Era entendible, todos estaban tensos por la situación.
—Será mejor que la sientes antes de que se desplome —aconsejó Alice—. Va a caerse a pedazos.
Aleksandra se dio cuenta que Bella temblaba de pies a cabeza. Aquel lugar era hermoso, pero ocultaba algo horrible. Sabía que era su naturaleza, pero ella había escogido ir por un camino mucho más diferente al que debía, y todo gracias a Carlisle y su paciencia.
—Está a punto de tener un ataque de pánico, Ed. Creo que es mejor que le hables un poco para distraerla —Aleksandra me dijo a su hermano, el cual asintió levemente con la cabeza.
—Silencio, Bella, calma —le pidió Edward conforme la guiaba hacia el sofá más alejado de la curiosa humana del mostrador.
—Creo que se está poniendo histérica. Quizá deberías darle una bofetada — sugirió Alice. Aleksandra le dio un pequeño golpe con el codo.
Edward le lanzó una mirada desesperada. La pobre Bella solo sollozaba sin parar. Era un sonido extraño, similar al corte de una sierra.
—Todo va bien, estás a salvo, todo va bien —entonaba Edward una y otra vez. La sentó en su regazo y la arropó con la gruesa capa de lana para protegerla de su piel fría.
—Toda esa gente... —hipó Bella.
—Lo sé —susurró él.
—Es horrible.
—Sí, lo es. Habría deseado que no hubieras tenido que ser testigo de esto. Ninguna de ustedes.
—¿Necesitan algo? —preguntó Gianna, la cual se inclinó sobre el hombro de Edward con una mirada que intentaba mostrar empatía, una mirada profesional y cercana a la vez. Ni siquiera temía al estar tan cerca de un campito.
—No —contestó Edward con frialdad.
Ella asintió, sonrió y después desapareció.
—¿Sabe ella lo que sucede aquí? —inquirio Bella con voz baja y ronca. Se veía más tranquila.
—Sí, lo sabe todo —contestó Edward.
—¿Sabe también que algún día pueden matarla?
—Es consciente de que existe esa posibilidad. Alberga la esperanza de que decidan quedársela.
—¿Quiere convertirse en una de ellos?
Edward sintió como la cabeza, al mismo tiempo que Bella se estremecía en su lugar. Las hermanas Cullen se miraron sin entender la reacción. Ella también había querido ser inmortal.
—¿Cómo puede querer eso? —susurró Bella—. ¿Cómo puede ver a esa gente desfilar al interior de esa habitación espantosa y querer formar parte de eso?
Edward no contestó, pero su rostro se crispó en respuesta a lo que Bella había dicho. Eso le sirvió para darse cuenta que no debía someter a aquel infierno a Bella.
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Cuando el amor llegó ⟨••Caius Volturi••⟩ (REESCRIBIENDO)
Fanfiction[REESCRIBIENDO] Un encuentro inesperado, dos personas solitarias sin experiencia alguna en el amor. Ella es una Cullen, él un Volturi. (Basada en los libros)