12.

0 0 0
                                    

Narrador: Hefesto
Lugar: Cuartos de templanza
Hora: Desconocida.

Me aferró al trono que se encuentra debajo de mi, trato de calmarme pero se que Adelina asesino a Hera.

>>¿Por qué?<<

Quiero ir a buscarla y que me dé explicaciones pero Zeus no me deja.

—Me retiro Zeus —Le aviso cuando me pongo de pie, al ya no aguantar el no obtener respuestas.

—Por supuesto Hefesto, te lo haz ganado—Me palmea la espalda—Pero, necesito algo más.

Lo observo y su sonrisa se ancha.

—¿Qué necesitas?

—A tu peón —Sonrie con malicia— Estaba con Terra y tal vez este involucrada.

Trato de controlarme, busco salidas pero no las encuentro, le falle al dejarla de cuidar de su tío y no puedo fallarle ahora.

No puedo permitir que le haga algo Adelina, no con todo lo que ha pasado.

—¿Matarás a todos los peones?, No quiero dar más vueltas y mejor traigo a todos de una vez —Le hablo entre risas.

El se queda pensativo y parece que le agrada la idea.

—Si, trae a todos —Me sonríe —siempre me das buenas ideas Hefesto —Me da la espalda y se pierde en las mantas azules que adornan la salida.

Trago fuerte y comienzo mi camino hasta los cuartos de peones pero cada pasó que doy es arrepentimiento, llevo años siguiendo a Adelina.
Cuando era pequeño y jugaba con Apolo en el borde del Olimpo, observé como un pequeño destello se desprendía y caía hasta abajo, enseguida rete Apolo a bajar y sin duda acepto; ambos nos lanzamos y en un abrir y cerrar de ojos estábamos frente a una casa roja con cortinas azules y flores blancas, me asome por una reja y estaba una niña pequeña llorando en los escalones.

Apolo se rió de ella y se acercó.

—Hola mortal —Se sentó junto a ella.

—¿Quienes son? —Hablo para ambos.

—Somos dioses  —Hablo Apolo con arrogancia, mirándola de arriba abajo.

—¿Pueden traer a papá de vuelta? —Hablo con tristeza.

Apolo hundió las cejas —Que tonto deseo, yo no tengo papá, bueno, eso dice mamá.

Ella solo bajo la cabeza y sentí pena por ella.

—No podemos traerlo de vuelta, pero tal vez, cuando yo crezca y aprenda si pueda —Le sonreí.

—¿Enserio? —Su rostro se iluminó

—Claro, seré un gran dios —Me levanté y alcé.

—Habladurias, puedo ver tu futuro —Apolo me interrumpió y sin pedir permiso tocó la mano de la niña — Si, si, si, ajá, oh esto es bueno—Hablo mientras sostenía la mano de la niña— ¡no puede ser!— Retrocedió asustado.

—¿Qué? —Le hablé pero el negaba.

—Ya vámonos Hefesto, mamá dijo que no debía revelar el futuro —Se levanto y camino hasta a mí —Nos vemos después Adelina.

Competencia De DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora