Prólogo

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Luces parpadeantes se reflejaban en sus ojos ámbar, entre todas ellas sobresalía la esbelta y delicada figura de un joven. Tenía una sonrisa pomposa y llena de dulzura que combinaba con su pálida piel cubierta de pecas, los cabellos anaranjados y despeinados y los ojos azules como el mar. Brillaban, brillaban casi tanto como todos los flashes de las cámaras y eran perfectos para perderte en ellos; justo como si fueran la representación del fondo del océano. Zhongli observaba aquel rostro detenidamente. Había quedado atrapado en su belleza desde la primera vez que lo vio pegado es el sucio cartel de un escaparate. Desde luego el cartel no le hacía justicia a la realidad, Tartaglia era mucho más impresionante en persona. Tomó tantas fotografías como le fue posible, tuvo que empujar y luchar por estar en la primera fila, pero había merecido la pena. Lo sabía todo sobre él; su verdadero nombre, su familia, su fecha de nacimiento, sus gustos, sus círculos cercanos y, lo más importante, su residencia actual. El famoso idol Tartaglia estaba modelando para una revista en Hong Kong, por lo que tuvo que hospedarse en un hotel de cinco estrellas a las afueras de la ciudad. Afortunadamente el perímetro había sido asegurado y los guardias de seguridad no dejaban que nadie se acercara lo suficiente como para molestar a la superestrella, sin embargo, Zhongli no era una persona normal. Había falsificado miles de documentos y había sobornado cientos de peces gordos para conseguir el puesto del nuevo guardaespaldas del joven. El antiguo despareció del mapa misteriosamente hacía unas semanas y nunca se volvió a saber de él. La cantidad de dinero que había gastado para su plan había sido exagerada, pero el premio que le esperaba valía más que miles de millones de dólares.
Cuando la superestrella se subió a la limosina Zhongli se alejó de la muchedumbre hasta llegar a su propio coche. Nadie de seguridad o del staff en general sabían que él estaba allí observando al idol, así que tuvo que darse prisa para arribar al hotel antes que la limosina. Por suerte la multitud hizo muy complicada la salida rápida del vehículo, Zhongli llegaría allí mucho antes que Tartaglia y el resto del equipo.

El hotel estaba en una zona súper alejada, solo había unos cuantos edificios y todos ellos pertenecían a la misma compañía. Era lujoso, muchas fuentes decoraban el ambiente y el suelo de la entrada era de cristal, dejando ver kois nadando bajo los pies de los clientes. Había un fuerte olor a incienso y el techo estaba a más de cinco metros del suelo; sujeto con enormes pilares con decorados acabados en oro. La recepción era inmensa y los sillones para esperar estaban recubiertos de terciopelo y cuero. La moqueta era de color vino y los pasos apenas se oían al pisar sobre ella, era tan discreta y elegante como el resto del hotel. Tras echar un breve vistazo por la planta baja Zhongli fue hasta recepción y solicitó la habitación que había reservado noches atrás. La recepcionista lo reconoció al instante y con una gran pero falsa sonrisa le tendió la tarjeta-llave de su dormitorio. Se despidió cordialmente y decidió subir las grandes escaleras de caracol en lugar de subir por el ascensor. Los pasillos eran extensos y estaban repletos de cuadros y jarrones con diseños típicos de China. Luces tenues, puertas blindadas de madera de roble y cámaras de seguridad a las que no se les escapaba ni un ángulo muerto. Sin duda alguna este hotel fue construido para recibir gente de gran status social.

Una vez dentro de su habitación Zhongli pudo saborear la tranquilidad y el silencio que tanto anhelaba. La única persona a la que quería oír hablar era a Tartaglia, o como prefería llamarle él, Ajax. Era su nombre de nacimiento e increíblemente muy pocas personas lo conocían. Siempre optaban por llamarle Childe o Tartaglia; así lo quería él.

Se tiró al colchón de agua y sacó la cámara de fotos de su maletín. Toda la tarjeta de memoria estaba inundada con fotografías de Tartaglia, montones y montones de fotos desde muchos lugares y ángulos diferentes. Zhongli se había asegurado de captar lo máximo posible del joven cada vez que tuvo la oportunidad. Si tenía suerte y le agradaba al chico a primera vista estaba seguro de que podría conseguir muchas más fotos suyas. Sonrió mientras las iba pasando una a una, Ajax era precioso, le quitaba el aliento con tan solo verlo. Lo único que podía pensar era en desvestirlo con rudeza, dejar la marca de sus largos dedos en su tersa piel, besarlo hasta que sus labios estuvieran rojos e hinchados por la fricción y follarlo hasta la saciedad. Tan solo pensar que pronto podría acompañar a Tartaglia a sus sesiones fotográficas hacía que su mente se nublara. La adrenalina que recorría sus venas crecía por momentos hasta que finalmente se concentró en su entrepierna. No era la primera vez que Zhongli se masturbaba pesando en el joven idol, pero esta vez tendría que reprimir sus ganas. Pronto, muy pronto tendría a Ajax en persona y no descansaría hasta que cada parte de su cuerpo y mente fueran de su propiedad. Ajax era suyo.

Unas fuertes pisadas llamaron su atención al instante. Levantándose de la cama se acercó a la puerta y colocó su oreja sobre la madera. Reconoció la voz que hablaba al otro y automáticamente una sonrisa se formó en su rostro. Había llegado la hora de poner su plan en marcha.

Paparazzi • ZhongChi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora