Paparazzi • ZhongChi

Capítulo 2: Fresas

Ya habían pasado unos cuantos días desde que Zhongli se incorporó a la empresa de Tartaglia. Durante este pequeño lapso, el guardaespaldas se había encargado de vigilar a Childe —supuestamente de manera profesional— y de que nadie sospechoso se acercara a él. Debido a que todavía tenía trabajo que hacer en Hong Kong, seguían hospedándose en el mismo hotel. Zhongli había continuado su rutina de espiar a Ajax cuando estaba a solas en la habitación del hotel. Lo había visto dormir, desnudarse, ensayar y calentar la voz y, en una ocasión que atesoraría siempre, masturbarse.

La voz de Tartaglia era la más hermosa que Zhongli había tenido el placer de escuchar. Cambiaba drásticamente cuando hablaba, pero aun así su voz seguía siendo digna de un ángel. De hecho, Zhongli estaba seguro de que una persona como Ajax no podía existir en la vida real; tenía que ser alguna criatura fantástica enviada al mundo de los humanos.

Esa vez que vio cómo Tartaglia se tocaba a sí mismo aprendió mucho del joven idol. Para empezar, Ajax se ponía a cuatro patas, Zhongli pensó que sería para usar algún dildo o incluso sus dedos, pero en ningún momento lo hizo. Al parecer simplemente le parecía más cómoda esa posición. Había oído hablar de gente que solo podía llegar al orgasmo si estaban en ciertas posiciones, ¿era Ajax una de esas personas? Escondía su rostro en la almohada, agarrándola con su mano libre hasta que sus nudillos estuvieran blancos.

No obstante, lo que más valió la pena de todo el show fue, sin duda alguna, tener el privilegio de ver cómo la cara de Tartaglia se perdía en el placer cuando llegó al clímax.

—¡Morax, abre! —la voz chillona de Ajax lo sacó de sus pensamientos una vez más. Abrió la puerta de su habitación y apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que el chico se colara y se dejara caer en la cama.

—Buenas tardes, Tartaglia —saludó cordialmente, cerrando la puerta tras de sí y parándose frente a la cama donde estaba él.

Le respondió con una pequeña sonrisa. Se incorporó un poco, al menos hasta que se quedó medio sentado encima de las sábanas. Menos mal que Zhongli había puesto el cartelito de limpieza antes de que viniera Ajax. Ya se había acostumbrado un poco más a que el chico se metiera en su dormitorio de vez en cuando y fuera a estar con él la mayoría del tiempo. Ajax le explicó que se sentía extremadamente solo, todos sus amigos estaban siempre a miles de kilómetros de él y no tenía ni siquiera tiempo de hablar con ellos por mensajes o llamadas. Aether también era un gran amigo, pero bastante tenía ya el pobre como para que encima Ajax estuviera detrás suya porque necesitaba estar con alguien. Por suerte, Zhongli siempre iba a estar ahí para él.

—¿Por qué siempre me dejas entrar? ¿No te molesto? —preguntó burlón, aunque ya sabía la respuesta.

—¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿Dejarte en mitad del pasillo como un cachorro abandonado?

—¡Oye! —Ajax le lanzó uno de los cojines a Zhongli—. Podrías fingir que no estás, tú que puedes salir de esta cárcel—. Siempre le daba un toque de humor a este tipo de conversaciones, pero e el fondo Zhongli sabia lo mucho que le afectaban en realidad.

—Pronto nos iremos de aquí —anunció con la esperanza de animarlo—. Vivo en una pequeña zona al lado de Shenzhen, podrías acompañarme a casa. En un pueblo tan pequeño que dudo que alguien te pueda reconocer si te ocultas.

—No sé —suspiró agobiado—, no creo que me dejen tanta libertad, pero realmente me encantaría ver tu casa. No sé nada de ti aún.

—Mmm —murmuró—. ¿Sabías mucho sobre tus antiguos guardaespaldas?

—¿Eh? Qué va, eran todos súper secos y aburridos. Pero tú no eres así, Morax, eres diferente a todos ellos —El tono; ese tono que Ajax ponía cuando quería molestarlo. Dios…—. Tú me cuidas mejor que ellos y me lo paso muy bien contigo. Además, no está de más que seas el más guapo de todos —sonrió inocentemente, aunque en realidad era como un pequeño demonio.