Capítulo 36:
Ela amada.
GLORIA.
Recordaba perfectamente cada detalle interior de la casa, que no cambió nada en ese año entero. Aunque por fuera aparentaba muchos lujos, por dentro tenía el aspecto de una simple cabaña, como todas las demás. Se veía obscura, apagada, triste, y el ambiente que se respiraba ahí dentro no era para nada bonito. Todo estaba en completo silencio, y empecé a pensar que tal vez nos habíamos equivocado y en esa casa no estaba nadie... Pero entonces, mis oídos captaron un vago sonido que me puso alerta.
- ¿Escuchaste eso? -me preguntó Pablo, en un susurro, tratando de ser cautelosos.
- Sí, viene de arriba, si no me equivoco.
En silenciosos pasos, caminamos hasta encontrar las escaleras, las mismas que subimos con la misma sigileza con la que entramos. Arriba había solo dos habitaciones, y no quería correr el riesgo de entrar en la equivocada, así que tenía que escoger bien antes de decidirme por una. Pero no fue necesario, ya que escuché algunos quejiditos por dentro de un cuarto, los cuales después se convirtieron en llanto. Ese llanto tan único, que me devolvía el alma. Ahí tenía que estar mi niña.
Fuimos rápidos al momento de entrar a la habitación, para evitar que, si estaba alguien más en la casa, nos viera antes de hacer cualquier cosa y se arruinara todo lo que llevábamos hecho. Al parecer dejaron a mi hija sola, pues no entraba nadie a verla, cosa que me molestó, pero que también agradecí, ya que eso nos daría tiempo.
En la esquina de la recámara estaba un moisés color blanco algo amarillento, colocado en dirección a la ventana. Me tomé el tiempo de echar un rápido vistazo al lugar y estaba todo acondicionado para la recámara de un bebé. El lugar olía a bebé, olía a mi hija. Estaba todo pintado en un simple color blanco, que no le daba vida al lugar, a excepción de mi hermosa bebé.
Estaba demasiado nerviosa, no quería acercarme a ella para después despertar de aquel sueño, o que al verla me encontrara con un niño. Me había llevado varias desilusiones con ese tema, que tenía miedo de que esa fuera una más. Pero no permití que el miedo me ganara, dejé que las ganas de recuperar a mi hija lo sobrepasaran, y me acerqué a aquel moisés de donde provenía el suave llanto.
La telita que tenía para cubrirlo, estaba echa a un lado, cosa que me permitió ver directamente a esa personita que me miraba con inocencia en sus ojitos. Sentí que el tiempo se detuvo y con este mi corazón, que no había nadie más que ella y yo en el mundo, y que solo importábamos las dos. Me bastó tan solo mirar aquellos lindos ojos para confirmar de que esa bebita era mi hija.
- Hola, mi niña -le dije en un tono suave y dulce, mientras que estiraba mi mano para acariciar su carita... Su hermosa carita.
La miré detalladamente, estaba casi igual que en mis recuerdos y que en la última foto que habíamos recibido de ella, solo que mucho más linda de lo que se veía. Esos grandes ojos color miel, delineados por unas abundantes y negras pestañas. Su boquita redondita, chiquita y rosada. Y ese cabello dorado que cubría su pequeña cabecita. No había ser más perfecto que mi hija.
Con cuidado, hice a un lado las cobijas para cargarla, acomodándola entre mis hombros y mi cuello del lado izquierdo. El corazón se me salía del pecho, la emoción que en ese momento sentía era demasiada, que no pude contener el llanto de la enorme felicidad de poder cargar a mi hija de nuevo. Podía aspirar su aroma, tan tierno y dulce, que me transmitía nada más que paz.
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¿Te quedas conmigo?
FanfictionLa historia de amor de Gloria Trevi, su bailarín y mejor amigo, Pablo Papacostas. Luchar por un amor nunca es fácil, y menos si es un amor prohibido. Gloria y Pablo tendrán que luchar contra todos, si es que quieren mantener vivo su amor. La clave...