• CAPÍTULO 38 •

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Olivia


Al llegar hasta su apartamento, nos permite pasar y dentro de aquel departamento no solo se encuentra la mamá de Erick, sino que toda su familia. Aterrada avanzo tomando la mano de mis pequeños, quienes también observan a las demás personas presentes con cierta inseguridad.

El chico los presenta frente a toda su familia como sus hijos y aunque no quiera admitirlo, me causó mucha ternura la forma en la que lo dijo. Pareciera que ya lo ha aceptado, está aprendiendo, claro está pero que los reconozca frente a su familia como sus hijos, me llena el corazón y me quita todo aquel terror que tenía en un principio.

La primera en recibirnos es la abuela de Erick, Rose, quién saluda a los niños como si fuera la primera vez que los ve. Lo que me recuerda que debo hablar con ella más tarde para agradecerle por guardar el secreto.

Saludo a todos con una falsa confianza y una sonrisa, sigo aterrada pero no es necesario que ellos se enteren así que mejor mantener la frente en alto. Se suponía que solo invitaría a su mamá y quizás a su papá pero no me esperaba encontrar a toda su familia aquí, pero ya es tarde para reproches. Sigo al chico por todo el apartamento, él está fascinado presentándoles a los niños a todo el clan familiar, son recibidos con mucho amor y cariño, obviamente, se dejan querer por aquellos desconocidos sin me perderme de vista.

Pocos minutos más tarde, se sirve la cena. Estamos todos amontonados en la mesa e incluso la mesa de niños comiendo, conversando y riendo. Se siente igual que los viejos tiempos, como si nada hubiera cambiado. Incluso está Alana, una prima de Erick quien me platica sobre lo preciosos que son los mellizos, además de hacerme preguntas sobre el embarazo y demás.

Por lo que veo, la única persona que falta en la mesa es Yanelis, probablemente aún no sale de su turno en el hospital, porque sus hijos y pareja si están aquí. Se siente un poco extraño e incluso me cuesta integrarme a la conversación pero ellos son muy comprensivos conmigo. Me pregunto cuándo se enteraron de esto, porque me sorprende lo bien que lo han tomado, lo que nuevamente me lleva a pensar en los abuelos Colón, quedó todo perdonado lo ocurrido hace unas semanas atrás en casa, pero estoy sorprendida de lo bien que están todos con la situación. Cruzaré los dedos para que sus jefes lo tomen igual de bien que ellos, porque lo último que deseo es causar problemas y polémicas por esto.

Voy a la cocina por un vaso de agua y tomar un respiro de la gran cantidad de preguntas que me han hecho en relación al embarazo de los mellizos. No soy muy fan de ser el centro de atención por mucho tiempo.

Sirvo un poco de gaseosa en mi vaso y tomo un poco del él para volver al salón pero me percato de que no estoy sola en la cocina, a como creí que era. Erick me observa desde la puerta de la cocina, no emite palabra y se mantiene sereno, no soy capaz de leer su rostro.

Creo detectar lujuria en su mirada, pero quiero creer que son sólo imaginaciones mías. Pero mi interior me advierte que mis imaginaciones están en lo correcto cuando cierra la puerta de la cocina y creo escuchar que le pone seguro.

Dios mío.

Su mirada se oscurece y su rostro me da toda las alertas de que es momento de salir corriendo de aquí, pero una parte de mí quiere dejar de huir, quiere quedarse encerrada aquí en la cocina junto a él. Mi cerebro grita que huyamos pero no quiero irme, no otra vez.

El chico se acerca hasta donde me encuentro yo, curiosamente siento que la cocina y la distancia que nos separa es inmensa. Llega frente a mí y me observa, un silencio nos rodea, solo nos separa la encimera de la cocina y entro en pánico. Ya no me siento tan valiente como al principio.

Dejaría todo... [Erick Brian Colón]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora