Ú N I C O

486 73 38
                                    

Tenía doce años cuando llegó a la casa de a lado.

El chico de piel blanca, cabello negro, cara seria y con audífonos, aislándolo del mundo exterior, estaba descargando cajas de cartón de un camión de mudanzas. Su piel estaba cubierta por varias capas de ropa ocultando su piel de porcelana; aun si el sofocante calor húmedo de Julio creaba una de las temperaturas más altas registradas en lo que iba del verano. Lo observé por lo que fueron, al menos diez minutos solo bajando cajas pequeñas, mientras movía la cabeza al ritmo de una canción que solo él escuchaba.

El grito de mi madre desde la planta baja me hizo finalmente despegar la vista del nuevo vecino. Bajé las escaleras con calma, dándome cuenta hasta ese momento, que mi corazón estaba teniendo su propia carrera privada en mi pecho; respiré profundo para que mi madre no se diera cuenta de ese repentino cambio, como si una parte de mí creyera que se daría cuenta del sonido enloquecido. Al llegar hasta la primera planta de la casa, me di cuenta de que a su lado se encontraba una mujer, parecía ser algunos años más grande que mi madre, su cabello del mismo negro azabache que el chico de la mudanza, su piel era blanca también, pero no se veía tan pálida, seguramente era una mujer que no trabajaba en una oficina.

-Jiminie, ella es Younha, ella y su hijo están descargando sus cosas del camión de mudanzas, ¿por qué no vas a ayudarle a su hijo en lo que nosotras tomamos un café?- asentí sin poder negarme, o siquiera desear hacerlo. Caminé hasta donde el chico estaba, lo escuché repetir de manera fluida el rap de una canción que últimamente sonaba mucho en la radio; aplaudí emocionado y dejó caer una caja por la sorpresa.

-Mierda, cuatro ojos me asustaste- Sus palabras no eran algo que no había escuchado, pero por alguna razón habían dolido más que cuando alguien en la escuela lo decía.

-Venía a ayudarte, pero veo que puedes solo- dije con una sonrisa falsa y caminé de regreso. -Mamá, dijo que él podía solo- mentí y parecía ser el tipo de cosas que él diría, porque escuché a su madre suspirar frustrada diciendo "Va a terminar muy tarde" mientras subía a mi habitación. Lo vi de reojo durante el resto de la tarde y hasta que el sol se metió, a la vez que hacía mi tarea.

El verano terminó más rápido de lo que me habría gustado y nuestra relación no había mejorado ni un poco, al contrario. Nuestras madres parecían haberse convertido en una especie de mejores amigas que pasaban todo el tiempo juntos. El día del cumpleaños de su madre, habíamos ido a su casa con un pastel hecho por mi mamá y yo. Ellas hablaban y me habían mandado a su habitación a dejar el pastel a Yoongi. Toqué la puerta dos veces y al no recibir respuesta me adentré lentamente. Él estaba en su computadora concentrado, frunciendo el ceño como si le costara ver la pantalla frente a él con claridad y necesitara enfocar.

-Hyung- lo llamé, pero no parecía escucharme aún; así que entré para entregarle la rebanada de pastel cuando la extensión que conectaba su computadora y teclado se enredó en mis pies. No pude detener mi cuerpo de caer al suelo, ni la extensión teniendo un corto en la clavija por ser arrancada del enchufe quemándolo y ocasionando un corto en toda la casa. El pastel quedó embarrado en parte de mi cabeza, cara y sobre toda la palma de mi mano. 

-No, no, no, no- Escuché la voz frustrada y ligeramente más fuerte de hyung -¿Qué hiciste Park?- su tonó de voz me molestó y levantándome con el dolor de mi rodilla, mano, lleno de dulce y humillado aventé el plato contra su silueta, mientras limpiaba las estúpidas lágrimas que resbalaban por mis mejillas.

Para mi desgracia, mi madre les ofreció nuestra casa por esa noche, en espera de que el eléctrico pudiera arreglar la falla al día siguiente. Sin embargo, una infantil guerra pareció iniciar entre nosotros dos. 

Aunque habíamos dormido en la misma habitación no nos habíamos dirigido la palabra. Como cada sábado, había dormido hasta tarde, por lo que cuando desperté él ya no estaba en la casa. Me levanté y caminé hasta mi baño, tomé mi cepillo de dientes y comencé a lavarme la boca cuando un mensaje llegó a mi teléfono con un único archivo multimedia. La foto de la pálida mano de Yoongi con mi cepillo de dientes limpiando sus tenis con él en el lavabo de mi baño. Escupí la pasta de dientes que estaba en mi boca y me limpié con agua y enjuague bucal hasta que el asco y la sensación de suciedad pasó.

And July ♥  𝓨𝓸𝓸𝓷𝓶𝓲𝓷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora