Pov Kirishima
Cuando te han comprometido con alguien, al principio es difícil de afrontar, quiero decir, eso significa que no te podrás enamorar de quien tú quieras.
Pero, verdaderamente, no es tan malo.
O eso dice mi padre, quien conoció a mi papá gracias a que ellos fueron comprometidos.
Desde pequeño, me decía lo que un verdadero alfa debería de hacer.
En que situaciones, porque, como y donde.
Desde pequeño me enseño, junto con mi papá, lo que está bien y lo que está mal.
Una de las cosas es que no puedes obligar a nadie a que te amé.
En eso creí que se contradecían.
En realidad, aun lo creo.
Quiero decir, ellos harían que yo me casara con alguien más solo para unir los reinos y mantener la paz; y aun así decían que no podía obligarse a nadie a que te amen.
En fin, yo no podía hacer nada para evitar eso.
Por lo que simplemente cedi.
Por suerte, aun no me había enamorado de alguien, así que no había tanto problema de parte mía.
Aun así, ellos me habían dicho que si yo ya tenía a alguien a quien fuera perteneciente de mi corazón estaba en toda la libertad, y confianza, de decírselos y así, romper el matrimonio.
Aunque eso quizás nos podría llevar a la guerra con el otro reino, ellos dijeron que eso no importa.
Pero, como ya dije, no había nadie de quien me había enamorado.
A la edad de 16 años me llevaron al reino del omega con el que me habían comprometido. Habíamos ido para conocerlo.
A ambos.
Al reino y al omega.
El reino, por su parte, era realmente esplendido.
Era bastante hermoso.
Y... el omega, por su parte, era... hermoso también.
Vaya que la frase de "las cosas se parecen a su dueño" si encajaba a la perfección.
Era un chico rubio, de ojos carmesí, igual a los míos, lo cual fue una completa coincidencia y me hizo un poco de gracia.
En ese momento, me imagine, si llegábamos a tener cachorros, que no sabríamos de quien saco los ojos.
Ambos los teníamos de un color carmesí.
Sin embargo, cuando me di cuenta de lo que pensaba, me puse nervioso.
Por dios, ni siquiera habíamos cruzado palabra y yo ya... pensaba esa clase de cosas.
Y eso no lo debería hacer un verdadero alfa.
Así que, en ese momento, sacudí la cabeza y despejé esas ideas de ahí.
Cuando... cruzamos palabras, me di cuenta de que era un tanto... brusco.
No llegaba a parecer un omega, quizás un beta o un alfa, pero no un omega.
Aun así, su olor y su apariencia decían lo contrario.
Su olor era bastante dulce, agradable.
Y su apariencia era linda, era hermosa.
Ese día, las cosas no habían salido muy bien.
El solo me mando a callar al momento en que yo quise crear una conversación.
Por alguna razón solo gritaba una y otra vez "¡Shine!".
Y por alguna extraña razón, se me hizo lindo.
Así que, en nuestra siguiente visita, que fue tres meses después.
Le lleve un regalo.
En realidad, para ese punto ya nos llevábamos un poco mejor.
En esos tres meses nos habíamos estado mandando cartas.
Al inicio era solo yo quien las mandaba, pero al pasar de los días, el las contesto.
Así que, aquí me encontraba ahora, frente a él, sus padres y los míos.
Yo tenía una rosa roja en la mano, y el solo me veía un tanto sorprendido.
Por si no lo sabían, el dar una rosa roja significaba que quien la daba quería comenzar a cotejar al receptor.
Si la aceptaba, el cortejo era aceptado, obviamente.
Y si no, era rechazado.
Con forme pasaban los segundos, yo me ponía un poco más nervioso.
Si no podía obligar a nadie a amarme, ¿Por qué no enamorar a ese alguien?
¿Por qué no iniciar un cortejo?
Cada vez más sentía como si el aire me faltara, y las piernas me temblaban.
En verdad estaba nervioso.
Quizás, incluso se me había olvidado como respirar.
Pero, cuando vi que aquel omega de rubia cabellera tomaba la rosa, con un dulce sonrojo en sus mejillas, mis sistemas volvieron a funcionar.
Él había aceptado el cortejo.
Me había aceptado.
Y ahora, me tocaba enamorarlo.