✒Las Serafini son la cosa más rara del mundo. Algunos los llaman amplificadores por su extenso poder mágico.
Suelen venderlos y tienen gran valor, su cabello, su sangre y sus huesos son lo que más vale.
Hubo una rebelión, todos los Serafini capturad...
Me asusta, de tres dueños Pekka Rollins fue el que más me da miedo. Planeaba partirme en pedasos si eso le daba ganancias. Fuimos por la mortificadora.
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Fueron a La Orquidea por la mortificadora que necesitaban. Se llama Milana y parecía buena persona. De hecho hablaron sobre el cabello de Hwaxin mientras llegaban.
—Agradezco mucho el trabajo, pero solo pagó una hora de mi tiempo...—decia ella. —Tengo que volver a La Orquidea—
—Tranquila, volverás a La Orquídea pronto. Solo coopera, confía en nosotros— le dijo Hwaxin a Milana para tranquilizar su pánico por el tiempo.
—No es segura La Orquídea está noche. Tu vida peligra con este trabajo— dijo Kaz. Milana ve a Hwaxin.
—Solo poquito— animo Hwaxin sonriendo algo apenada. No sirvió de mucho.
—Desaparece por unos días despues de esto—continuó Kaz, por si no era suficiente.
—Aunque yo pueda ser amable, señor Brekker, mi jefe llamará a la stadwatch... —
—No soy yo el que te pone en peligro—dijo volteando a verla —Es Pekka Rollins— ese nombre seguía dándole un mal sabor de boca a Hwaxin.
Ellos no sabían que Pekka Rollins fue su dueño.
—Mi jefe también la llamaría por el—desafío Milana.
—Por eso tu jefe ya está muerto—Milana vio a Hwaxin. Pero ella ya no dijo nada.
El silencio de Hwaxin significaba que Kaz no mentía.
—¿Quienes son?— pregunto el cuidador de la puerta.
—Venimos a ver a Dreesen—le dijo Kaz.
—No eres del equipo de Pekka—respondió el. Kaz sacó algo de su saco, Hwaxin sonrió al reconocer la bolsa.
—Y a ti ya no te controla si ahora no le debes nada—dijo arrojandole la bolsa.
Con éxito, lograron entrar. Jesper se puso al lado de Kaz y le preguntó el origen del dinero. La chica Serafini contuvo su risa cuando el cuidador les grito. Ambos voltearon
—Una tiene un agujero— Hwaxin se tapó la boca con su mano para no reírse.
—Entra— les decía Kaz.
Era un lugar muy amplio y sofisticado, los guiaron hasta donde estaba Dreesen.
—Me doy cuenta con solo un vistazo. Delincuentes— dijo el. Hwaxin se puso a un lado de Kaz, en ese momento fue cunado Dreesen se puso de pie. —Y una Serafini—
