XI

1.7K 51 5
                                    

Perspectiva: Alek

Despierto y con lo primero que me topo es con el rostro de Merlín encima de mi pecho. Tiene sus ojos cerrados, se encuentra abrazando mi torso y una de sus piernas se encuentra encima de la mía. Su cabello cubre parcialmente su rostro y tiene una expresión relajada. Es preciosa y me detesto por lo que le estoy haciendo, soy una escoria.

La aparto despacio y me deslizo fuera de la cama porque necesito poner un poco distancia entre nosotros para no volverme loco con los pensamientos que vuelan por mi cabeza cada que estoy con ella. Volteo a verla, mi camisa se le ha subido hasta la cintura, mostrando sus bragas blancas de encaje, su piel brilla a la luz del sol que se logra colar a través de las ventanas.

Me meto a la ducha y quince minutos después salgo del baño completamente renovado, encontrándola recogiendo sus pertenencias esparcidas por la habitación y alguna u otra cosa que yacen fuera de su cuerpo, anoche compartimos más de lo expresamente debido, pero no me quejo, la pasamos bien.

–Buenos días —digo al entrar a la habitación donde ella se encuentra, ella da un respingo, estaba de espaldas y no había notado mi presencia.

—Buenos días, Alek—me dice con una pequeña sonrisa de labios cerrados.

Desaparece por la puerta del baño y yo tomo mi celular para revisar mi agenda. Esta semana de descanso me va a costar muy caro y no hablo de precio monetario, precisamente. Mi asistente está que pega grito al cielo por todas las reuniones canceladas y pospuestas que tengo por esta semana, pero ya no podía más con esto. Le envío las instrucciones de lo que debe y debe no hacer y le comento que la llamaré más tarde para arreglar otras cosas pendientes.

Quito la toalla de mi cuerpo y camino a por mi ropa, en ese momento Merlín sale del baño usando únicamente una toalla blanca que mantiene sujeta a su cuerpo agarrándola en un puño pegado al pecho. Su cabello se encuentra mojado, cayendo sobre sus hombros y fija su vista en mi, sus ojos se han oscurecidos y luego baja hacia el lugar en que la toalla dejó de cubrir.

Sin siquiera mirarlo sé que mi miembro está erecto, su sola mirada y esa lamida de labios hacen que me ponga mucho más. Despacio me acerco a ella, mientras que por el contrario, ella se queda tiesa en su lugar, pasando la vista de mi cuerpo a mi rostro. Me detengo cuando estoy frente a ella, tocando con mis pies las puntas de los suyos y bajo la mirada, es mucho más pequeña que yo, por lo que debo encorvarme lo suficiente para poder besarla.

La tomo por la mandíbula , sosteniendo con ganas su rostro besándola. El beso es ansioso, desesperado y excitante. Su toalla cae y me aparto un poco para mirar su cuerpo, es preciosa.

Vuelvo a besarla, esta vez tomándola por las nalgas y subiéndola a mis caderas, cargándola camino hasta la cama y la deposito allí, continuamos besándonos de manera sugerente mientras que introduzco despacio mi miembro en ella. Me muevo rápido y fuerte, ella gime debajo de mi mientras me aprieta con las piernas para pegarme más a su cuerpo, me sostiene del cuello con sus manos y me besa.

Ella entrelaza sus piernas con las mías y me mira finamente a los hijos mientras la penetro con embestidas fuertes y precisas.

No debería estar haciendo esto, pero solo estar con ella se siente como el cielo y el puto infierno a la vez.

*****

Merlín

Busco por todas partes mi celular y no lo encuentro. Había jurado que lo traía conmigo luego de haber desayunado, pero quizás se ha quedado en el restaurante. Bajo allá con la esperanza de encontrarlo en el espacio en el que estábamos y nada, le pregunto a los empleados y me aseguran no haberlo visto. No era un último modelo pero me funcionaba dentro de lo que cabe y para mi era más que suficiente, teniendo en cuenta que no estaba en mí presupuesto comprarme otro, a parte de que a pesar de faltar solo un par de días para regresar a casa, necesitaba mantener el contacto con Heil y mis padres.

Subo nuevamente al cuarto y encuentro con Alek frente a mi puerta, se da la vuelta al oír mis pasos y noto su mirada fría, una mirada muy diferente a las que compartimos anoche o esta mañana. Saca una tarjeta de su bolsillo y abre la puerta adentrándose al cuarto, yo hago lo mismo un poco cohibida y abrumada por su inesperada actitud. El cierra la puerta detrás de mi cuando paso y se sienta en uno de los sillones del cuarto.

—¿por qué carajos no me lo habías dicho?—pregunta despacio pero se le denota enojado.

No sé de qué me habla o qué causaría que reaccionara así pero mantengo una expresión neutra a pesar de mis interrogativas internas. No miento al decir que estoy un poco asustada, cualquier temperamento hostil hacia mi, pone todo mi sistema en modo alerta.

—No sé de qué me hablas pero lo mejor será que te calmes.

—¡Que no sabes mis cojones! No te hagas la desentendida, claro que lo sabes.

—Alek, ya te he dicho que no se de qué diablos me hablas. Si no me dices no puedo saber. ¿A caso me ves cara de adivina?—le cuestiono molesta por su actitud de mierda hacia mi.

El suspira y mira cualquier cosa al rededor de la habitación, menos a mi. Pasa las manos por su cabeza, se acomoda en el asiento y me mira. Yo por mi parte mantengo mi cuerpo en postura recta y las manos en mi cintura, lo único que me apetece en este momento es sentarme en algún dichoso sillón.

—¿Tienes una hija? ¿Por qué no me habías dicho que tenías una hija?—pregunta ahora un poco más calmado, aturdido.

La pregunta me toma desprevenida, pensé que había sido algo que había hecho o no lo sé.

—¿Lo habías preguntado?– le cuestiono — ¿a caso importa que tenga una hija?— pregunto está vez un poco enojada.

—no, claro que no importa pero al menos debiste decírmelo.

—¿Aquella información habría cambiado las cosas? ¿Estaría aquí? Porque de ser así, de tener algún problema con mi hija, Alek, mi presencia ya no la tendrás más por aquí ni en cualquier otro lugar. Mi hija es lo más importante para mi y va por encima de cualquier persona, paga o preferencia de cualquiera. Así que dime, ¿Hay algún problema con mi hija?—inquiero cabreadísima.

Pero y este ¿que se cree?

El amigo de un amigo (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora