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"Así no se hace la crema, muévete" regaño la mayor con tono irritable. Sin cuidado empujó a su amiga, sacándola del lugar.

"Perdón" Intentó sonreír está, su amiga no la miró, continuó batiendo la crema sin decir una palabra. La joven suspiro.

Se dio la vuelta dispuesta para salir de la cocina, Alana estaba enojada y no quería fastidiarla más.

Entró a la sala, donde un sonriente Stefan estaba riendo sonoramente con sus amigos, ya estaban muy ebrios.

"¡Ahí estás Marceline, ven aquí!" Llamó este moviendo la mano, la chica miró incómoda la situación, todos los demás o estaban concentrados en el juego o la desnudaban con la mirada, era denigrante.

Negó con una sonrisa forzada en sus labios rosa. Los chicos rieron.

"¡Ven aquí Marcy, no mordemos!" Gritó uno de ellos intentando pararse de su lugar, pero falló, el corazón de Marceline latía demasiado rápido como para ser sano.

"Iré a dormir" Fallo en su intento de sonrisa, y tan rápido como llegó se fue, casi corriendo por el pasillo de la casa, entrando a su habitación y cerrando la puerta de un portazo seco. Se llevó una mano al pecho intentando controlar su respiración. Había llegado a su imite. De manera débil llegó a su cama, donde se desplomó con un gemido ahogado, estaba
cansada de todo esto, del alcohólico de Stefan y sus amigos morboso, de lo egoísta e irritable que se llegaba a volver Alana, quería que volvieran a ser esos amigos de antes, esos que se reían junto a ella, no esos monstruos de ahora, esos no eran sus amigos.

"Te dije que iba a pasar" esa voz burlona hablaba detrás de ella otra vez.

Se giró alarmada, igual estaba enojada con aquella voz, no sabía si era producto de su imaginación, algún fantasma o alguien gastándole una broma, pero ya estaba muy harta de todo.

"Ya para, por favor" Su voz salió cansada. Le dio una mirada a toda su habitación, vagamente iluminada por su lámpara de noche. No había nadie.

"Te advertí que ya no te quieren, ¿viste como te trataron? no eres más que solo un juguete" estaba mas cerca, casi susurrando al oído. La pelinegra se sacudió.

"No eres real, es mi cabeza, no eres real, es mi cabeza" Intento calmarse, tapándose los oídos. Apretándolos en un ritmo que generaba la presión de su cabeza.

"Aun así te tapes los oídos me puedes oír fuerte y claro." Podía percibir su sonrisa burlona,
estaba volviéndose loca. Tomo una almohada y golpeó al aire, no había nada.

"Para" dijo otra vez.

Una risita amarga inundó sus oídos, se le erizo la piel. No era la primera vez que oía esa voz, la había oído un par de veces en el pasado.

"Ya no son los adolescentes amorosos de antes, la gente cambia marcy" y la voz se esfumó, dejando a la chica con un mal sabor en la boca. Estaba loca.

Estaba muy loca, o eso empezaba a pensar ella.

Con su corazón palpitando a mil por hora y su cuerpo en un estado de confusión se obligó a
ira su escritorio, si hacía algo de tarea tal vez se distraería de toda esa locura, tal vez dejaría
de pensar en que Alana la odia y Stefan solo trae a sus amigos para incomodarla, tal vez después de eso volverán a ser iguales. Solo tal vez.

Después de una larga hora donde meramente se pudo concentrar gracias a las risas de los amigos de Stefan, los regaños de Alana y algunos piropos obscenos hacia esta misma, se agarró la cabeza con cansancio. Se levantó y abrió la puerta sin ganas, saliendo hacia el pasillo, donde todos ellos estaban, respiro hondo y caminó erguida, sólo pasaría a la cocina por un vaso de agua y luego se iría, simple, no molestara a nadie.

Paso casi corriendo por la sala, hasta entrar a la cocina, donde sin darse cuenta Alana llevaba con ella unos vasos llenos de soda, haciendo que se los derramara encima. La pelirroja bufo y miro asqueada a la pelinegra.

"¿No puedes hacer nada bien? ¿eres ciega o algo así?" Intentó limpiarse con un trapo cercano, la pelinegra abrió la boca pero no pudo modular nada.

Con manos temblorosas tomó otro trapo para secar la camisa húmeda de su amiga, esta se quitó bruscamente, mirándola con el ceño fruncido.

"No me vuelvas a tocar" paso de largo de ella, empujándola con el hombro, la pelinegra sintió como el alma le dejo el cuerpo.

Miro los vasos en el suelo y el desastre que había, se inclinó para cogerlos, sintiendo algo detrás de ella. Se giró a mirar la presencia, notando claramente como uno de los amigos de Stefan estaba detrás de ella, pegando su pelvis en su trasero, Dios no, por favor no, la joven se quitó rápidamente intentado cubrir su falda lo más que pudo, tenia miedo, se le veía en los ojos marrones. Estaba siendo humillada.

"Mojigata" se fue el chico después de guiñar el ojo.

La chica solo quería llorar.

Deja bruscamente los vasos en el fregadero y golpea la baldosa con ira, ¿Por qué todo salió así? ella no era el problema, o se quería hacer creer eso. Suspiro mirando hacia la isla, donde algunos cupcakes había sido comidos ya, sin crema, se le estrujo el corazón. Se suponía que eran para comer mañana, con ellos, en su cumpleaños, no para que unos cerdos y los que se suponía que eran sus amigos se los devoraran sin su permiso. Apretó las uñas contra las palmas de su mano, tal vez haciéndose daño, a este punto, ya no le interesaba.

"Si combinas veneno para ratas con la crema, el olor se irá y pasará desapercibido" otra vez la voz.

La joven no tartamudeo, tal vez esa sería la solución.

Pueden decir que fue impulsiva o que actuó en un estado de inconsciencia extremo, no era que le importara mucho en el momento pues tomó el veneno para ratas con una mano, mirándolo detenidamente. Las humillaciones, burlas, acoso e insultos se pasaron como flashes de luz
por sus ojos.

Inhalo profundamente.

Tomó el bowl donde estaba la crema, y vacío el polvo encima de este, empezando a mezclar cuidadosamente, sin que se dañara, sonrió de lado. Coloco un poco de colorante purpura, los iba a decorar. Como niña pequeña decorar los cupcakes, teniendo cuidado, limpio el bowl donde estaba la crema rigurosamente, y colocando los cupcakes en una bandeja en la nevera, junto una nota que decía "NO COMER". Sonrió y cerró la nevera.

Camino hacia la sala, más liviana, y con una sonrisa ladina en el rostro. Mañana sería un gran día, su fiesta de Cumpleaños será inolvidable.

En la sala Alana estaba sentada entre los chicos, dejándose toquetear, Marceline amplió su sonrisa. Mañana en la mañana todos estarán bajo su mando, todos en la palma de su mano, que gran sueño.

Ignoro las palabras del grupo y caminó a su habitación, cerrando la puerta y colocando su
pijama, de repente tenía sueño. Atendió a las súplicas de su cuerpo, recostándose en la
cama, no sin antes enviar un mensaje a todos sus amigos, invitándolos a la grandiosa fiesta
que haría mañana. cerró los ojos dejándose hacer por el sueño.






[...]





Después de un arduo trabajo de cocina, y limpieza por fin los bocadillos de carne estaban
hechos, y todo gracias a sus maravillosos amigos.

Los invitados no tardaron de llegar, y todos aclamaban y elogiaban a la joven de piel blanca y cabellos negros por la delicia de bocadillos, nadie se preguntó nunca de donde salió la receta, y la joven agradeció que nadie lo hiciera, al fin y al cabo explicar cómo tuviste que enterrar esos cuerpos sería tedioso.

Ann

Birthday PartyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora