XVI

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Al llegar a casa lo primero que hago es meterme al baño y darme una larga ducha junto con mi bebé, quien luego de cambiarla y darle su biberón, se queda profundamente dormida. Saco la ropa sucia de mi maleta y de la de Heilyn, mientras me dispongo a lavarlas. Las discusiones con mi madre tienen el poder de entristecerme completamente.

Quisiera ser la hija que ella quiere pero es imposible.

Ella es imposible.

Por más que he intentado estar bien con ella es como si le molestara todo aquello que intento para hacerle feliz, así como también le molesta todo aquello que no hago. Un suspiro cansino sale de mi al momento en el que adentro la ropa a la lavadora y le doy a encender. Hace una semana y dos días entregué mi renuncia al restaurante en el que trabajaba, como Alek estará pagándome lo suficiente como para cubrir mis gastos y los de Heilyn, así que ya será necesario. Ya luego buscaré un trabajo medio tiempo, el cual me permita poder continuar con mis estudios y pasar un poco más de tiempo con mi hija, ya que el otro era prácticamente todo el día.

Le escribo a Mike que el encargado del apartamento me ha informado de al alguna llave abierta, que si me puede hacer el favor de venir a casa a revisar que todo esté en orden, me dice en unos minutos vendría luego de entregar unos pedidos. Mike, aparte de ser cantante, diseña camisas y ropa, un gusto que tenemos en común, en varias ovaciones he llegado a hacer dinero extra con el.

Escucho la puerta abrirse y me escondo detrás de esta y justo cuando Mike va a ingresar a la casa, lo sorprendo gritándole encima y casi me estampa de la pared del puro susto que le he pegado.

—¡eres una idiota, casi me matas del susto!—dice aún asustado. Me encanta asustar a Mike.

—Ya ya, no fue para tanto.—le digo haciendo un ademán restándole importancia.

Mike rueda sus avellanados ojos por mi cinismo pero ignora todo aquello. Pasa a la casa y busca un vaso de agua.

—pensé que no venías hasta mañana—me dice antes de desaparecer toda el agua del vaso hacia su barriga.

—Si, al perecer le surgió algo y tuvimos que irnos.—excuso sin saber la verdadera razón por la cual tuvimos que irnos antes.

¿Y si fue por aquella mujer? ¿Y si Alek me mintió y aquella mujer era su esposa? y yo descaradamente con él paseándome por aquí y por allá. No podía ser.

Mike y yo hablamos sobre la chica con la cual lleva tiempo hablando, me dice que los últimos días han sido un poco más recurrentes y que quisiera pedirle que le diera una oportunidad. Yo le digo que se tome las cosas con calma, quizás aquella chica, la cual desconozco, no le gusten las cosas tan precipitadas, porque por lo qué Mike me cuenta, es algo tímida.

Pido comida a domicilio y cenamos con ello, guardándole un poco a Heil quien se levanta un rato después pidiendo comida. Ella saluda a Mike con un gran abrazo y besos mojados en sus mejillas, siempre ha amado a Mike.

Jugamos con ella un poco y le doy el regalo que le traje. Rato más tarde nos encontramos viendo una película de caricaturas mientras se acurruca en mi pecho hasta que se duerme. Mike se encuentra en otro sofá al lado de nosotras, está sumergido completamente en aquellas caricaturas como si su vida dependiera de ello.

Siento mi celular vibrar pero no quiero moverme, me siento tan cómoda y Heil también lo está, que dejo que el celular suene y suene hasta que lo deja de hacer. Pero luego vuelve el teléfono a vibrar y esta vez, si me levanto, tanta insistencia puede ser por algo importante.

Número desconocido.

—¿Hola?— hablo pero no se escucha nada. –¿Hola?—cuelgan.

Me parece muy estupido que aún sigan haciendo este tipo de bromas ultra viejas sin sentido. El celular vuelve a vibrar y lo cojo.

—¿Hola? Si no va a hablar por favor no vuelva a llamar a este número, gracias. —digo por al estupida bromista.

Mike aparece en mi campo de visión con el ceño fruncido e imagino que su expresión es porque el mío lo está pero con molesto.

—¿pasa algo? —pregunta, yo niego con la cabeza.

—no es nada, tranquilo— le aseguro encaminándome hasta la sala de estar.

Tomo a Heil en brazos y la acuesto en la cama. Me encamino a la cocina, limpio los trastes sucios y echo la basura en el contenedor. Mike ahora se encuentra viendo otra película infantil pero esta vez de Bob esponja y no puedo negar que también esa caricatura me encanta.

Así que me deposito en el sillón que estuve y me pongo a ver la película con él hasta quedarme dormida. Al otro día despierto en mi cama con mi hija abrazándome de la cadera y sus pies encima de los míos. Su cabello está alborotado y lo aparto de su rostro.

Me levanto despacio para no despertarla y voy a la cocina a prepararme un chocolate caliente luego de asegurarme de que Mike no está aquí, le escribo un mensaje de texto preguntándole a qué hora se fue anoche y por qué no se quedó a dormir.

Me responde que si lo hizo pero que se fue temprano porque debía hacer varias entregas, también me dice que me dejó una nota en caso de que él no pudiera responder y yo no me preocupara. Encuentro la nota pegada al espejo del pasillo.

"Buenos días, dormilonas.
Me voy temprano porque debo hacer un par de entregas y hacer unos cuantos arreglos por lo que no me quedaré esta mañana."

Cuando el chocolate está listo en lo sirvo y me dispongo a prepararle el desayuno de Heil mientras tomo de mi chocolate. El día esta nublado y puede que más tarde llueva, así que está perfecto para quedarse en casa y acurrucarse mientras se ve alguna película en la tv.

Escucho unos cuantos quejidos y me apresuro para llegar a la habitación y abrazar a Heil. Está al verme a su lado sonríe risueña y me abraza con sus pequeños bracitos. La tomo en brazos y la llevo hasta la cocina, sentándola en su asiento alto, especial que está frente a la cocina para que pueda verme.

Ya listo lo sirvo y comemos gustosas el sabroso puré de papas con queso que he realizado, el cual a mi hija le encanta. El día se pasa volando, Heil moviéndose de aquí para allá con sus juguetes y haciéndome jugar también con ellos, hasta que a media tarde después de un par de horas después de comer, decido bañarla para que tome su siesta.

Le enjabono y enjuago su cuerpo con agua no muy fría ya que el clima fuera esta un poco frío. Ella juega con la espuma y me la pone en los brazos, poniéndose espuma nuevamente en su cuerpo. La enjuago otra vez y la saco de ahí envolviéndola en una toalla. La visto con su pijama, le preparo su biberón y rato más tarde se encuentra profundamente dormida.

Yo aprovecho para darme un largo baño, lavarme el pelo y depilar ciertas partes que ya ha comenzado el vello a resurgir. Al terminar salgo, seco mi cuerpo y me visto con mi cómodo pijama favorito. Tomo una toalla para secar mi cabello, el cual me está mojando la espalda y escucho como tocan la puerta.

Me encamino hasta ella, observando por la mirilla de la puerta quién debe ser y me encuentro con nada más y nada menos que Alek, vestido de traje y corbata con el pelo amarrado. Este mira su reloj y vuelve a tocar el timbre, sus intensos ojos grises se concentran en el punto de cristal de la mirilla y aún éticamente mi cuerpo tiembla con esa penetrante mirada. Esta vez, toca suavemente con los nudillos y yo abro la puerta para evitar que Heil despierte por tanto alboroto.

—¿que haces aquí? —es lo primero que pregunto para luego darme cuenta de lo descortés que aquello ha sonado, por lo cual me retracto—disculpa.

—no lo hagas—simplemente dice.

—¿Quieres pasar?—le pregunto, haciéndole ademán para que ose.

Él asiente y se adentra a mi casa observando su alrededor. Su vista mantiene enfocada en unos cuadros del pasillo queda hasta la sala, en ellos aparecemos Heil, Papá, Mike, mi madre y yo. Fotos mías embarazadas una de cuando yo estaba pequeña. Las observa con intensidad aunque en algún punto le veo arrugar la cara pero luego aparta su vista de todo aquello y posarla en mi.

El amigo de un amigo (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora