Oscuridad

El inicio

La noche estaba en calma, hacía frío y algo de viento, pero estaba en calma. Cualquiera en la ciudad se podía fijar en los bonitos edifícios con luces adornando las ventanas y fachadas.

La noche estaba en calma y solo se podía oir el ruído de los pájaros emigrando a quien sabe donde.

La noche estaba en calma y solo se oían los pitídos de los coches conduciendo por la autovía.

La noche está en calma y una figura sale despedída de uno de los edifícios, siendo empujada contra el vacío.

La noche estaba en calma y yo Jack Rider morí aquella noche.

Me despierto como siempre, cansado de tanto estudiar. La preparatoria se me hacía muy pesada pero ya quedaba menos para poder graduarme e ir a la universidad y conseguir mi titulo de estudiante de mitología y estudio paranormal. Me vestí y me limpié los dientes algo agitado, pues hoy tenía el examen final y si sacaba mala nota mi beca sería cancelada.

Me despedí de mi madre con un ademán rápido ya que la prisa que yo tenía era inmensurable. Mientras caminaba pensé en aquél sueño que me martirizaba tanto desde los 13 años: me encontraba en la misma calle por la que cruzo ahora y todo se tornaba a negro... no, no es esa la palabra que busco, era oscuro. Todo era engullido por esa especie de oscuridad y podía intuir una voz sin saber que decía.

Seguí caminando, pensé que llegaría tarde pero...  un momento, ¿no he pasado el mismo semáforo dos veces? En ese instante me dí cuenta de que todo se había vuelto un bucle infinito y se había parado el tiempo.

-¿Qu... qué narices está pasando?- dije sin obtener ninguna respuesta.

De repente yo Jack Rider dejé mi vida atrás. Todo lo que algún día conocí desapareció ante mis ojos.

Una especie de "ángel" con cuernos estaba posado en la estatua de la calle. El me miró y yo le miré, e intercambiamos dos tipos de miradas diferentes, la suya era de furia y la mia era de puro terror. El ángel se bajó de la estatua causando un leve pero fuerte movimiento sísmico y alzó sus alas. No eran alas blancas, tal y como nos cuentan en la biblia, que el ángel sea puro y blanco, pero tampoco era un demonio, porque aunque llevaba cuernos no llevaba signos demoníacos ni mucho menos alguna cruz invertida. A la hora de desplegar sus alas, eran alas de plumas negras, muy oscuras.

El ángel iba acercandose a mí a paso ligero y salí corriendo despavorido pero, se teletransportó a mi lado y pude verle bien. Era un ángel muy joven, debía rondar los 22-23 años, en ambos ojos unas pinturas de color rojo le cubrían desde el parpado hasta el final de la cara. Su mirada no podré olvidarla, eran unos ojos completamente oscuros con el iris de dos colores, el izquiedo era rojo y el derecho amarillo.

-Tu debes de ser Jack Rider, descendiente del antiguo profeta Simone Azazel-Dijo con una voz ronca y seca.

-¿De qué estás hablando? Yo soy Jack Rider y no sé quien es ese Simone Azazel-Decidido encaré así al ángel. Algo atravesó mi pecho y si, en efecto, era su espada que me atraveso como si mi vida no fuera nada. Mi sangre empezó a borbotear, pero no era sangre roja... más bien era negra.

-Simone Azazel fue el profeta que huyo con las tablas de Kastius y fue maldecido el y toda su estirpe. El fue el revelador del secreto de los ángeles oscuros y toda su estirpe a largo de sus siglos fue maldecida y dado caza. Tu eres el único que falta de esa estirpe- Proclama así el ángel.

Estaba yo ahí tirado en la calle sin creer que todo eso fuera verdad y apunto de dejar de existir cuando, cerré los ojos unos segundos y vi una estrella blanca cayendo  suelo.

-Capeius, no te saldrás con la tuya-dijo aquella estrella que poco a poco revela la figura de una chica rubia y delgada de la misma edad que yo creo.

Vestía una especie de semitúnica por no decir que casi iba como la trajeron al mundo, algo que intuí muy propio de los ángeles.

-Virginia...te ha mandado Casius¿verdád?-Gritaba como loco Capeius-Las tablas las conseguirá el señor Nimbus y nadie podrá salvaros ¡Nadie!

De repente lanzo una onda de luz que iba en mi dirección y esta chica me protegió, cerrando sus alas en torno a mi cuerpo. Estaba muy confuso y mareado debído a la perdida de sangre que estaba sufriendo y lo que pude ver fue una pelea entre dos ángeles, dandose espadazos y arañazos. Capeius atravesó a Virginia con su espada en el vientre y esta se desparramó por el suelo.

-Cuando acabe contigo no habrá más molestía por vuestra parte-Inquirió Capeius.

Lo siguiente que recuerdo fue que todo quedó en negro y yo me sentía despierto pero en oscuridad. Virginia la cual sería mi compañera más adelante me contó lo que ocurrió en este tiempo que estaba en otro mundo.

Me levanté aún desangrandome y me dirigí a Capeius el cuál me miró con desprecio.

-Maldito humano¡deberías estar muerto!-Me amenzaba él.

Algo extraño manejaba mi cuerpo, me estaba transformando en un ángel, pero era muy distinto; a un lado mi cuerpo era de ángel oscuro pero en el otro era de ángel blanco. En mi mano apareció una espada con una serpiente enrrollada, quizás simbolizase al demonio de Adan y Eva en el Edén.

Rápido le propiné un puñetazo y un cabezazo. Entramos en una pelea en la que el más violento de los dos podría ganar. Fui dandole golpes haciendole sangrar mientras el no me podía tocar. Trasladamos la batalla al aire en la cual yo le corté las alas y cayó al suelo rompiendose ambas piernas

-¿Qu...Qué es lo qué eres tú? No, no puedes ser mortal no... ¿Quien eres?

-Me llamo Sonne y aniquilaré a cualquier ángel que deseé conseguir las tablas Kastius.

Atravesé su cabeza con mi espada y una luz oscura se volatilizó en el aire. Aún seguía en mi forma de ángel y decidí llevarme a esa chica y curarla.

Mientras andaba con la chica en brazos el mundo había dejado de ser el mismo, todo estaba parado y no había actividad.

Un dolor muy agudo me invadió  y tuve que soltar a la chica; me estaba destransformando.

Perdía la piel, y las alas hasta que sólo se podía ver un esqueleto que era como una especie de segunda piel que recubría mi cuerpo verdadero... una armadura...

Me desplomé ante aquella tarde otoñal con la chica al lado.