✒Las Serafini son la cosa más rara del mundo. Algunos los llaman amplificadores por su extenso poder mágico.
Suelen venderlos y tienen gran valor, su cabello, su sangre y sus huesos son lo que más vale.
Hubo una rebelión, todos los Serafini capturad...
Antes de que anocheciera, fui a buscar a Jesper con la sorpresa de que había perdido todo lo del carbón de alabastro, pero no sólo eso, huía de una personas furiosas, me grito que corriera. Ahora ambos corríamos, por su culpa estaba implicada en un maldito robo.
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Hwaxin llegó al punto de encuentro que le había dicho Kaz, pero no había nadie más que un letrero con la advertencia de un campo minado. Escucho la voz de Kaz diciéndole que fuera, que estaba bien.
Volteo a ver por donde venía Jesper, ella era más rápida que el. Ya estaba por llegar asi que comenzó a correr. Se dividió en aves para no tener que tocar el suelo. No confiaba en que ese campo no estaba minado.
Se unió dentro y detrás de ella venía Jesper.
—¿Esto es seguro?—pregunto Hwaxin en cuanto pudo moverse con su cuerpo entero.
—Tiene que—decía mientra prendía las lámparas. —Dime que tienes nueve kilos de carbón de alabastro—
—Hubo un pequeño percance—decia Jesper viendo al conductor. —Resulta que el chico que me ayudaba a comprar carbón—
—¿Chico? Se suponía que Hwaxin tenía que ayudarte—le dijo Kaz.
—La perdí—se defendió.
—Yo no me perdí, tu te largaste—dijo Hwaxin viéndolo.
—De cualquier modo, ese chico no sabía exactamente cómo comprarlo—estaba mintiendo era claro y Kaz se lo hizo saber.
—Perdí parte del dinero—confesó.
—Ya di la verdad. No nos vamos a enojar—le dijo Hwaxin.
—Está bien perdí todo el dinero. Pero, logré robar nueve kilos de carbón de alabastro—dijo dándole el costal de tela al conductor.
—No, ahí hay siete— apuntó Hwaxin a la bolsa.
—Son nueve—insistió.
—No, aquí hay siete kilos—apoyo el conductor viendo la bolsa.
—Bueno, siete kilos de carbón de alabastro—seguía con su sonrisa. Hwaxin también sonreía por el evento. Más por nervios que por felicidad.
—¿Son suficientes?—pregunto Kaz al conductor el lo negó. Hwaxin se sento en una esquina. Una expocion la hizo saltar del susto. Kaz se fijo por la ventanilla. Las minas no eran tan falsas.
El conductor estaba dándoles indicaciones, tenían que mantener un peso específico en las esquinas de la máquina. Hwaxin estaba al lado del conductor.
