Capítulo 4- La foto

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Oscuridad conforme pasa el tiempo dejamos de temerla a la oscuridad, dejamos de necesitar esa lamparita que ilumine nuestro cuarto en las noches. En mi opinión no es porque le dejes de temer a la oscuridad sino porque se vuelve irrelevante a comparación con la verdadera oscuridad que se puede llegar a encontrar. Empecé a darme cuenta de la crueldad del mundo entonces me convertí en mi propia lamparita que iluminaba mi cuarto, pero cada golpe, cada palabra, cada critica, cada impacto pegaba más fuerte haciéndome imposible iluminar suficiente como para ahuyentar la oscuridad.

Arlet

Oscuridad. La foto que había en mi casillero era oscura, los recuerdos vinieron podía sentir los golpes, los puñetazos impactando mi abdomen, las voces recordándome lo débil, los ojos que llegue a admirar sin un rastro de remordimiento eran como dagas que entraban a mi pecho recordándome que no debo de romper la regla, pero ya lo había hecho y sufrí las consecuencias. No confíes en nadie, y yo lo hice me rompió literalmente tengo cicatrices visibles en mi abdomen e invisibles de aquel día, pero lo que más me dolió fue el saber que no había una explicación, que no hubiera algo que lo justificara que no hubiera un el fin justifica a los medios. Lo que no te mata te hace más fuerte, él no me mato error suyo, porque si lo veo no voy a tener compasión.

Trate de apagar mis emociones de sentir más, solo era una estúpida foto. Entonces cuando empiezo a buscar ve que los malditos archivos ya no están.

El ajedrez, la peleas y los debates todos se ganan con el mismo aspecto en común; instinto te pueden enseñar mil reglas, estrategias y esa mierda, pero lo que te separa de la victoria o te acerca es lo que sabes, aunque no haya una explicación racionable para ello. Alexander se que el está involucrado en lo del archivo. Y ¿quién es que tenía la foto? Tan solo tenía 13 años ahí debió de haber sido alguien que estuvo en el momento, mi padre había borrado las existencias y rastros de todas las fotos y videos que tuvieran que ver con ese día, las únicas personas que podrían tener una es Amelie, mamá y el cobarde que también sale en ella.

Olvide que traía mi celular y al parecer ya llevaba rato sonando.

-Arlet- había mucho miedo en la voz de mi hermana- Arlet no vengas a casa

-¿Qué? ¿Por qué? ¿Estás bien?

-Los agarraste los malditos archivos y los has perdido llamaron a papá amenazándolo con publicar la información que hay en ellos, esta muy enojado no como otras veces además ha tomado demasiado...

-¿Estas bien?

-Si pero perdóname le tuve que contar que fuiste tú quien me quito los archivos y... quizás exagere un poco la verdad pero estaba gritando y quiere saber a donde te has ido- soltó un pequeño sollozo- quiere saber a donde te vas todas las noches que desapareces... no tengo opc-

-Claro que la tienes, yo he sufrido por ti y no te debería de pedir lo mismo, pero no se lo digas solo esta vez. - extrañamente suplique, pero era mucho lo que había pasado en tan poco tiempo que la frialdad que siempre aparecía se negaba a salir.

-Arlet...- Todo se estaba acomodando de una manera raramente perfecta, todo estaba alineado.

-Dile- solté un respiro- pero dile que vine a una fiesta ahora necesito que hagas que el chofer venga por mi y cuando lo consigas tienes que pasarme un...

Cuando termine de hablar con Amelie su miedo había disminuido. No es que fuera débil pero cuando ella era pequeña yo era quien al cuidaba yo era quien le pintaba una familia perfecta, una vida feliz, cariño por parte de nuestros padres. Y ahora que ya no le puedo ocultar nada ni mentirle no sabe que hacer con situaciones como esta, se llena de miedo y hace cosas estúpidas. A veces me pregunto si hubiera sido mejor no protegerla para que cuando fuera grande tuviera la fortaleza suficiente para enfrentar, para enfrentar lo que le falta.

Las lágrimas salían de mis ojos ante la foto que seguía en mi casillero. La rompí en cachitos cada vez más pequeños todo con la esperanza de que si la foto estaba destruida el recuerdo también.

Sentí un escalofrío en la espalda y al compás alguien toco mi espalda.

-Su padre me ordeno que la recogiera y su hermana me pidió que le entregara esta carta- dijo Alexander mientras me extendía el sobre

-Tu háblame de tu yo no soy tu jefa. Llámame, Arlet- a pesar de que mi cara no lo demostrará mi adrenalina estaba al límite, no por miedo sino por la curiosidad por la certeza de que en poco tiempo sabría la información que tanto había anhelado desde él llegó.

-Esta bien Arlet- extrañamente se sonrojo y pude notar que su timidez era genuina.

Nos encaminamos al carro y Enel pasillo me encontré a Thomas quien con solo una mirada supo que no debía de mencionar nada de las drogas y simplemente me dedico una sonrisa a modo de saludo.

Estábamos justamente adelante del carro y acerque lentamente a Alexander, él no se estaba moviendo solo me miraba confundido, entonces me acerqué aún más puse mi mano en su cara como si lo fuera a besar y cuando la distancia ya era escasa cambie mi mano de posición apretando su cuello impidiéndole respirara adecuadamente, presione más mi agarra enterrándole las uñas la satisfacción de ver como se suprimía el rogar era inmensa.

-Ahora le vas a decir a tu jefe que ya se que hay un espía- susurré mientras que con la mano que estaba sujetando un cuchillo impidiéndole moverse, se iba encajando levemente en su marcado abdomen.

-Eres como él dijo que serías, impulsiva- dijo con un rastro de voz, la sangre comenzó a gotear- y una maldita estúpida-mi padre... él estaba adentro del carro observando todo y ahí lo supe esta noche yo no dormiría al menos no en paz.


Subestimarme siempre lo hacían dándome más poder, más del que yo ya poseía...


Fue un capítulo corto, espero les haya gustado. De verdad no saben lo feliz que me harían dejando su voto :)

Trataré de subir otro capítulo hoy. Besos. 

La última batallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora