Capítulo 25

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El pelinegro sonrió con cierta ternura al sentir las pataditas de sus niñas, acariciaba su vientre con dulzura, dejando caricias para calmar a sus bebés. Qué linda era la vida que le estaba dando aquello que más anheló, ser papá era algo que venía pidiendo desde hace años. Ahora estaba muy feliz con todo lo que estaba viviendo. De todas las experiencias aprendía, de las buenas como también de las malas. Y lo que ocurrió con Frank fue solamente cosa del pasado, algo que debía olvidar porque su esposo siempre lo amó y siempre lo amaría. Y Gerard también lo amaba mucho.

El joven de veintiséis años se encontraba sentado en su cama, acariciando su vientre, sonriendo, imaginando lo bellas que serían sus niñas, imaginando la hermosa vida que tendría junto a Frank.

— Gerard — Dijo Mikey en un tono serio, entrando a la habitación del pelinegro, quien lo miró bastante preocupado — ¿Piensas perdonarlo?

— No necesito perdonarlo, yo lo amo — El rubio sólo suspiró, avanzando un par de pasos más hasta sentarse en la cama en la que su hermano mayor estaba. No lo miraba, Mikey estaba muy mal, se notaba — Sé que te preocupas, Mikey... Entiendo que tengas miedo de que me haga daño, pero él no es capaz de hacer algo así, él es inocente y me ama al igual que yo lo amo a él — Dijo tratando de hacerle entender que Frank no era alguien malo. Y se puso aún peor cuando escuchó un pequeño sollozo del menor, quien cubrió su rostro con sus manos — Mikey...

— No sólo tengo miedo de que te lastime, Gee. Tengo miedo de que me abandones — Confesó entre lágrimas, sintiéndose cada vez más débil — Sé que debo apoyarte en cada decisión que tomes, pero me es muy difícil, no puedo dejarte ir... — Gerard no dudó en acercarse a su hermano para envolverlo en sus brazos — Te fuiste una vez, no lo harás de nuevo...

— Él es el amor de mi vida, Mikey. Tendré dos bebés con él, seremos papás. Además yo estaré siempre para ti, Mikey. Siempre lo estaré — Susurró con ternura al mismo tiempo que acariciaba sus suaves cabellos rubios, dándole esa calma y cariño que necesitaba desde hace tiempo.

— ¿Volverías a dejar a tu mejor amigo por quien dices que es el amor de tu vida?— Soltó Mikey de repente, aún entre sollozos, escondiendo su rostro entre sus manos, sintiéndose cada vez peor. La angustia de hace años se hacía presente en el menor, y ahora le tocaba mostrar su dolor — Cambiaste por completo cuando Frank apareció en nuestras vidas...

— Yo sigo siendo el mismo de siempre, Mikey. Soy el que te hacía dibujos de superhéroes, soy el que te ayudaba con tu tarea, soy el que te cantaba para que duermas, soy el que jugaba a las escondidas contigo, soy tu mejor amigo para siempre...

— No... — Dijo en un hilo de voz — Ese Gerard sólo es parte del pasado... El Gerard que me mostraba cómics y me ayudaba con lo que sea quedó en el pasado. El Gerard de ahora se la pasa sufriendo por un imbécil que me lo robó cuando más unidos éramos — Se separó del abrazo y lo miró directo a los ojos. Los ojos verdes de Mikey ahora se encontraban rojos debido al intenso llanto, y Gerard estaba comenzando a sentir una presión en el pecho debido a todo el daño que le había causado a su hermano — ¿Por qué te fuiste sin siquiera dudarlo? Te fuiste dejándome solo, sin importarte nada, sin siquiera importarte si yo me encontraría bien. Sólo pensaste en ti, en tu propia felicidad. Tú nunca fuiste egoísta, pero aquel día me demostraste que yo no era tan importante para ti.

— Mikey... yo... — Los ojos de Gerard se estaban humedeciendo de a poco, y su cuerpo ahora comenzaba a temblar.

— Lloré, lloré mucho y sigo llorando. Eras mi mejor amigo, Gerard. Pero cambiaste mucho, demasiado. Apareció Frank y él fue quien te importó, porque a mí me dejaste de lado. ¿Pero te sirvió de algo abandonarme? No. Porque aún así sufriste a causa de ese infeliz, lloraste durante tres meses, lloraste por su ausencia y sus cambios de actitud. Lloraste día y noche. ¿Y quién estuvo ahí a pesar de todo? Así es, yo. Yo estuve ahí para consolarte, para decirte que todo estaría bien, traté de ayudarte para que sigas adelante. Pero tú no estuviste cuando yo lloraba y me sentía vacío por dentro, pudiste curarme, pero no, porque nunca te importé — El pelinegro ahora estaba llorando, su corazón se estaba destrozando en estos momentos al escuchar aquellas palabras de su hermano — ¿Y sabes qué? Si Frank te dice de irte con él, entonces vete, pero no vuelvas, ya no queda nada de mi mejor amigo, sólo queda un chico que su corazón fue destrozado millones de veces por aquella persona que dice amarlo — Al terminar de decir aquello se marchó de la habitación, dejando a Gerard llorando por lo dicho.

Sin dudas había dañado mucho a Mikey. Sí, desde pequeños hasta en su adolescencia habían sido muy unidos, sus padres no tuvieron preferencia y eso hizo que puedan criarse y tratarse como mejores amigos. Jamás imaginó que su partida desde hace años atrás pudiera afectarle, nunca pensó que eso podría llegar a pasar, sólo creyó que lo ayudaría o apoyaría en su decisión. Pero quizás sí, fue egoísta. Pero a pesar de que dejó su casa, decidió remendar eso llevando también a Mikey consigo para tenerlo cerca suyo, porque no sólo lo extrañaba, sino que no quería que se separaran por mucho más tiempo.

...

Había sido muy difícil para Gerard levantarse esta mañana, porque aún se seguía sintiendo mal por todo el daño que le había ocasionado a Mikey, su pequeño hermanito... Hasta quiso hablar con el rubio sobre todo este tema, pero cuando entró a su habitación no lo vio allí, ya se había ido. Simplemente suspiró bastante dolido y decidió abrir la puerta ya que estaba sonando.

— Gee, buen día, caramelito — Saludó Frank con una gran sonrisa en sus labios, con una bolsa de comestibles en su mano derecha. Pero el tatuado borró su sonrisa al ver el estado de su pelinegro, quien a pesar de que sonrió, se notaba que se encontraba mal — ¿Qué pasó, corazón?

— Nada, Frankie... Estoy bien — Contestó, volviendo a hacer otra sonrisa, la cual no convenció del todo al castaño, quien llevó su mano libre a la mejilla del joven a quien tenía enfrente suyo, para poder acariciar su piel con ternura.

— Sabes que puedes decirme lo que quieras, ¿Verdad? — Gerard asintió, sintiendo esa hermosísima calidez en su pecho cada vez que Frank lo tocaba — Te amo — Soltó con mucho cariño. El pelinegro sonrió sincero y se abalanzó a sus brazos, rodeando su tatuado cuello, sintiendo su aroma tan varonil, sintiendo sus fuertes brazos rodearlo para apegar aún más sus cuerpos.

— Te amo más, Frankie...

— Debemos hablar de algo importante, Gee.

— Claro, dime — Contestó sin separarse de ese hermoso abrazo. Frank se quedó en silencio unos cuantos segundos, pero en ese tiempo no dejó de repartir caricias con su mano libre en la espalda de su Gee, quien se estaba impacientando, pensando en que podría ser algo malo aquello que tenía para decirle.

— ¿Te gustaría vivir conmigo? — Preguntó, muy decidido de aquello, estando seguro en que Gee también querría vivir con él y así formar su familia  — Mi papá me dio trabajo en su empresa, hasta me dio la casa del bosque de la que tanto te hablé una vez, ¿Recuerdas?— La casa de la que hablaba Frank era de su abuela, donde estaba en el bosque y había muchos árboles con los cuales jugaba, y además había un lago muy cerca, donde decía que iba allí cuando era verano.— Nuestras hijas pueden crecer allí, es una casa muy grande y muy hermosa. Podemos formar nuestra familia, y hasta podemos tener muchos perros si gustas. Quiero estar a tu lado, Gee. Quiero que seas lo primero que mis ojos vean al despertar, quiero tenerte nuevamente, quiero hacerte feliz... — Aquello último lo susurró en su oído, haciéndole sentir millones de cosas dentro suyo, pero aún se seguía sintiendo mal por todo lo que Mikey le contó. No podía abandonar a su hermano de nuevo. Pero tampoco podía dejar a Frank. ¿Qué se supone que haría? ¿Mejor estar solo? No, Gerard no era así. No quería lastimar ni a su hermano ni tampoco a Frankie.

•••

A partir de ahora es todo ternura.

Love of my life •Frerard•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora