Capítulo 3

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Capítulo 3

Minutos después de estar en la casa, empezó a llover, el día se puso frío y pues, todo se sentía triste y solo...

Yo solo pensaba en todo eso, por qué mamá y papá no me dijeron, por qué debía ser yo. Pero lo entendía, no podía pretender echarle la culpa a ellos si desde luego no sabían nada. Yo había nacido por casualidad de la vida de esta forma, siendo de otra especie.

Estaba echada en la cama sin ganas de nada, pero de repente el estómago me rugió de una manera abrupta y recordé que no había comido nada durante el día, así que fui a la cocina a prepararme algo de comer.

Yo ya no era humana, y me costaba asimilarlo...

Me preparé unos ricos sándwiches y me quedé un momento sentada en los sillones de la cocina ingiriendo aquello.

Pero de momento sentí la presencia de algo, más bien de alguien, y me quedé paralizada allí, porque sabía que si era algún otro Orate podía ser arriesgado estar cerca, porque yo aún no controlaba esta cosa. Y desde luego era un Orate.

Era innovador lo que sentí, porque lo sentía cada vez más cerca de mis entrañas y eso era nuevo para mí. Me pregunté qué hacía un Orate por aquí y qué quería. Pensé desplazarme con cautela hacia mi habitación que quedaría más lejos de aquel, pero también quería saber dónde se encontraba esa persona que lo sentía tan cerca. No obstante, me llevé tremenda sorpresa; aquel ya estaba observándome en el ventanal de la cocina.

No supe cómo reaccionar ni qué hacer, me quedé allí paralizada para mis adentros, esperando a que por lo menos él pronunciara algo.

Era un chico, y no daba miedo, no transmitía temor, sino más bien atracción, porque sus rasgos físicos eran totalmente perfectos, sus ojos de color azul me penetraron bastante y se podría decir que eso era nuevo para mí, porque a decir verdad, nunca había tenido choques con un chico, era muy reservada, por ende, nadie se me acercaba. A lo que podía ver, llevaba un suéter de mangas cortas de color negro, con una frase de letras blancas en el interior de éste que decía; TODOS SOMOS IGUALES.

Su cabello estaba empapado de agua adherido a su piel y no por eso se veía menos atractivo, al contrario, lucia casi perfecto, eran negro azabache con un brillo auténtico y reluciente.

—De por Dios— emitió sonriendo, su voz era grotesca y varonil—, juraba que me divertiría esta noche, pero resulta que eres una chica ¿ah?

No sé a qué se refería con eso de divertirse.

— ¿Quién eres? —Fue lo único que me salió decir. El chico siguió emitiendo su risa burlona—, ¿no ves que está lloviendo?

— Por supuesto que lo veo chiquilla, más bien, estoy todo mojado—, objetó, alzando las manos y mirándose todo empapado de agua.

Desde luego, sí, estaba ya todo empapado porque la lluvía era fuerte, aunque ya en ese momento estaba cesando.

—No me has dicho quién eres—, repuse.

— Ah, eso, quien soy... —Hizo juego con sus dedos, en modo pensante—. Soy Harry Jester. Pasaba por aquí con intenciones de divertirme, pero ya veo que la noche conspira contra mí— miró hacia los dados y prosiguió—, me cae un tremendo diluvio y me encuentro con una chica, cosa que no me esperaba, y en fondo ve que estoy como un pollo mojado y no es cortés de hacerme pasar a su humilde casa.

Aquello fue como una bofetada sin manos.

¿Cómo se suponía que dejaría entrar a un extraño en mi casa casi a media noche? Era algo tonto de su parte la verdad.

—¿Disculpa?

El emitió una risilla, fue más para el que para mí, pero yo pude escuchar.

—No voy hacerte daño chiquilla—, pronunció otra risa aún más fuerte— ni que fueras humana para ello. Estamos en confianza, somos familia— aquello último lo dijo en susurros.

Su ápice de burla no me inspiraba confianza, apesar de ser un Orate al igual que yo, no dejaba de ser un desconocido para mí.

—No voy a dejarte pasar, es tarde. Vete a tu casa que la lluvía ya cesó—, musité, ceñuda.

El seguía emitiendo risas que incomodan el momento.

Era algo molestoso.

—¿Eres así todo el tiempo? —Puso cara de desconcierto.

—¿Así como? —Rebatí como respuesta.

Harry hizo un movimiento ligero y pude notar que traía un tatuaje en el exterior de la muñeca izquierda, por donde cruzaban las venas, creo que eran letras, pero no alcancé a ver con exactitud lo que decía.

—Aburrida y amargada —soltó.

Reí un poco, por el tono que mencionó aquello me dio un poco de risa. Y más porque sabía que yo no era nada así.

—No lo soy, solo que si te fijas bien, acabo de conocerte justo ahora y no puedo meterte en mi casa a estas horas sin más, como que nada— le recordé. —Ahora si me disculpas, debo ir a descansar, he pasado un día pésimo.

Me paré del asiento llevando consigo el plato que había ensuciado al fregadero, y le mostré que hablaba enserio y que ya me iba hacia el centro de mi casa.

—Bien bien, ¿al menos me dices tu nombre? Para recordar algo de ti, chica amarga y agua fiestas.

Le propiné una risa amable.

—Mi nombre es Eden Ferrero, Harry— omití mientras me dirigía hacia la salida de la cocina —Un placer en conocerte.

Y me impresionó que no mencionó nada más ante lo dicho por mí...

Me adentré a mi habitación y me tiré en la cama mirando el techo, desde luego me puse pensativa, anulando mi estancia.

Entonces de momento llegó a mi cabeza esa pregunta que me sacudió de golpe.

¿Dónde quedaba la tal Cofradía?
¿Cómo se supone que iba a llegar allí?

Era estúpido que a esa chica se le zafara esa información tan importante, por mi parte es aceptable que se me chipoteara esa pregunta porque tantas cosas que tenía ante mí por saber que esa no era una muy relevante, así que desde luego ella tenía toda la culpa de no tener esa pregunta de ante mano.

No podía adivinarlo, ni siquiera mi súper poder de matar a personas con mi mente me llevaría hasta ese lugar, tenía que ingeniármelas para poder asistir.

Pienso que, es un poco loco todo esto porque, ¿cómo es que no han encontrado eso misterioso el hecho de que encuentren a personas muertas normalmente tan seguido? ¿O es que ni siquiera lo toman en cuenta? Porque considerando que hay tantos Orates en todas partes de la cuidad es equivalente a que surgen muertes constantemente.

Y me preocupé por el resto de mis familiares que vivían en la ciudad, ¿qué sería de ellos? ¿La estarían pasando bien, sin Orates a su alrededor que les arrebataran la vida? No lo sé ni lo sabría nunca, por el simple hecho de que la información no llegaría hasta acá, porque ya no quedaba nadie más que yo, y yo ya no les importaba.

El pensar en mi familia me atisbó la preocupación, así que trajo consigo sueño, y yo ya no quería seguir combatiendo con la realidad, así que me dejé dominar por el...

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