Gaeul y Hyunjin tienen muy claro que lo suyo no va más allá de una amistad. Pero son los únicos que no se dan cuenta de que se miran de todo, menos como amigos.
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Hay algo que Gaeul tiene siempre en mente: no confiar del todo en nadie.
Por esa ra...
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Gaeul no era una gran fan de Stray Kids. De hecho, solo se sabía algunas canciones suyas por culpa de Seohyun, no porque de verdad le interesase el grupo, pero se dio cuenta de lo duro que trabajaban cuando después de decirles los errores que tenían se pasaron casi una hora practicando, hasta que quedó perfecto.
—Creo que deberíamos descansar —propuso Chan, cuyo pecho se agitaba debido a la fuerte respiración tras dar lo máximo de sí—. Seguimos después.
La bailarina, que había vuelto a sentarse en la banqueta que los chicos habían traído para ella, se sorprendió ante las palabras del líder. ¿De verdad van a seguir practicando? ¿Incluso cuando no hay ya ningún error?, se preguntó a sí misma, y la respuesta le llegó apenas cinco segundos, cuanto todos asintieron con dedicación.
Se dirigieron a la esquina donde estaba el ordenador desde el que ponían la música, y en ese momento Gaeul se dio cuenta de que allí también había un par de mochilas, de donde sacaron barritas energéticas y bebidas llenas de un líquido que no reconoció. Quizás eran batidos de proteínas, café o chocolate.
Tras tomar todo, se sentaron en medio de la sala para hablar sobre qué harían después de la práctica y comentar todo el horario que tenían planeado para la semana. La joven, a pesar de que sentía curiosidad, decidió ponerse con el móvil, intentando disimular, para no parecer una cotilla o una interesada.
Mientras el juego que había seleccionado para pasar el tiempo del descanso se cargaba, comenzó a darle vueltas a todo lo que había ocurrido esa mañana, y aquella fue la peor decisión que pudo haber tomado: lo que empezó siendo un mero repaso mental, terminó en pensamientos que empezaron a hacer que el pánico se instalase en su cuerpo.
¿Y si había sido demasiado atrevida al comentar aquellos errores, incluso si le habían preguntado? ¿Y si se pensaban que era una exhibicionista por haberlo escenificado, en vez de explicarlo con palabras? ¿Y si se había pasado de la raya, siendo demasiado confiada? ¿Y si después del ensayo, cuando estuviesen a solas, la criticaban por parecer una sabelotodo?
Aquellas fueron algunas de las preguntas que poblaron su mente de un momento a otro, y que hicieron que un pequeño nudo se instalase en su estómago.
Se sintió tan incómoda que ni siquiera prestó atención a Genshin Impact, que se había descargado hacía unas semanas para pasar el tiempo libre, gracias a la recomendación de Hyebin, uno de sus compañeros de baile; al tratarse de un juego de lucha, necesitaba concentrarse, o de otra manera moriría y tendría que volver a empezar de cero.
Y eso fue exactamente lo que pasó: tenía tantas cosas en la cabeza que ni siquiera prestó atención cuando unos monstruos le dieron una paliza a sus pobres personajes. Solo se dio cuenta cuando apareció una pantalla negra que indicaba que tenía que reintentarlo.
—Mierda —se quejó, tan frustrada que ni siquiera pudo controlar aquella mala palabra que se escapó de sus labios.
Esperó que el grupo, tan enfrascado en su conversación, no se hubiese percatado del insulto que había soltado, pero cuando levantó la cabeza se encontró con unos ojos que la miraban sorprendidos, como si no se creyesen que hubiese pronunciado tal improperio.
