Había pasado ya un año desde que el Hombre de la Luna me nombró como su Emisaria y aún no sabía qué diablos hacer. Había vivido todo este tiempo con Pitch y sus pesadillas.
Era un aburrido Jueves por la mañana, el día estaba nublado y el aire estaba un poco frío; me encontraba sentada en un tronco al exterior de la guarida de Pitch, la cuál se había abierto paso en el mismo bosque donde vivían mis Kelpies. Estaba tranquila, respiraba el delicioso aroma a pinos y tierra húmeda del ambiente. Entonces sentí un cálido abrazo por la espalda.
–¿No tienes frío?– Me preguntó el pelinegro con un tono dulce.
–Un poco, ¿y tú?– No me respondió con palabras, sólo se sentó a mi lado y recargó su cabeza en mi hombro sonriendo levemente. Lo acomodé en mi regazo como a un niño pequeño y besé su frente; me encantaba tenerlo así, relajado y contento.
Él cerraba sus ojos con tranquilidad mientras lo calentaba con mi cuerpo, debía verme como una madre que protege a su hijo.
Por alguna razón miré hacia el cielo y vi una preciosa águila blanca planeando para luego perderse entre los altos pinos.
El relincho de Vantablack desde el agua llamó mi atención, teniendo que mover a mi hermoso pelinegro para poder acercarme al animal. Éste bajó su cuerpo lo más que pudo para que pudiera montarlo.
–¿Quieres que te acompañe?– Me preguntó Pitch.
–Lo agradezco pero creo que será mejor que vaya yo sola, sólo iré a ver qué lo tiene tan alterado, podría ser sólo una estupidez– Le dije acariciando las crines del Kelpie. Él asintió suspirando con rendición. Tomé con firmeza las riendas de Vantablack. –Te amo.
–Yo también te amo pequeña– Me respondió. El Kelpie comenzó a trotar hacia lo profundo del bosque a través del río.
En unos minutos llegamos a un área en el centro del bosque donde los árboles tenían grandes distancias entre sí; el águila que había visto volando ahora estaba posada en una gruesa rama.
–____ Demi-Lune– ¡¡El águila me estaba hablando!!. Ésta bajó de la rama de un salto y adoptó la forma de un humano, uno particularmente hermoso de complexión delgada, cabello largo y blanco, una media luna en la frente, ojos plateados, rasgos finos casi perfectos y piel blanca. Utilizaba una larga túnica blanca, impecable. Colocó su mano suavemente en mi cabeza y la luna menguante en mi mejilla comenzó a brillar.
–Es hora de que te lleve con mis demás emisarios, tu lugar está allí arriba.– Señaló hacia el cielo. Se me heló la sangre, eso implicaría abandonar a Pitch pues, me guste o no, sigue estando como rival de los guardianes y villano para el Hombre de la Luna...
–Pero-– No pude terminar de hablar cuando recibí una mirada seria de su parte. Él sabía perfectamente lo que había entre Pitch y yo y parecía disgustado... y no lo culpo...–¿Puedo... avisarle al menos?– El Hombre de la luna bufó molesto pero afirmó con la cabeza. Me monté en Vantablack y fui a toda velocidad a encontrarme con mi pelinegro.
El Hombre de la Luna me seguía de cerca, volando sobre mí de nuevo en su forma de águila.
Llegué y Pitch me recibió con su hermosa sonrisa, lo que hizo que me diera un mini infarto; no quería separarme de él.
–¿Qué pasa bebé?– Me preguntó preocupado. Miré al águila y bajé la cabeza. –¿Amor?– No quería mirarlo a los ojos, me dolía de sobremanera. Saqué el valor para besarlo en los labios y susurrarle "Debo irme con el Hombre de la Luna, soy su maldita Emisaria...". El rostro de Pitch cambió completamente de preocupado a aterrorizado, sus ojos se llenaban de lágrimas poco a poco y los míos también.
El chillido del águila me erizó la piel pero intentaba ignorarlo un poco más. Un beso más intenso fue la manera en que nos dijimos "adiós". Me monté de nuevo en el Kelpie y comenzamos a seguir al águila que volaba delante de nosotros. Intentaba aparentar serenidad pero las lágrimas humedecían mi cara rápidamente, aún así seguí adelante... aún recuerdo a Pitch de pie en la orilla del agua mirándome destrozado. No iba a ser fácil para ninguno de los dos.
El Hombre de la Luna nos llevó al exterior del bosque, llegamos a un enorme terreno lleno de flores de todos colores, el cielo era despejado en éste lugar. El peliblanco chasqueó los dedos y una larga escalera apareció, esta era tan alta que llegaba al cielo y se perdía entre las nubes.
–Las damas primero– Me dijo haciéndose a un lado para dejarme pasar. Al intentar subirla casi me estrello la cara en el suelo, ¡¡La escalera estaba hecha solamente de luz blanca!! Me era imposible subirla. Escuché las risas del peliblanco y me dio la mano; me dijo que no lo soltara y que comenzara a subir sin miedo. Ésta vez si podía sentir en mis pies la mentada escalera.
A la mitad de ésta ya me estaba cansando, era demasiado larga. Creí que "el poderosísimo Hombre de la Luna" al que servía tendría un mejor método para llegar allí arriba como... no sé... ¿teletransportación?.
–Vamos ____, ya falta poco– Me habló sin soltar mi mano.
–¿No había otra forma?– Le dije intentando recuperar el aire.
–Si que la hay pero debo hacer ésto pues de ésta manera, mientras el sol se oculta yo voy saliendo, como dirían los humanos. Tú logras ver los atardeceres gracias a que el Hombre del Sol y yo hacemos ésto.– Tenía sentido... Después de HORAS logré llegar hasta arriba y tenía ganas de desplomarse en el suelo, estaba demasiado agotada, me temblaban las piernas del cansancio.
El Hombre de la Luna me seguía tomando de la mano y me conducía a un cúmulo de nubes, las cuáles apartó de un ademán.
Detrás de dichas nubes había una enorme habitación. Me resultó muy extraño que no hubiera nada más, sólo un cuarto.
Al entrar vi ocho camas; el peliblanco me llevó hasta la cama que se encontraba al fondo del cuarto y me ayudó a recostarme. Y no supe más de mí, me dormí profundamente.
Un rato después me despertaron unos susurros.
–Él dijo que no la molestáramos.– Dijo una voz masculina.
–Lo sé, sólo quiero verla– Le respondió otro hombre.
–Déjenla descansar, idiotas– Habló otra voz masculina.
Abrí los ojos y vi a tres chicos más o menos de mi edad, uno era rubio, otro era pelirrojo y el último era castaño. Uno era muy serio y usaba un uniforme militar. Me di cuenta que tenía a los otros dos encima mirándome mientras sonreían. Fue aterrador despertar así.
–Ya la despertaron, ¿Están felices?– Les habló el castaño.
–Mira, pues la verdad es que sí...– Se rió el rubio.
–Oye, ¿Te importa?– Le dije molesta para que se alejara de mí y pudiera levantarme.
–Disculpa a los idiotas de mis compañeros, es que nunca antes habían traído a una chica aquí.– Me habló el castaño.
–Ya veo... ¡¿Entonces sólo estoy yo?!
–Así es, eres la primera chica en pisar este lugar.– Me dijo el rubio emocionado como si fuera un niño al que le acaban de regalar un cachorrito.
–Te presento a mis compañeros– Prosiguió el castaño– El pelos de zanahoria se llama Arthur, el rubio es Kyle y yo soy Nathan.– Estrechamos las manos.
–Un gusto, ____ Hoffer- ... Demi-Lune– Dije al final, si el Hombre de la Luna me había dado un nombre debería usarlo.
–Y... ¿Cómo moriste?– Me preguntó Kyle.
–¡¿Pero cómo se te ocurre preguntar eso?!– Le gritó Nathan enfurecido.
–Devorada por kelpies– Dije restándole importancia. Los ojos de los chicos se abrieron cual platos.
–Y ¿Obtuviste algún poder después de eso?– Me preguntó Arthur.
–Desafortunadamente no... y no creo que domar Kelpies sea un poder. ¿Y ustedes?.
–Yo no poseo ninguno pero soy el encargado de desplegar la escalera del Hombre de la Luna– Me dijo Arthur.
–Yo puedo manipular el agua y me encargo de abrirle las puertas al Hombre de la Luna cuando sube hasta aquí.– Me comentó Kyle.
–Yo soy capaz de manipular fuego y estoy a cargo de las "fuerzas armadas" de aquí– Me dijo Nathan. Entonces él era el líder de las escoltas que resguardaban al Hombre de la Luna... Era un rango muy importante, eso explicaba su seriedad.
Cuando un águila blanca entró volando y se posó en mis piernas supe quién era. Los tres chicos se arrodillaron ante el animal; éste voló hacia afuera y lo seguí. Afuera del cuarto me esperaban cinco chicos más, quienes me miraban confusos. El águila se transformó y me presentó a los chicos:
- Daniel.
-Sebastian.
-Miguel.
-Lewis.
-Marco.
Ellos eran los encargados de la "limpieza" por así decirlo.
Luego me tomó del brazo y me llevó a otra habitación, mejor dicho, un salón muy amplio en donde lo primero que vi fue un enorme reloj plateado en el fondo. En el salón había una formación de muchísimos jóvenes, calculé mínimo unos doscientos, todos vestidos de militares.
Me miraron de la misma forma que los cinco anteriores y ya me estaba molestando eso.
–¿Algún problema?– Les hablé alzando la voz con rabia y sólo negaron rápidamente con la cabeza.
–...Creo que ya sé con quiénes te voy a integrar...– Me dijo alegre el Hombre de la Luna y me presentó con los jóvenes. Después me llevó al fondo de éste salón a lo que reconocí como unos vestidores.
–Toma, cámbiate y fórmate con el resto– Me entregó un uniforme militar como el de los demás. Obedecí sin chistar.
Al salir vi ahora a Nathan al frente de la formación.
Me uní a las filas y recibí mi primer entrenamiento formal.
Terminé bastante cansada pero ni comparación con lo que sentí al subir aquella maldita escalera.
Esa noche soñé con Pitch, primero con aquella bella sonrisa y luego con su rostro devastado...
–¡¡DE PIE, SOLDADO!!– Me despertó el grito de Nathan. Me desperté de un salto, mi pecho subía y bajaba a toda velocidad. Fui a los vestidores a arreglarme y vi la hora en el enorme reloj... eran las 8:00 de la noche.
Entrené junto con todos los demás sin descanso hasta que hubo algo de luz. Miré el reloj, eran las 4:00 de la mañana, lo cuál significaba que iba a entrenar de noche y dormir de día. Supe que ésto iba a estar muy cabrón, y peor aún, que tenía que acostumbrarme lo más pronto posible...
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Moon's Legacy (ROTG) Pitch BlackxLectora
Fanfic____ Hofferson es una joven solitaria que falleció a los 16 años, desde entonces su "vida" no ha sido para nada fácil, el destino tiene planeada una existencia complicada para ella, ¿Qué pasará con nuestra pequeña prota?