CAPÍTULO 4

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Abro los ojos sobresaltada por un estruendo proveniente de dentro de la casa, me levanto de la cama poniéndome las gafas para ver mejor y me calzo las deportivas negras (mi pijama consiste en un chándal desgastado y viejo de color gris). Me deslizo al exterior de la habitación por el oscuro pasillo y me pego a la pared para ir hasta la habitación de mis padres.

-¿Mamá?...-Susurro sin despegar mi cuerpo de la pared, arrastro los pies por el entarimado sin obtener respuesta alguna.

Otro ruido retumba en el piso de abajo, como el de sartenes u ollas cayendo sobre las losas blancas de la cocina. Me estremezco, el corazón me late con fuerza en el pecho, me limpio las manos sudorosas en los pantalones grises de mi "pijama" y respiro hondo con la intención de serenarme. Noto el sudor resbalar por mi delgada espalda y la camiseta pegárseme a la piel. Trago saliva pestañeando rápido para acostumbrarme a la tenue luz que entra por las ventanas colocadas sistemáticamente a lo largo de todo el pasillo, fuera las farolas ya están apagadas (las apagan cada noche).

Llego al dormitorio de mis padres, está entreabierta, noto que el corazón me sube por la garganta. Empujo con cuidado la puerta de madera pintada de blanco y miro en el interior de la habitación; está vacía y las sábanas blancas de la gran cama de matrimonio rasgadas y tiradas por el suelo enmoquetado. Ahogo un grito y me llevo una mano a los labios pegándome de golpe al marco duro de la puerta, las lágrimas amenazan con salirse de mis ojos. Giro la cabeza hacía las escaleras y me dirijo a ellas con el pulso muy acelerado. Cuando llego abajo dejo de respirar durante unos interminables segundos, alargo los brazos para no tropezar con nada ni darme contra alguna pared o mueble, entonces una mano sudorosa me tapa la boca desde atrás y tira de mí hasta una pared. Miro a mi madre con la respiración agitada y los ojos muy abiertos. Se pone un dedo en sus finos y rosados labios para que guarde silencio, asiento despacio quitándome su mano de la boca. Me estremezco de nuevo al oír el sonido de un disparo, miro a mi madre alarmada, le brillan los ojos en la oscuridad a causa de las lágrimas. Trago saliva y me aparto de ella para ir hacía el salón, un cuerpo cae en medio de la puerta manchando el suelo con un enorme charco de sangre. Mi madre aferra mi brazo con mucha fuerza, tanta que me hace daño, sus uñas se clavan en mi piel, aprieto los dientes al reconocer a mi padre y se me escapa un grito al distinguir la mancha roja que cubre su camisa de cuadros algo desabotonada.

Escape al vacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora