05. El Coleccionista de Tumbas

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El papel se agita en mis manos, conteniendo entre cada letra un nuevo enigma

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El papel se agita en mis manos, conteniendo entre cada letra un nuevo enigma.

¿Por qué alguien me felicitaría por disparar a lo loco?

Wayne se acerca dando pasos cortos dirigidos al punto en el que estoy parada. Está más que claro que él está muy interesado en saber el por qué estoy observando el reducido pedazo de hoja con tanta fijeza.

—¿Puedo ver qué dice? —pregunta y sus intenciones quedan en el aire, siendo oprimidas por el eco sordo e inesperado de un nuevo disparo.

Todos se agachan temerosos de ser acribillados. Yo los imito y me presiono contra el suelo. Algo en mi subconsciente se activa ante lo que está pasando. Siento ganas de utilizar la pistola que aún guardo entre mis manos. Pero me obligo a ser más prudente.

Arrugo el papel en mis manos y hago lo más inteligente que se me ocurre.

Me lo trago.

Escucho el sonido gutural y apesadumbrado de una mujer, tras un disparo.

Los segundos pasan, y dan paso a nuevos minutos de incertidumbre, en los que la expectación de saber lo que pasará parece acrecentarse en cada uno de nosotros.

Wayne se pone de pie y corre hacia el lugar del que provino aquel quejido femenino.

—Kora, resiste —susurra acuclillado a su lado.

—Wayne —su voz suena débil, lejana y tan distante que parece como si fuese su espectro quien hablara.

Wayne toma su celular y llama solicitando una ambulancia. Se escucha atribulado, triste y su dolor va mucho más allá de la pena que se experimenta al ver a una compañera de trabajo a punto de morir. Es como si al herir a Kora hubiesen lastimado a quien él tanto ama.

—Wayne, mi hermoso Wayne —Me pongo en pie, decido no mirar a la mujer baleada. Siento que de alguna manera yo soy responsable de lo que está pasando.

—No hables... no te esfuerces. Quédate conmigo, por favor —suplica y casi puedo imaginar el dolor que está sintiendo ahora mismo.

—Dime que cumplirás lo que prometiste —ella hace una pausa en sus palabras y la escucho toser.

—No sin ti. Te prometo que vas a estar bien —asegura desesperado—. Vas a ser mi esposa, me vas a dar muchos hijos y este solo será un mal recuerdo.

Silencio.

No se escucha una respuesta por parte de ella y aguardo esperanzada de que responda, que su corazón aún lata. Que su vida no le haya sido arrebatada por una bala perdida que sumirá en las sombras de lo incierto a Wayne, un hombre que le va a tocar ver cómo el futuro que tenía planeado con su amada es eliminado por el gatillo de la muerte.

—¡No! —El grito de Wayne sobresale, aplastando el silencio funesto que se ha apoderado de todos—. Kora, reacciona. Amor, por favor, despierta. Dime que esto es una de tus bromas pesadas. Dímelo —Observo cómo él se abraza al cuerpo inerte de su mujer, cuyo cabello castaño se agita por culpa de una inoportuna ventisca—. Te amo, te amo. No, Dios, no. Esto no puede estar pasando, a ella no —la mujer achinada de piel bronceada se acerca a Wayne y dobla sus piernas contra el suelo de manera que queda arrodillada junto al agente del FBI.

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