Bellé

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Alison

Me miré en el espejo.

Me gustaba como me veía. Portaba un lindo vestido negro, un poco corto. Aun así, las mangas encajaban a la perfección y el ligero escote le daba un toque elegante, era lindo en verdad.

Gillian estaba detrás de mí, terminando de peinar su cabello. Llevaba un vestido rojo, bastante ceñido al cuerpo, sus tacones altos le daban un porte de poder y elegancia.

Mi mejor amiga caminó en mi dirección y me tendió unas zapatillas negras bastante altas para mi gusto.

Negué y señalé los tenis blancos que se encontraban debajo de mi cama. —Usaré esos.

— ¿En serio Alison? Arruinarás ese perfecto vestido con tenis y esa chamarra de mezclilla.

—Te dije que dejaría que me arreglaras. Me encanta, pero aún falta mi estilo.

—Eres imposible. — espeto virando los ojos.

La rubia tomó su celular del tocador. Mientras ella revisaba sus mensajes, yo fui al alhajero que se encontraba en uno de mis cajones y con sumo cuidado saqué aquella cadenita que adoraba tanto. Había sido un regalo de mi padre, me la dio antes de morir, consistía en una fina cadena de oro con un dije de mariposa. Su sueño siempre fue verme crecer, cumplir mis sueños y volar como una mariposa, lamentablemente falleció antes de que todo aquello sucediera. Lo extrañaba demasiado y justo cuando las lágrimas amenazaban con bajar por mis mejillas, respiré profundo, sacudí la cabeza alejando cualquier recuerdo melancólico. Esta era la noche, mi noche para olvidar y al menos por una vez sentirme viva.

— ¿Puedes ayudarme? — indiqué a Gillian. Ella se situó detrás de mí y dejé que abrochara la cadena. Di media vuelta y quedé frente a ella. La rubia tomó el dije que reposaba en mi pecho y dijo.

—Es bastante linda. Debe ser bastante especial para que la uses esta noche. —dejo la cadenita en su sitio y tomo su bolso rojo que se encontraba en la cama. — Los chicos están por llegar, es momento de que bajemos, pero antes...— saco algo de su bolso y me lo tendió. No es en serio ¿preservativos? ¿Para qué demonios quiero condones? Al ver que no los tomaba hizo una mueca de hastío y tomo mi bolso negro situado junto al suyo metiendo los condones en él.

—Gillian yo no necesito eso.

—Cariño claro que sí, los chicos a veces son tan olvidadizos.

—Pero yo voy a una fiesta, no a acostarme con cualquier chico que pase.

—No te acostarás con cualquier chico, lo harás con Foster. Con ese vestido lo tendrás comiendo de tu mano, deberás bailar con él, insinuarte un poco, seducirlo y en menos de 1 hora estarán en su habitación. Te lo garantizo, además ya sabes que no le eres indiferente. Esta noche es tuya... —termino dubitativa. — más bien, esta noche serás suya.

—Gillian, no. No debe ser de esa manera, yo lo amo, estoy demasiado enamorada de él y quiero que él se enamore de mí.

— ¿Amor? Eso no tiene lógica.

—Tú eres la que no tienes lógica, ni cerebro. —respondí virando los ojos.

— ¡Cállate!, sigue mis consejos, después me lo agradecerás. —cuando estaba a punto de reclamarle, el timbre sonó. —Bien, nuestra señal. —agrego la chica de ojos azul cristalino tirando de mi mano.

Bajamos las escaleras y Gillian se encargó de abrir la puerta. Connor y Oren se encontraban fuera, pasaron y juntos nos dirigimos por el corredor hasta llegar a la sala.

—Y bien, ¿Qué opinan? — pregunto Gillian a los chicos, dando una vuelta para que la vieran mejor.

—Te ves espectacular. —respondió Connor casi babeando por la rubia. Medito sus palabras y carraspeando, agrego. —Digo se ven hermosas las dos ¿No es así Oren?

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