El pobre chico era como un imán de enfermedades que para su suerte no eran tan graves, pero como cualquier otra, era incómodo y a veces insoportable.
La alergia no es una enfermedad, si no una reacción adversa — a veces normal para él— que alteraban solo y especialmente su sistema respiratorio. Eran pocas veces pero siempre había más de alguna probabilidad que capturara una de esas cuando pasaba mucho tiempo en el jardín, provocando que el polen desordenara su sistema. O también cuando pasaba demasiado tiempo con su mascota cerca de su rostro, el grueso pelaje blanco que portaba alteraba sus vías respiratorias.
Izuru sabía de todo eso, y se lo advertía cuando pasaba más tiempo de lo debido, cerca a cualquiera de estos dos. Pero Komaeda podía ser muy necio. ¿Pero cómo evitarlo? El jardín que poseía era muy lindo y adoraba apreciarlo minuciosamente. Y por otro lado su perro, su mejor amigo, necesitaba atención, cuidados y amor, y Nagito no podía negarse a eso a pesar de que Kamakura se ofrecía a hacer todos esos cuidados a su mascota por él.
Pero como ya sabía, era necio.
Aún así no le molestaba en lo más mínimo tener que ayudarlo y recetarle lo indicado para mejorar y desaparecer estas. O en un peor caso, cuidarlo en su cama cuándo este era un poco intenso, teniendo el amable gesto de velar por él hasta que sanara completamente.
Izuru amaba a Nagito, y lo demostraba mejor con sus acciones que evidenciaban su preocupación e ilusión a que mejorase. Era inútil evitarlo.
Amaba al chico, de su sonrisa amable, del color de sus iris, de su cabello, de su forma de ser, de su manera de ver las cosas.
Amaba todo de él, incluso las facetas más vergonzosas.
Y ahora que lo veía con los ojos entrecerrados, la nariz tapada y rojiza, al igual que sus labios y parte de sus pómulo, junto a sus labios formando una perfecta 'O' para un pequeño estornudo que al final no cedió.
Estaba cautivandolo una vez más.Trataba de no perderse un detalle por cada segundo que lo veía disimuladamente. Podía observar, memorizar, y pincelear en su mente una y otra vez en el mismo lienzo en blanco que pintaba toda su mente.
Se veía más esponjoso, por alguna extraña razón, y eso le hacía soltar suspiros inconscientemente; ya que solo quería abrazarlo; de frente, de espalda... ¡no importa! Pero necesitaba abrazarlo ya.
Pero cuándo se acercaba, recibía la misma respuesta— mala excusa, a decir verdad— de siempre:
"No quiero ensuciarte o que te contagie de algo por mis estornudos. Por favor espera hasta que mejore".
Izuru lo entendía, y podía acatar esa "sugerencia". Pero escondidas, detrás de esas palabras, podía escuchar un claro "no quiero que me veas de esta manera tan penosa y lamentable".
Y bueno, para él no tenía ningún sentido eso, como había dicho antes, amaba todas las facetas que demostraba el Albino, tanto naturales como involuntarias.
Y la rutina era un poco repetitiva:
Si Komaeda estornudaba más de tres veces seguidas, Izuru iba preocupado a preguntar por su estado.
Si su novio se veía muy rojizo, o con la nariz congestionada, le ofrecía unos fármacos dependiendo que tan mal se sintiera.
Si la bolita de algodón pedía algo de favor, con gusto ayudaba.
Si la nubecita tosía más de lo común, Kamukura ya estaba a la par de él, a un lado de la cama, dispuesto a darle los antihistamínicos en líquido. Ya que a Nagito no le agradaba mucho el tener que tomar directamente pastillas.Mientras, el canino, aullaba triste tras la puerta de madera, sabiendo que no podía acercarse pero aún así, triste por no poder verlo. El de cabellera larga intentaba animar a la mascota dándole palmaditas en su cabeza, siendo su forma decir: "ya, ya, pronto pasará".
¿Pero quién podría consolarlo a él si la única persona a quien le tiene aprecio está enfermo e indispuesto a tener contacto físico con él? Estaba considerado seriamente en si desobedecer lo que Komaeda le había pedido. ¡Además, un abrazo no hacía daño a nadie! Solo un toque, ¿era mucho pedir?
— Nagito... — susurró en el aire en un llamado, a pesar de saber perfectamente que él no iba a responderle, porque estaba dormido. Y tampoco quería irrumpir ese dulce sueño; aunque también era difícil despertarlo.
Estaba aburrido, y en cierta parte necesitado.
Rostro pacífico y ojos intensos, observan a su objetivo con un solo propósito. Su cuerpo sucumbe en la traición del autocontrol y se escabulle tan silenciosamente como puede entre las sábanas desordenadas de la cama, y llega al punto de partida. Su corazón se estremece en su pecho al poder tener a su pareja finalmente y sentir su calor corporal. Era cómodo.
Dormido dandole la espalda, donde podía visualizar la esponjosa cabellera de nube, pero eso no le desanima lo suficiente como para atraparlo en un abrazo sentimental.
Komaeda no despierta pero es consiente que algo se ha apegado a él por un momento y solo es capaz de soltar un quejido ronco desde su garganta al no lograr identificar que era, pero sin importarle lo suficiente como para despertar. Se remueve entre las sábanas pero termina siendo aprisionado por los brazos de Izuru que lo toman de manera especial como un detalle se suma importacia que no se debe olvidar, aferrándose. Aunque...Komaeda era eso; eso importante que complementaba la mecánica de su corazón.
Izuru sale victorioso en atrapar a Komaeda en medio de un contacto melosamente cálido, ahora puede sentirse en paz para poder dormir junto a él.
— Izuru... — surge de los labios ajenos su nombre, entre sueños. Y a juzgar por la forma en la que lo ha mencionado, es un dulce sueño.
Ahora están aún más unidos. El rostro de Komaeda escondido entre su pecho donde yace su corazón martillando un tipo de melodía que hace entrar en calma absoluta al albino. E Izuru...bueno el puede seguir disfrutando del contacto mientras la melena blanca acaricia su nariz en un característico aroma a cereza o...¿primavera?
— ¡Achoo! — dio un salto casi alarmante en su lugar justo cuando soltó ese estornudo. Intentó retenerlo entre su garganta pero no lo logró completamente. Abrió sus ojos desconcertado por el ligero peso extra que sentía al lado de su cadera. Y cuando levanta su mirada y sus cabellos desordenados dejan de estorbar en su campo de vista, lo nota — ¡A-Ahh! ¡Izuru! ¿Qué haces aquí? Lo siento mucho, vas a enfermarte si sigues aquí a mi... — apartó su cabeza a un lado hasta poder tomar un pañuelo de la caja que tenía encima de la cabecera de la cama. Limpia su nariz y devuelve su cabeza ligeramente hacia su pareja.
Izuru posiciona la punta de su dedo justo en la fresa colorada que tenía Nagito como nariz. Ahí es donde calla, o siente que es necesario hacerlo.
— Te necesitaba — declara honestamente — Sigue durmiendo por favor. Finge que no estoy aquí, o... — Nagito comienza a rezongar sin estar seguro de cómo convencer al azabache de lo contrario — bueno, si tanto te molesta, puedo irme... — no lo hizo completamente apropósito. En realidad su voz había tomado un tono decepcionante de manera natural.
— ¡No...! Tampoco es que quiera que te vayas...pero...bueno, ya sabes, estoy enfermo y... — no tenía nada para interponer como excusa. Suspiró derrotado, tampoco quería hacer sentir menospreciado a Kamukura — Está bien, puedes quedarte pero por favor nada de besos. Vas a contagiarte de algo.
Izuru tararea una respuesta afirmativa y asiente lentamente con su cabeza. No era capaz de demostrar la felicidad que sentía pero lo enseña a su manera, cuándo da inicio de ósculos sobre su frente caliente por la vergüenza y leve fiebre mezclada en una.
— Los besos en la frente no cuentan ¿cierto? — el Albino niega con su cabeza después de unos segundos, resignado. No sé sentia capaz de poder negarle algo más a Kamukura por ahora.
— Está bien. De hecho, extrañaba eso.
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❝DOCTOR❞ ⎢ ᵏᵃᵐᵘᵏᵒᵐᵃ
Fanfiction❝- Mi diagnóstico es que nadie te ha tratado bien. - ¿Entonces que me prescribe? - El amor es la única medicina❞ ─── ♡ ─── No importaba si tenía que desinfectar el más mínimo corte o tener que encontrar la cura de una e...