VII. 1/2

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Maratón 2/3

Amalia...

Pensaba esconderme en el baño, pero doy gracias, que la
mesa en la que estaba con Evelin está cerca de la pared, y
puedo esconderme ahí y escuchar perfectamente que se que
ese pollo frito, puede hablar mal de mi.
—Hola Evelin, mírate siempre hermosa.
—Gracias Sebastián, y hace cuántos días estás aquí.
—Hace tres días, pero quería hablar contigo de los ataques de
pánico y ansiedad que han vuelto, y me siento muy mal.
—Es normal, empezaste otra vez a dirigir la empresa de tu
padre.
—Yo también creía eso, pero todo esto es por una mujer.
—¡De verdad!
—Si, es una mujer arrogante, y no te voy a mentir, es hermosa
pero es la hija de mi mejor amigo, es la única mujer por la que
me siento diferente, y además mi sobrino Mario está
enamorado de ella.

—¡¿Que?!
«Mario está enamorado de mi»

—Escuchas eso.

—Si fui yo, dije: ¡¿Qué?! —¿Por qué quieres acostarte con la
misma mujer que le gusta a tu sobrino?
—Pero no sé si a ella le gusta él —. Espera un momento Evelin,
yo nunca dije que me quería acostar con ella.
—Ummm...es que... Si lo dijiste y además eso es lo que
quieres, no me equivoco.
—Bueno sí, pero ella es diferente.
—Y si por algún motivo, ella no pudiera amar a nadie, ¿tú qué
harías?

—A qué viene esa pregunta, Evelin.
—Yo soy la psicóloga, tú mi paciente —solo responde.
—Yo solo quiero sexo, asi que no me importaría, así que eso
sería mejor, yo tampoco tengo emociones, así que podíamos
ser folla amigos.
¡Es un imbécil!
—¿Que? —Yo dije que eres un imbécil, antes de irte de viaje te
dije que no juegues con las mujeres.
—Tienes razón, pero después que me lleve a esa mujer a la
cama, y sea mía, te prometo, intentar algo “serio” con alguna
otra mujer.
—Eso tienes que hacerlo por ti, no por mi, pero espero que así
sea.

—Señorita, aquí están sus dos postres, y la otra chica que
estaba con usted.

—Solo deje los postres aquí gracias.

«Esa mesera metiche»

—Tenías compañía Evelin.
—Si era una amiga, pero se fue rápido porque tuvo un
problema.
—Pero eso no importa, te gusta el pastel de queso.
—Si claro.

—Entonces comamos.

Cuánto tiempo estaré aquí tras la pared escuchando me
muero de hambre, y el pollo frito se está comiendo mi postre
de queso, eso no es justo.
Escucho que suena mi celular e intento apagarlo pero no
puedo, el pollo frito podría descubrirme.
—Escuchaste eso, Evelin.
—Si es mi celular, pero no quiero contestar, no le prestes
atención.

Una hora después....

Después de estar tanto tiempo de pie me duele la cadera pero
escucho que suena un celular y esta vez no es el mío, es el
pollo frito, escucho que se despide de Evelin, gracias ya podré
sentarme y comer, me muero de hambre.
—Ya era hora, me dolía la espalda.
—Escuchaste todo lo que dijo.
—Claro que lo escuche, solo se quiere acostar conmigo.
—Y sabes que es lo peor de todo.

—¿Que?
—Que lo tendrás que soportar esta noche en la fiesta.
—Tienes razón, por un momento lo olvidé, le diría a papá que
no puedo ir, porque me siento mal, pero él se emocionó
mucho, cuando le dije que lo acompañaría, así que si voy a ir,
por papá no por Sebastián.
—Entonces, otra vez deja todo en mis manos Amalia, te verás
como una hermosa princesa, y te enseñaré unas técnicas para
castigar a Sebastián.
—¿Por qué para castigarlo?
—Es mi mejor amigo, pero es un mujeriego patán, así que tu
eres la primera mujer que le dice que no, entonces puedes
jugar con eso, para darle una lección, las mujeres no somos
objetos.
—En eso tienes toda la razón, las mujeres no somos objetos.
—Entonces tú déjamelo a mí.
—Claro amiga, confío en ti.
—Te pido otra tarta.
—Claro amiga, muero de hambre.
Después de comer y de platicar un rato más, me voy con
Evelin a su casa, ella dijo que me ayudaría para la fiesta, y dijo
que eso toma tiempo, aunque apenas son las doce del
mediodía, y la fiesta es a las siete de la noche.
Evelin y yo llegamos a su casa, y me siento en el sofá y ella
enciende la televisión y vemos una serie mientras nos
tomamos un vaso de soda.

—No sabes Evelin lo tranquila que me siento, los tacones me
estaban matando, por eso prefiero mis tenis.
—Puedes preferir tus tenis pero te hacen ver fuera de forma.
—Lo sé, pero son mucho más cómodos.
—Pero ya verás como te dejaré para la fiesta.
—¿Por qué Sebastián sufre de ansiedad?
—¿Por qué? Solo tenía 19 años cuando su padre murió, y a esa
edad, tomó el control de la empresa, sacando la adelante
siendo tan joven, así que él no estudió arquitectura, lo que
sabe lo aprendió por su hermano mayor Mauricio.
—Entonces el ¿Qué fue lo que estudió en la universidad?
—El podría ser profesor de universidad si el asi lo quisiera.
—No lo sabía.

—Así que cuidado amiga, que tal si un día se presenta en tu
universidad para darte clases.
—¡JAJAJAJA! —No lo creo amiga, él no podría hacer eso,
además que mi profesora nunca dejaría su puesto.
—Está bien, solo es una broma.

TAN SOLO UNA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora