- Epílogo: Carta III -

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Tomados de la mano en medio de la primavera en Japón, los dos enamorados caminaban lentamente por el sendero de una de las calles.

Admirando el azul del cielo junto a los cerezos propios de la primavera.

Las flores de cerezo eran realmente hermosas. Creaban la armonía en el mundo. Su belleza era diferente a cualquier otra.

Aquél pétalo propio de la naturaleza resplandecía en lo más oscuro.

Al tomarse un descanso de todo, Shōto e Izuku decidieron ir a su ciudad natal. Iban a pasar un par de semanas allí descansando.

Y al sentarse ambos bajo el cerezo en medio de un campo verdoso, observaban las nubes y sus formas.

El día era realmente hermoso. Izuku también lo estaba.

Y tras las miradas continuas que daba, el de pecas consiguió percatarlas fácilmente.

—¿Qué miras? —Preguntó amistoso, sonrojándose.

—Nada... Lo de siempre. Lo hermoso que eres —Respondió, sonriendo relajado.

El sonrojo en el otro incrementó, hasta que de repente dejó de sonreír. Aquello le preocupó.

—¿Qué sucede? ¿Dije algo malo?

—N-No, no es eso... Quiero hacerte una pregunta.

—Dímelo.

—¿Por qué me amas? —Preguntó seriamente, ladeando su rostro.

El otro rió levemente. Pues habían muchas cosas las cuales resaltar. Por lo cual respiró hondo, y comenzó:

—Las razones realmente son demasiadas. Pero una de la más especial es que a tu lado me siento completo, cada vez que estoy contigo es un momento increíble, mágico. Eres tú el único quien me hace inmensamente feliz. Por alguna razón... Cada cosa que haces, que aparentas o sientes, es completamente especial. Desde que nos conocimos, me haces la persona más feliz del mundo y es por eso que te amo, tan solo tu existir me hace feliz.

Izuku, como siempre, dejó algunas de sus lágrimas salir. Su rostro se volvió a iluminar sonriendo sonrojado, pero ahora era el turno de Shōto para preguntar.

—¿Y tú? ¿Por qué me amas?

A diferencia del otro, Izuku se puso nervioso como de costumbre. Se alarmó y no sabía qué responder.

No es porque no le amara. Solo que en momentos como este, le tomaba desprevenido.

Y tras unos minutos pensando y analizando su posición, se calmó y respondió:

—Porque a pesar de saber lo que nos espera en el futuro... Nunca dejo de disfrutar y amar cada momento en el que estás junto a mí. Nunca te cansas de trabajar por nosotros diariamente para que podamos estar juntos. Eres quien me da las fuerzas de levantarme cada día, pese a los dolores; pese a mis enfermedades. Siempre eres tú quien me anima a levantarme aún así no lo diga directamente. Eres la razón por la que lucho para vivir una larga vida. Porque no importa cuánto tiempo pase, cada vez que te veo mi corazón se acelera al igual que la primera vez. Te amo, más de lo que imaginas a pesar que no lo represente tan seguido como tú a mí. Pero desde ahora, no quiero que dudes ni un solo instante, porque a pesar de las circunstancias, siempre estaré a tu lado.

Todoroki sonrió tímidamente, besando sus labios nuevamente.

Y luego de aquella conversación que ambos mantuvieron, casi dos años después, Shōto regresó a aquél lugar.

Observó con melancolía aquél cerezo ahora cubierto de nieve que poco a poco caía. El césped también la contenía.

Al pensar en cada cosa, siempre terminaba relacionando aquello con Izuku. Y ahora, caminando de regreso a la residencia, se encontraba con el lugar en donde Izuku expresó más a fondo sus sentimientos.

• Cura De Un Anhelo • | TododekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora