Escucho voces desconocidas a mi alrededor. Estoy acostada sobre algo suave. El dolor de mi pierna a desaparecido. Supongo que estoy en un hospital, pero no siento ganas de abrir los ojos, así que me dedico a escuchar el parloteo de quiénes me rodean.
—¿Entonces la encontraron tirada cerca de la universidad con la pierna fracturada y un corte en la cabeza? —pregunta la voz de una mujer que cuya juventud viaja a mi oído con cada palabra que su boca emite.
—Cariño, por favor, habla más bajo. No queremos que mi hija despierte.
¿Su hija?
—Lo siento, Vladi. Es que estoy muy emocionada de que nuestra pequeña haya vuelto.
—Karen, ya sabes que mi hija detesta que le digas así.
Eso suena a algo que tal vez yo diría.
—Lo siento, amorsín, es que la quiero como si yo fuese su madre.
¿Qué es eso de amorsín? ¿Qué clase de apodo ridículo es ese?
—Evitémosle a Aninka un disgusto, ¿quieres?
—Por supuesto, mi calvito hermoso.
Seguramente morí y vine a parar al infierno del romance ridículo.
Sí, eso debe ser.
—No entiendo qué clase de enfermo la pudo haber lastimado así. Está deshidratada, más delgada de lo que recuerdo y herida —Se escucha preocupado e indignado.
—Yo también me lo pregunto, es decir, nuestra hija es muy tranquila.
¡Que no soy tu hija! ¡No seas necia!
—Estuve meses temiendo que el asesino ese, El Coleccionista de Tumbas, la hubiese dañado —menciona mi padre.
—Lo importante es que no fue así y ella está bien —Escucho un sonido de succión e imagino que se están besando.
Señor, ¿no te parece suficiente conque me haya fracturado una pierna, que me tocara arrastrarme para huir de una bomba y que un poeta enmascarado apareciera para dejarme una extraña sensación que ni siquiera yo soy capaz de explicar con palabras?
¿Encima me toca escuchar a mi madrastra chupeteando a mi papá?
Señor, coge mi alma y haz con ella lo que quieras.
No, mejor olvida esa última frase.
No lo hagas.
—Te amo, mi calvito bello —ella le expresa... ¿amorosamente?
¿En este lugar no hay enfermeras regañonas que les pidan comportarse de manera prudente?
—¿Hola? —externo tratando de que eso detenga el exceso de amor.
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La Red Prohibida ©
Teen FictionVanessa Murphy decide entrar a la parte turbia de internet, sin imaginar que esto la llevará a perder mucho más que su cordura. Seis meses después de haber entrado a la zona oscura de la red, pierde sus recuerdos y despierta en un horrible lugar. V...