CAPITULO 5: Una Cita

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Iván.

Que mierda de semana. 

Ha sido una de las peores de mi vida, luego de la separación de mis padres.

Mi madre fue engañada y estafada de la forma más vil por alguien que se hacía llamar su "amiga". Karla Montez nunca me dio buena espina y por su culpa nos quedamos en la calle.

Cuando mi madre dijo que debemos irnos de nuestra casa porque nos iban a desalojar entré en pánico. Nos costó más de tres años levantar la editorial de mamá, para que en dos meses trabajando con esa vil mujer, todo se vaya al demonio.

El domingo empacamos todo y nos quedamos en un motel hasta que mi madre nos dijo a mi y mi hermana que una buena amiga suya había accedido a que nos quedáramos en su casa hasta estabilizarnos un poco.

El nombre de su hija me dejó perplejo. Era la chica que había estado enamorada de mí desde el primera año de secundaria y que me gustó en mi último año. Nunca se lo pude decir porque su propio novio me dijo que estaban juntos y que no pierda mi tiempo. 

Sentía algo cuando estaba cerca de ella que no podía explicar. Me traía calma. Nunca me fijé en lo linda y atenta que era hasta que fue demasiado tarde. Terminé el colegio y me mudé con mamá y mi hermana para empezar la universidad y, aunque traté de olvidarla, su rostro, sus ojos y su sonrisa se me cruzaban de vez en cuando por mis sueños. El vivir en su casa podría significar una oportunidad para mí. 

Cuando abrió la puerta de su casa, y sus ojos se encontraron con los míos, un escalofrío me recorrió toda las espalda. El corazón me bombeaba muy de prisa. Las manos me empezaron a sudar. 

"La reacción normal cuando estás enamorado" - me dijo mi subconsciente cuando analicé lo que me pasó esa noche.

El verla en pijama con el cabello alborotado y esa mirada de sorpresa en sus ojos, me movieron el mundo desde los cimientos. Una sensación de adoración se apareció cuando la vi bajar por las escaleras vestida de blanco, parecía un ángel. Sus ojos destilaban nerviosismo y me fijé que clavaba las uñas en sus muslos para calmarse. Lo hizo durante toda la cena y para cuando nos levantamos, unas medias lunas estaban marcadas en rojo y morado en la parte alta de sus muslos, que fueron cubiertos por el largo de su ropa. 

Esa noche nos encontramos solos en la cocina, la ví salir de su habitación y la seguí. Tenía un aroma a vainilla que me encantó. No me pude resistir y la abracé. Su cuerpo curvilíneo encajó perfectamente en mis brazos y toda la noche soñe con sus lindos ojos y su olor a vainilla.

En la mañana siguiente, mi madre salió con la señora Bach, la madre de Anahí, a su trabajo. Ella le ofreció un empleo como su asistente directa con un buen salario, más de lo que mi madre esperaba. Yo me quedé en la casa con Julieta, mi hermana. Desperté cuando escuché que alguien corría escaleras abajo y por un segundo creí que era un ladrón o algo por el estilo. Salí corriendo sigilosamente y ví a Anahí echando un puñado de cereal a su boca y pasándolo con un poco de leche en un vaso. Me acerqué a ella pero no se fijó y caímos al suelo. Sus ojos conectaron con los míos y juro que los suyos brillaban. La llevé a la universidad y luego fuimos a comer. La invité yo y ella terminó pagando.

Que idiota que soy.

La semana terminó y no volvimos a hablar. Cometí el estúpido error de decirle que la veía solo como una amiga. Pude notar la decepción en sus ojos por un segundo,  pero ella no lo demostró. Me martiricé toda la semana pensando en qué hacer para volver a hablar con ella, y el viernes había planeado decirle que si quiere ver una película.

Pero llegó casi en la noche y durante la cena mencionó algo sobre una cita, que dejó mis esperanzas por el suelo.

Al parecer iba a salir el sábado con un tal Simon. 

Siempre volveré a ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora