Extra- Escena en el hotel.

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Los besos de Taichi se volvieron más intensos. No recordaba la última vez que la había besado de esa manera. Su cuerpo comenzó a vibrar, pero estaba bien, estaba bien si era él quien la tocaba. 

Se alegró de qué las luces estuvieran apagadas, pues no quería que viese la cara extraña que debía estar haciendo.

Taichi se puso encima y besó su cuello. Una de sus manos acarició sus senos. Empezaba a sentir mucho calor, tanto, que no le importó cuando le quitó la blusa. 

―Está bien― le dijo él al oído cuando vio que quería cubrirse.

Y con cuidado retiró sus manos y desprendió su sostén.

―¿Te... te gustan?

Su voz sonaba extraña.

―Sí, son hermosos.

Aquellas palabras la llenaron de vergüenza, pero por alguna razón no pudo contestar. Taichi besó sus senos de la misma manera en como besó su boca. Recorrió la aureola con la lengua, mordió ligeramente sus pezones y luego los succionó con sus labios.

Los dedos de él no se quedaron quietos mientras hacia esto, siguieron moviéndose hasta llegar a los botones de su pantalón. En ese momento, Meiko recordó que sus pantis no combinaban con su sostén y contuvo el movimiento.

―¿Quieres qué me detenga?

La miró él con ternura. Un mirada que ella no pudo sostener.

―No es eso.

Y quitando la mano dejó que continuara. Fue su única protesta de la noche.

Taichi arrancó su pantalón y lo dejó a un lado, luego se quitó la camisa y la arrimó junto al resto de ropa.

Mei ya había visto antes su pecho, pero nunca se había detenido a admirarlo con detalle.  Notó que varias líneas marcaban su abdomen y le daban una apariencia similar a la de una tableta de chocolate.

La idea le pareció graciosa y comenzó a recorrerlo con dulzura. Luego se quitó los lentes y acercó su rostro al suyo.

―Bésame.

Le dijo con brusquedad  y sintió una descarga eléctrica recorrerle cuerpo. Ya no era ella misma.

Taichi sacó su lengua y la introdujo en su boca. Ella hizo lo mismo, formándose una línea de saliva entre ambos cuerpos.

Las manos de él bajaron hasta su entrepierna y sin retirarle los pantis introdujo un dedo en su vagina.

Aquello era nuevo. Se sentía muy distinto a los besos y las caricias. Meiko gimió. Ya no podía, ni quería contenerse. Dejó salir otro gemido cuando Taichi introdujo un segundo dedo y comenzó a moverlos en conjunto.

Estaba muy húmeda y eso hacía que él los pudiera mover con facilidad.

En un instante, todo se detuvo y eso la sorprendió. Pero casi de inmediato percibió como sus pantis eran deslizados por entre sus muslos hasta perderlos de vista. Ya estaba, pensó, estaba completamente desnuda ante él.

Taichi continuó con su juego de besos, solo que esta vez entre sus piernas.

Meiko gimió de nuevo. Trató de no moverse, pero era difícil saber qué posición tomar. Creía que si Taichi no se detenía pronto, iba a orinarse encima.

Pero no solo quería estarse quieta. Se levantó y acercó sus manos al pantalón de él y comenzó a deslizarlo lentamente hacia abajo. Bajó sus bóxer y vio su miembro. Estaba duro, muy duro.

Lo tomó entre sus manos y lo recorrió todo. Se preguntó si era normal tenerlo de ese tamaño.

Se quedó quieta unos instantes hasta que una caricia en la cabeza le indicó lo que debía hacer. Introdujo el pene en su boca y lo chupó. Con su lengua lamió cada rincón. Al principio con calma, pero después de escucharlo gemir no quiso parar. Se sentía bien. Daría lo que fuera por ver su cara en ese momento.

Cuando Taichi volvió a estar encima de ella se alegró de poder ver su mirada. Su rostro estaba  completamente rojo y por los costados le escurrían gotas de sudor. Mientras una de sus mano le acarició la mejilla, él le preguntó, casi en un susurro, si estaba lista.

Y lo estaba. Dejó que él entrara y con un fuerte quejido se hizo suya.

Afuera, el cielo se iluminó con fuegos artificiales que anunciaban que el año estaba por terminar. Un nuevo comienzo los esperaba desde ahora. El primero de muchos.


Taichi y Meiko, El recuentro. Una ero-historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora