Los pensamientos de un marginado.

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Era una noche cualquiera de invierno, el viento azotaba las calles de la ciudad, las luces de las farolas iluminaban estas y el cielo era tan bello como siempre, con una preciosa luna llena y miles de brillantes estrellas acompañando a esta.

Una chica se encontraba caminando por una de las calles que, apesar de que era de noche se podría considerar que estaban abarrotadas, puesto que era noche buena, todo el mundo estaba caminando con su familia entre las numerosas calles, cenando en los bares, restaurantes, compartiendo risas. En cambio la chica parecía estar algo deprimida, caminaba en zig-zag, con la cabeza al frente pero tenía la vista pérdida. Justo al girar una de las calles, parecía estar vacía en comparación del resto de lugares, estaba completamente vacía, pero apesar de esa tranquilidad, se podía notar una gran tensión, de un momento a otro un chico salió de un callejón, este llevaba una máscara y una capucha puesta, haciendo que no se le pudiera ver la cara, se acercó de forma sospechosa hacia la chica, pero esta no se percató ya que parecía lo estar tomando atención a nada a su alrededor. El chico tenía un papel en la mano el cual estaba cubierto con cloroformo, rodeó la cintura de la chica con su brazo y la apegó a el, mientras que colocaba la mano que sujetaba el papel en la nariz de la chica durante algunas segundos, haciendo que esta se quedara dormida.

Unas horas después, la chica despertó confusa y desconcertada, estaba atada en una silla, no sabía dónde estaba, lo único que sabía es que estaba en un lugar oscuro y húmedo, lo primero que llegó a su mente fue lo siguiente "¿Voy a morir?" Comenzó a mirar a su alrededor, el miedo se apoderó de ella, comenzó a mirar alrededor de si misma con desesperación, buscando algo con lo que poder liberarse. Pero lo único que logró ver fue a un hombre que tenía los ojos cerrados, el cual estaba tumbado en un sofá, algo alejado de ella, aunque sabía que no debía de hacer ningún tipo de ruido, para no alertar al contrario, no pudo evitarlo al verlo y gritó tan fuerte como pudo; el hombre abrió los ojos, de una forma lenta, después de hacerlo se sentó en el sofá, mirando a la chica con una pequeña sonrisa, para después decir las siguientes palabras:

–Oh, veo que por fin despertaste, bella durmiente. Dime, ¿Cómo te llamas?

La chica no respondió a su pregunta, debido a que estaba sumida en el miedo y la desesperación, solo era capaz de hacerle preguntas mientras gritaba.

-¡¿Quién eres?! ¡¿Dónde estoy?! ¡¿Qué quieres de mí?! ¡¿Por qué me has secuestrado?!

Esas fueron algunas de las preguntas que hizo la chica, el chico soltó un suspiro al escuchar tantas preguntas y rodeó los ojos, para después contestar tan solo a esas preguntas.

—Soy una persona común, no puedo decirte donde estás, lo siento. ¿Qué quiero de ti? Supongo que tan solo quiero transmitirte algo y te he secuestrado a ti, ¿Quién sabe el por qué?

El chico se rió al terminar de hablar, para después lamerse los labios, los cuales ya tenía algo secos, posteriormente hablándole a la chica.

—Contestando algo mejor a tu primera pregunta, señorita, mi nombre es Erick, ¿Y el suyo?

Dijo el chico, por fin se quitó la máscara, y se apartó la capucha, dejando ver algo mejor su rostro, su piel era pálida y sus ojos eran de un color azul intenso, su cabello de color negro y los labios muy finos. La chica, ya tan solo confusa de porque aquella persona dijo su nombre, trago algo de saliva algo nerviosa y se dispuso a decir su nombre.

-Yo. . . Mi nombre es Cristal.

El chico se levantó del sofá mientras se acercaba a aquella chica, por la cual ahora podía llamar por su nombre. Saco un cuchillo de un pequeño bolsillo que se hallaba en su pantalón y creció una gran sonrisa en su rostro.

—Oh, Cristal. Es un nombre magnífico.

El comienzo del fin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora