Llegó un día a mi casa de temprano en la mañana
Le pregunté qué deseaba, sólo me miraba y sonreía.
Le pregunté si había tomado desayuno, sólo me miraba y sonreía
Lo hice entrar y le serví de comer; sólo me miraba y sonreía
Le pregunté quién era, de dónde venía. No hubo respuesta, sólo me miraba y sonreía.
Después salió, se fue del lugar...y, sin embargo, siempre regresa cuando se acerca la hora de alimentarse.
Todos los días nos encontrábamos a la misma hora.
Nuevamente le pregunté quién era, de dónde venía...no hubo respuesta.
Nuevamente lo invité a pasar...no hubo respuesta.
Desayunó y se fue.
Y así se fue repitiendo durante un largo tiempo.
Un día decide quedarse a alojar, a lo cual yo accedí porque tenía cara de ser un ser bueno
Comentábamos con mi señora "quién será? Qué se propone? De dónde viene? Qué hará?"
Preguntas que no tenían respuesta.
Y así, todos los días se repetía lo mismo.
Mi señora lo atendía y él agradecía con una sonrisa.
Yo me marchaba al trabajo y él a lo suyo.
Continuó alojándose en mi casa, pero una noche, que no llegó a alojarse, entraron desconocidos a robar.
Nuevamente le pregunté qué había sucedido: llegó sucio, embarrado, mojado.
Se dio una ducha y tuvimos una conversación seria.
Bueno, él no hablaba, sólo sonreía. Le dije que si no cuidaba bien la casa debía irse...él sólo me miraba y sonreía.
Le hice ver en forma bastante seria que si desaparecía otra vez, mejor no volviera.
Él sólo bajó la cabeza con tristeza...ya no sonreía, había pena en su mirada.
Le hice ver que le daría otra oportunidad, pero debía ayudarme a cuidar.
Levantó la cabeza y nuevamente me miró sonriendo.
Así pasó bastante tiempo, hasta que una noche entró un desconocido al pasaje.
Él tomó bastante en serio lo que habíamos conversado y encaró al bandido, el cual se le fue encima, comenzando una larga pelea. Pero él salió perdiendo porque era menos corpulento que su atacante, quien le propinó una profunda herida cortante en el cuello...quedó muy grave.
Lo atendí, le curé su herida y le puse puntos, lo suturé, y lo hice pasar a una cama. Estaba mal, se sentía muy mal.
Continuó en la casa haciendo una vida normal. Yo lo atendía y lo alimentaba, hasta que se recuperó completamente.
Le dije que podía quedarse para siempre, él aceptó...con una mirada y una sonrisa.
Todo iba bien hasta que nuevamente salió a sus andanzas...y no volvió, desapareció por completo.
Todos nos preguntábamos qué le habría sucedido y un día, con tan mala suerte, supimos que lo habían asesinado.
Sin saber quién fue, después se supo la verdad. Que un desalmado que vivía cerca le había dado muerte.
Al encontrar su cuerpo, le dimos sepultura con mucho dolor y pena, nos habíamos hecho amigos.
Lo fuimos a enterrar a las faldas de un cerro, no importaba donde fuera, él era sólo un perro.
A la memoria de Merci Lenoy (o el señor negro)
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Una historia de mi abuelo
PoetryMi abuelo escribió una pequeña historia y quería compartirla