Hermosa Hija del Cosmos, Ebrietas.

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E litares vos terror

Auferta chordae mox iridis

E victor scelerosa se invictus

Ave. Novi chordae auferta infan

Ex tu fles

Ex tu fles que a pulca

E victor scelerosa se invictus

Ave. Novi chordae auferta infan

Ex tu fles

Ex tu fles que a pulca

Venitos vox arte oro venos sceli.

Caminabas por los pisos superiores del edificio, te volviste a encontrar con esas cosas con mero parecido a un lagarto aparecieron cuando llegaste a la zona. Alfred al verlos los aplastó con la rueda, retomaste el caminar llegando al frente de un ascensor.

- ¿Quién va primero? - preguntaste.

- Tu, yo iré después. - respondió Alfred.

- Muy bien.

Te subiste al ascensor y Alfred se subió poniéndose al lado tuyo. El ascensor descendió llegando a lo que parecía ser una cueva y volviste a ver a esos "lagartos" pero fueron aplastos por la rueda.

- ¡Mira eso! - exclamó Alfred sorprendido señalando a un punto en específico.

Miraste en la dirección que Alfred señaló y viste a algo que te recuerda a una babosa con tentáculos de calamar que nacen de su espalda. Se volteó dejándote ver u rostro partido a la mitad , cubierto de un conjunto de protuberancias que recuerdan a hongos y que rodean una zona vulnerable roja. Ojos verdes y la ausencia de estos repartidos por todo su cuerpo de forma bizarra. A su espalda, cuenta con un par de alas cuasiesqueléticas.

Alfred se le acercó al igual que tú. Temblaste un poco por la imponente apariencia del ser por lo que tenías la Rakuyo en mano en caso de que ocurra algo. Ambos se acercaron hacia el ser pero éste no hacía nada lo que hizo que te confundieras.

- ¿Y ahora qué? - preguntaste.

- No lo sé, nunca había llegado tan lejos. - respondió Alfred.

Miraste al ser y lo tocaste con la Rakuyo pero no respondió por lo que decidiste tocarle un costado de su cuerpo con tus propias manos. Te quitaste el guante y pasaste tu mano por el cuerpo del ser, se sentía suave y algo viscoso. Dejaste de pasar tu mano y te volviste a poner el guante.

- Cazador inexperto, he esperado tu visita. - habló una hermosa voz femenina.

- ¿Quién dijo eso? - preguntó Alfred alarmado.

- Perdón por no presentarme antes, me llamo Ebrietas, soy lo que ustedes llaman un "Grande". Hablen y justifiquen su presencia aquí, en el Altar de la Desesperación.

- ¿Altar de la Desesperación? - preguntaste algo confuso.

- Si, aquí, se reza desesperadamente hasta que tú mayor anhelo se cumpla, yo ya he perdido la cuenta de los años que he estado rezando para que mi hijo vuelva.

- Oh, lamento tu pérdida. - habló Alfred bajando la cabeza.

Ebrietas bajó su cabeza para después levantarla y mirar a ambos.

- ¿Me acompañarán a rezar? - preguntó Ebrietas.

- No soy muy creyente y no me importa recuperar mi nombre. - respondiste.

- Con gusto lo haré. - agregó Alfred poniéndose de rodillas y empezar a rezar.

...

Amor Entre Cazadores (Lady María x Lector)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora