La lluvia es fuerte, ya saben, esas lluvias en las que no puedes correr porque te mojarás aún más.
Yo caminé bajo esta antes de que comience el torrencial por lo que no estoy empapado como la gente que corre ahora mismo, buscando un lugar donde poder aguardar hasta que pare.
No tengo apuro en llegar a ninguna parte. Si bien no me he mojado tanto... No correría con lo bonito que es sentir la naturaleza tocando tus manos.
Es realmente triste no disfrutar de esos pequeños momentos que nos da la vida para recordar que estamos vivos.
No acostumbro a fumar demasiado, solo lo hago en momentos claves, por ejemplo ahora, una noche fresca y con un torrencial imparable. Expulso el humo observando a la gente, buscando algo interesante por lo cual pensar en profundidad.
Veo movimiento por el rabillo del ojo y girando la cabeza, veo como un chico corre con rapidez, supongo, buscando algún techo donde esperar. Desvío la mirada al instante, ya que es lo que llevo viendo desde hace rato, pero a vuelvo mirar puesto que este se detuvo para poder descansar. Sus manos están posicionadas en sus rodillas, su pecho sube y baja con constancia, y su cabello largo cae por su rostro, llevando consigo una mochila.
«Si no quisiera mojarse correría por más de que esté cansado o usaría su bolso como paraguas».
Bingo. El destino siempre está a mi favor.
No termino el cigarro, lo apago contra la pared y sin pensarlo me dirijo a la calle de enfrente donde el chico aún no se ha movido. Llegando a estar frente a él.
— ¿Cansado? —le observo detenidamente. Puedo sentir como mi cabello empieza a mojarse, tal y como si me estuviera duchando. El castaño se endereza y me observa con cierta duda, no se acomoda el cabello.. Pareciera desganado en intentar hacer un esfuerzo más.
El sólo asiente, largando una risa cargada de aire... Exhausto.
— ¿Por que ríes? —le miro curioso y él vuelve su mirada a mi, dejando la risa de lado para simplemente sonreír. Una sonrisa que me provoca una extraña sensación en el estómago. Con su mano tira el cabello hacia atrás, descubriendo ambos lados de su cabeza rapados.
— Es preferible reír antes que llorar. —sus ojos de un color que no puedo describir, ya que la noche no me permite la suficiente luz como para saberlo, me observan de pies a cabeza y se concentran en mi rostro, analizándome.
— ¿Por qué llorarías? —mis preguntas son espontáneas y sus reacciones me permiten analizarlo mejor.
«debe ser un tipo ingenuo, no parece percatarse del contexto en el que estamos manteniendo esta charla».
— ¿Se... te ofrece algo? ¿Por qué esta repentina y muy extraña platica? —sonríe nuevamente, retrocediendo un poco.
Tal vez con nervios y cierto miedo.
— Oh, lo... lamento, suelo entablar platicas así con todo el mundo. —explico con un tono neutral para que sepa que estoy hablando en serio.
— Bueno...—frunce el ceño confundido y sacude su cabeza levemente— ...em, prefiero no mojarme más. —pasa a un lado de mi, alejándose sin apuro. Acción que llama poderosamente mi atención.
— No creo que te puedas secar, realmente es una lluvia fuerte. —volteo para mirarle, me intriga.
— Ojalá dejara de llover. —voltea su cabeza unos instantes, sonriendo nuevamente.