•Introducción•

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Lentamente se desliza por mi mejilla, tazando su recorrido hasta caer en forma de gota por alguna parte del suelo. Apenas puedo moverme, mi cuerpo está rígido, completamente destruido por dentro.

Mi reflejo en el espejo solo muestra el envase de lo que alguna vez derrochaba felicidad. Aquellos ojos marrones que brillaban ante la caricia de su mirada, ahora están opacos y apenas visibles; gracias a la hinchazón de sus párpados.

Neblina, eso es lo que veo cada que los mismos se despiertan. Pensando una vez más, lo hundida que estoy en lo profundo de la oscuridad.

A través de la ventana, aquellos rayos solares invaden el interior de mi habitación, dándole un aspecto cálido a tanta amargura. Sin embargo, la rabia se encamina dentro de mi, invadiendo cada parte de mi interior. Pero no puedo levantarme, a pesar de que mi mente lucha por cerrar aquellas cortinas.

Dejo que una de mis manos acaricie mi frío y pálido brazo, cerrando los ojos e imaginando que no soy yo, sino que es él. En un momento a otro, los dedos se detienen en la herida de mi antebrazo. Lejos de observarla para ver que tal está, continúo el recorrido, volviendo a pellizcar otra parte. Comenzó con uno, luego siguió con otro y continúa con un tercero, hasta reabrir la herida que poco a poco comenzaba a sanar.

Me rehúso a pensar que esta es mi nueva realidad. Queda demostrado en cara moretón que nace en mi piel luego de lesionarme, confirmando que es una pesadilla.

Pero a pesar de mi terquedad, muy en el fondo, sé que es verdad.

Y aún así, no estoy dispuesta a aceptarla.

Ahora que él no está.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora