Knowing eachother feels natural

Chapter 1

La historia de hoy se desarrolla en Mondstadt, en sus hermosos campos llanos y los bosques con olor a madera antigua. Aquellos lugares donde el cálido sol llega a tu piel, te ves rodeado de verde y hueles el delicado aroma a flores y pasto seco a tu alrededor.
Este hermoso día soleado, un joven aventurero desafortunado se atrevía a salir, con tan solo una mochila colgando de su espalda, su espada fiel y una tienda de campaña sencilla bajo el brazo, caminaba con tranquilidad dirigiéndose a la puerta principal de la ciudad. ¡Hoy era el día que estaba esperando!
Hace un par de noches había acordado con su compañero actual más recurrente de aventuras, Razor, a crear toda la experiencia de acampar. Su idea era compartir todo el conocimiento básico necesario, para que así el de cabello grisáceo pudiese estar más cómodo en la naturaleza, ya que en todas las oportunidad su propuesta de darle un hogar en la ciudad había fracasado rotundamente. El joven de ojos rubíes era obstinado y no había forma de que Bennett pudiese hacerle cambiar de opinión, pero bueno, tampoco lo culpaba, ya que en gran parte entendía y lograba empatizar con el contrario.
El pecho de Bennett se inflaba y latía con fuerza por la emoción que sentía al recordar lo que haría hoy. Ya han habido varias ocasiones en que se quedaba afuera de la ciudad para dormir junto a Razor y conocer como era que él había sobrevivido en la naturaleza por su cuenta y se sintió asombrado por todo lo que aprendió. La extraña cercanía y sinergia que el contrario tenía con la naturaleza y sus animales era algo que nunca había visto, la forma en que sus pasos eran tan silenciosos pero fuertes a la vez, y el aura y expresión que transmitía con cada sentimiento en cada ocasión; el sigilo, el estar alerta, la confianza con su manada.
Pero, a pesar de toda la belleza que encontró, logró notar ciertas cosas que de verdad necesitaba dejar en el pasado. El joven de vision Pyro tenía decidido hoy enseñarle la mayor cantidad de conocimiento posible para que su calidad de vida actual mejorase.
Puso un pie en el puente de adoquines y levantó la vista, logrando divisar a su amigo al otro lado. Sonrió con alegría y levanto la mano que tenía desocupada, haciéndole una seña. El otro cruzó vistas con él y se limitó a estirarse y lanzar un bostezo. Bennett no logró contener una risilla, Razor siempre estaba con pinta de haber dormido mal y le causaba un poco de gracia, siempre bostezando repetidamente durante el día y mostrando unas largas ojeras. Hoy por fin sería el día que lo ayudaría con eso.
Saludó a Timmy, casi llegando al otro lado, por suerte ahí mismo no estaban las palomas porque sino sería reprochado. – ¡Bennett! Tu amigo raro acaba de asustar a mis palomas recién, ¡creo que estaba intentando atrapar una! Lo voy a acusar con la superintendente Jean, ella misma vendrá a darle su merecido. –
"¡Lo siento mucho, Timmy!" Se limitó a decir sin detener su paso. ¿Por qué le tocaba a él recibir el reto de todas formas?
Frenó al estar frente a su amigo. – Razor, otra vez persiguiendo esas palomas. ¿No te he dicho que podemos cazar juntos garzas fuera de la ciudad? –
El peligris bajó la mirada, como un poco arrepentido pero no realmente. – Hambriento. Paloma cerca y fácil de cazar. Pero niño entrometerse. – Hizo una mueca intentando mostrar los dientes como molesto, pero la verdad no le salió completamente. Bennett no hizo más que lanzar un gran suspiro y caminar pasando a su lado, dirigiéndose al gran bosque susurrante.
– Da lo mismo, vámonos, tenemos mucho de qué hablar hoy. – Volvió a su sonrisa optimista. Razor sabía a lo que irían hoy, él mismo había aceptado este día de aprendizaje tras mucho insistir del contrario. Es cierto si que habían ciertas cosas que deseaba aprender, tal como hacer una carne tan deliciosa como hacía Bennett, como conseguir detener sangrados más rápido, o cómo poder tener tanta energía todas las mañanas. Ese era un gran misterio que inquietaba al joven que vivía en gran ignorancia de tantas cosas.
Razor alcanzó con pasos rápidos a su amigo y curioseó con la vista las cosas que el otro llevaba. – Qué ser eso. – Consultó mientras levantaba un brazo para apuntar en aquella cosa de tela y palos que llevaba.
– Ah, ¡es una carpa! Es de las más sencillas de armar y es suficientemente espaciosa para ambos asi que la traje, aquí dentro dormiremos. – El peligris levantó una ceja, ¿Dormir ahí? ¿Pero cómo?