Los años que el Rey Taemin más atesoraba, eran los que vivió junto a sus padres y hermanos, mucho antes de que tuviera que casarse, porque a pesar de que él no sería el sucesor al trono por ser un doncel, no le molestaba, quizás también se debía por la manera en la que fue criado y en las que su objetivo nunca fue ese, sino que se rigió a todas las reglas que le fueron impuestas.
Siempre supo que en el futuro tendría que casarse con el hijo de alguna familia prestigiosa, pero esa fue una preocupación que poco estaba en su mente, no cuando era tan sólo un niño y tenía a la Dama Kim corriendo preocupada detrás de él, a pesar de que él no era demasiado problemático, después de todo era el hermano mayor y debía de ser un ejemplo para los menores.
La mujer había estado a su lado desde su nacimiento y, pareció que al fin pudo tener un respiro cuando el Rey le había asignado un guardia personal, el hijo de un general que había servido por generaciones a la familia real, y quien desde pequeño estuvo entrenando para seguir los pasos de su padre.
Su nuevo guardia apenas y alcanzaba la edad de trece años cuando fue asignada esa tarea, cuidar al príncipe Taemin de ocho años y quien cuando quería era demasiado escurridizo, pero que al ser mucho más joven y ágil que la dama Kim, había logrado seguirle el paso, siempre mostrándose atento a su alrededor y cumpliendo con excelencia su trabajo, y en realidad no podía decir que era un gran esfuerzo seguir al príncipe, si éste luego de que cumplía con sus deberes solía escabullirse hacia los jardines y permanecía ahí por horas, o cuando ni siquiera podía salir de su alcoba debido a su delicada salud.
Con los años el príncipe también se volvió alguien mucho más tranquilo de lo que ya era, cumpliendo con sus deberes y enorgulleciendo al Rey, porque sabía que el futuro de su hijo no podía ser malo, con sus cualidades, tenía que conseguir un buen esposo y tener una vida tranquila, y aunque muchos otros príncipes ya se habían casado a una temprana edad, él no iba a obligarlo a hacerlo sino hasta que creyera el momento, y hasta que eso sucediera, le permitiría vivir bajo su protección.
Con la edad los intereses del príncipe fueron cambiando poco a poco y jugar ya no era tan importante como en el pasado, sin embargo, desarrolló otras aficiones como pasar horas en la biblioteca del palacio, y donde aprendió demasiadas cosas sobre sus propios antepasados que ningún maestro le enseñó. Así como también empezó a darse cuenta que la persona a su alrededor ya no era el adolescente que llegó a cuidarlo en un principio, sino que se había convertido en un hombre alto y fornido, que cada día parecía volverse más guapo.
El mismo hombre que veía enfrente de él, con su ceño fruncido mientras su mirada estaba en un mapa extendido sobre una mesa, a pesar de que su mano nunca fue soltada y las personas a su alrededor no dejaban de hablar de algo de lo que no sabía de qué se trataba porque no estaba poniendo atención, ya que no había podido apartar la mirada de aquel hombre vestido de negro, y de quién su tez era bronceada, sus ojos cafés y la línea de su mandíbula lo bastante definida y masculina, lo tuvo suspirando en el pasado y en ese momento tuvo que esforzarse por no hacerlo.
Si tuviera que marcar una diferencia entre el hombre del pasado y el actual, sería que sus peinados no eran iguales, cuando era su guardia personal, su cabello siempre fue todo recogido pulcramente para ir acorde con el palacio y su deber, mientras que ahora a pesar de ser largo, sólo la mitad de éste estaba recogido. Así como su ropa cambió de los uniformes del palacio de su padre a una túnica negra sencilla, y llevaba una piel del mismo color sobre su hombro derecho.
Sabía que no se trataba del mismo hombre que él conoció porque ese hombre estaba muerto, además de que no estaban en el mismo mundo, pero no podía hacer que su corazón se calmara y dejara de latir como si estuviera en una competencia de quién puede hacerlo más rápido.
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El esposo de un guerrero.
FanfictionLa primera vez que entró en el palacio y conoció al hombre que se convertiría en su esposo, quiso salir huyendo y, habían pasado años para que eso sucediera, para que pudiera huir con vida de ese lugar al que odiaba. Sin embargo, era como un pasado...