Capítulo 64: La mejor decisión.

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Amy POV.

Desperté un mañana, ni siquiera sé si es la siguiente al juicio o si dormí tanto que los días pasaron. Solo sé que por momentos olvidaba si era de día o de noche.

La puerta de la recámara se abrió y me sorprendí al encontrar mi mirada con la de Elián; vestía de negro como solía hacerlo siempre, casi parecía haber salido de alguna revista.

En sus manos traía una bandeja con un plato de sopa humeante y cubiertos.

–Estas despierta –exclamó esbozando una sonrisa de alivio.

Inhalé hondo aunque unos sollozos me cortaban el aire, sin embargo ya no estaba llorando, solo dolía.

Él me miraba y de algún modo sentía que todas mis emociones se podían liberar a su lado, volvía a ser frágil y eso me permitía expresar mi dolor. Para una bruja de sentimiento el poder sentir sus emociones a flor de piel era sin duda lo mejor y gracias a su presencia yo podía lograrlo.

Siempre me pregunte ¿Por qué él?

¿Por qué no puedo llegar a ese punto de liberación yo misma? Es decir, he logrado antes soltar mi ira y otras emociones negativas, pero solo con él puedo liberar aquellas que son débiles, que me hacen débil y a la vez me complementan. Esas emociones me hacen ser yo misma y sólo puedo ser esta Amy emocional cuando Elián está conmigo.

Extendí una mano hacia él.

–En verdad eres esa parte de mí –susurré.

Es como si él me complementará.
Me preguntó si yo también soy tan esencial para él.

–¿De qué parte hablas? –me preguntó confundido, claro, aunque hablé bajo él pudo oírlo.

Ni siquiera despegue la cara de la almohada, me quedé mirándolo embobada, creo sin duda que está más lindo de lo que recuerdo.

–Te traje algo para comer, ayer dormiste todo el día, supuse que ya tendrías hambre.

Estaba tan triste que ni siquiera pude decir algo nuevamente, aún cuando estoy contemplando algo tan bonito mi corazón sigue sintiéndose herido.

Elián dejo ir un suspiro, ingresó a la habitación y apoyó la bandeja de comida sobre la mesa de luz junto a mi cama. Se agachó a mi lado y tomó mi mano izquierda, que yacía sobre la almohada al lado de mi rostro, entre las suyas; su piel se sentía áspera pero cálida.

Amo el tacto de su piel, aunque no siempre es cálido sin duda es un momento valioso para mí.

–¿Quieres hablar de cómo te sientes?

Sentí que si decía si quiera una palabra volvería a llorar y estuve todo un día llorando, los ojos me dolían bastante al igual que mi pecho.

Negué apenas y él se acercó a darme un beso en la frente, su perfume me traía recuerdos de un bosque y me hacía sentir cómoda.

Quería ser abrazada por él y ocultarme entre sus ropas porque así de algún modo nada dolería.

–No fue tu culpa ¿Lo entiendes? –susurró mirándome de cerca, el color azul eléctrico de sus ojos era asombroso.

Quería asentir a sus palabras porque no deseaba que se preocupara más por mí, pero simplemente no pude, el recuerdo del juicio venía a mí y me impedía creer en sus palabras.

Me empezó a temblar el labio inferior y baje de inmediato la mirada.

–Oh... no –murmuró, me atrajo hacia él y finalmente me abrazó –No llores, por favor Caperucita, ya no llores.

Aiden.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora