Capítulo 26

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— Yo... Debería hablar de esto con Mikey también, es que quiero que entre él y yo esté todo bien. Ya sabes, ayer no parecía estar muy contento y... sólo quiero que entienda que quiero estar a tu lado — Contestó Gee luego de unos largos segundos de estar en silencio.

— Está bien, háblalo con él y luego me dices qué decides.

— Gracias, Frankie — Gerard se sonrojó levemente, por alguna razón cada vez que el tatuado le hablaba o miraba a los ojos, se sonrojaba.

— Ten, Gee. Esto es para ti y para mis niñas, compré algunos dulces que sé que te encantan — Comentó Frank, mostrándole la bolsa que traía en su mano tatuada, para luego dársela con una gran sonrisa.

— Ay Frankie, muchas gracias — Gerard se emocionó, le encantaba todo lo que sea dulce, pero su favorito siempre iba a ser el pastel de chocolate, el cual Frank le había traído entre tantas cosas — Me quieres engordar — Dijo con una sonrisa.

— No, bebito. Sólo quiero que te alimentes bien — Al terminar de decir aquello, no dudó en acercarse al pelinegro para posar sus labios sobre los de Gee, quien se quedó hipnotizado por ese maravilloso beso que el tatuado le estaba obsequiando. Sus besos lo hacían sentir millones de cosas hermosas, unas corrientes eléctricas recorrer su cuerpo entero, además de ese cosquilleo en sus labios que hacían que quiera besarlo hasta que el día se acabe. Sin duda alguna Frank era el amor de su vida, con él era con quien quería estar siempre — Te amo mucho — Susurró sobre sus labios, sonriéndole con ternura.

— Te amo más, Frankie — Luego de una larga despedida y con una promesa del tatuado de verse muy pronto, Gerard se adentró a su hogar porque estaba comenzando a hacer frío. Se sentó en el sofá de la sala de estar, comiendo de lo que Frank le había traído. Estaba muy preocupado por Mikey, ¿A dónde es que se había ido sin avisarle? Se sintió mal por la conversación que habían tenido anoche. Ahora comprendía por qué Mikey se puso tan mal cuando le informó de que se iría de su casa para ir con Frank, habían pasado años de aquello, pero ese recuerdo aún seguía intacto en su cabeza.

Gerard no había cambiado... él seguía siendo el mismo de siempre. Le dolió mucho que Mikey le haya dicho que cambió cuando Frank llegó a su vida, porque no había sido así. Frank llegó en un momento muy especial y hermoso, y además de enamorarlo, le hizo dar cuenta de lo que verdaderamente era el amor. Por eso dejó todo. Pero dejó a aquella personita que tanto había cuidado y amado... Su hermanito, su mejor amigo, su Mikey... El menor tenía razón en algo, lo había dejado sin siquiera dudarlo. Aunque Gee siempre pensó que su hermano lo entendía y apoyaba en cada decisión que él tomaba, pero por lo visto no era así, porque su partida le había afectado demasiado.

Escuchó la puerta principal cerrarse, así que dejó de comer y miró si era Mikey, claramente sí lo era, quien traía consigo una expresión seria en el rostro. El menor observó a su hermano unos largos segundos, no dijo nada, sólo lo miró y siguió su camino escaleras arriba, dejando al mayor muy triste. Sus cambios de actitud lo hacían sentir dolores en su pecho. No dudó en seguir a su hermanito, necesitaban hablar. Con algo de dificultad consiguió subir los escalones, hasta llegar a la habitación de Mikey. La puerta se encontraba abierta, así que pudo ver que el menor estaba sentado en su cama mirando el suelo, sin borrar esa expresión seria en su rostro. Sin siquiera pedir permiso alguno, el pelinegro se adentró a la habitación, para luego sentarse a un lado del rubio, quien en ningún momento lo miró.

— Perdón, Mikey.... Perdón por todo — Dijo Gee, sintiendo sus ojos humedecerse de a poco debido al dolor interno que hacía que quiera llorar por horas — Te hice mucho daño. Yo... Lo siento — Sollozó, sin poder aguantar más toda esta situación. Ahora el menor lo miró, observando al pelinegro llorar descontroladamente. Gerard estaba más sensible con su embarazo, sumando a esto la situación por la que estaba pasando— Perdón...

Love of my life •Frerard•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora