Capítulo 38

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[Ellinikí istoría.]

Artemis estaba extasiado a más no poder, incluso había hecho que sus abuelos gastaran un poco más de la energía cuando corrían tras de él por el jardín para que no se fuera de cabeza a la alberca dentro de la villa en Creta. La emoción de ver a sus madres luego de tres días y un cuarto que decidieron tomar como vacaciones extras pues dijeron que necesitaban un día más de romanticismo que el niño estaba completamente conforme de darles.

—¡Hoy llegan mis mamis! — Gritó emocionado, saltando en la cama de su abuela porque ya se había cansado de saltar en su habitación. — Y ellas se quedaron un día más porque están muy enamorada y querían estar tiempo solitas. — Por primera vez, María José veía con una ternura tremenda al niño cuando hablaba de sus madres, pues ella también tenía una certeza indiscutida de ese cariño que no se había extinguido. —¿Crees que me dirán que tendré un hermanito para jugar?

La mujer mayor casi se atoró con su propia saliva. — Cariño... — Lanzó un tanto dubitativa de como proseguir. — Yo... yo creo que no es tan fácil traerte un hermanito. — Después de todo ella conocía las rencillas que aún estaban presentes entre ambas muchachas, y, que a juzgar por lo apresurado de las cosas, seguían presionando bajo la superficie. — Además, acabas de encontrar a tu otra madre, quizás es bueno que solo la tengas para ti un tiempo.

El niño torció el gesto, eso tan reconocido como el de su morena madre. — ¿Cuánto tiempo se demora en hornearse un hermanito, abuela? — La inocencia del niño era encantadora, sino fuese porque estaba haciendo preguntas que realmente podían incomodar a un adulto. — ¿Crees que pueda elegir que sea niño?

—Cariño. — Llamó otra vez la mujer mayor, atorándose con su propia saliva mientras intentaba salir del paso. — Yo... es que... — María José reía con nerviosismo, buscando la mirada de su esposo para encontrar ayuda, pero solo encontró esa risa burlona al ver al amor de su vida en aprietos. — Artemis, ¿sabes que tu abuelo es experto en explicar esas cosas de los hermanitos? Él ha estudiado mucho esas cosas.

La cara de Daniel Afanador cambió en un par de segundos, siendo remplazada esa mueca jocosa por una de completo desconcierto y terror al tener que enfrentarse a eso de lo que su esposa había escapado hábilmente. Entonces miró a su nieto, ese niño amoroso que le miraba con los ojitos muy abiertos y con las mejillas manchadas de migajas de los pancakes del desayuno.

—¿Cuánto se demoran en ornearse los hermanitos? — Insistió tomando otro bocado. — Es que quiero saber si decirles a mis mamás pronto o esperar un poquito más.

—Los hermanitos. — Farfulló hombre. — Es un proceso complicado.

—Yo puedo entender. — Claramente, Artemis no se daría por vencido con tanta facilidad. —Soy un niño inteligente, tu mismo lo has dicho.

El sudor frío comenzaba a correr por el cuello de Daniel y la respiración comenzaba a ser un poco más errática, quizás un símbolo del paso de los años en su cuerpo, envidiando un poco la vitalidad del niño que le había puesto en aprietos. Sonrió como si estuviera a punto de enfrentarse a una crucifixión moderna frente a su familia.

Cuidadosamente aclaró su garganta. — Lo hermanitos se demoran un tiempo indefinido en mezclarse, 9 meses en hornearse dentro del vientre de tu mamá Nati y unas cuantas horas en sacarse de... de... tu madre.

—¿Y cómo se saca? —Preguntó. — Que yo sepa mi mamá no tiene un puerta como los hornitos. — La mirada inquisitiva del niño casi podría considerarse cómica, y la forma caricaturesca de poner sus dedos bajo el mentón para dejar en claro que estaba meditando. — Entonces no comprendo como puede salir un hermanito de ahí.

Mi Luna. - (Ventino) [Makia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora