La calma antes de la tormenta

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Tal y como dijo el chico, un mes después se volvieron a encontrar, el lugar fue en una montaña, este estaba lleno de árboles y césped y, aunque no estuviera a una distancia considerable de la ciudad, el aire que se podía respirar era puro, se podía escuchar el canto de los pájaros. Erick la estaba esperando en un lugar oculto, este llevaba unos pantalones grises y una camiseta negra de manga corta, y una pequeña chatea de color negra, la cual tenía la cremallera cerrada. La chica estaba perdida por el bosque, estaba desorientada, llevaba una sudadera de color blanca junto con unos pantalones, algo ajustados pero cómodos, del mismo color que la sudadera, le permitían tener una buena movilidad y su camiseta que, al igual que la sudadera y los pantalones es de color blanca, es de manga corta; pero tenía tanto la sudadera, como los pantalones rasgados, por la culpa de ramas y espinas que se encontró en el camino subiendo la montaña, el chico ya cansado de esperar, soltó un leve suspiro y se tumbó en el prado que se encontraba dentro de la montaña.

-¿Cuánto tiempo más piensa demorarse esta chica?-Cerró los ojos, mientras levantaba los brazos y flexionada los codos, dejando las manos bajo su cabeza, utilizando esta como su fuera una pequeña almohada.

Cristal ya estaba hiper-ventilando, estaba agotada, sedienta y hambrienta, llevaba una hora dando vueltas sin descanso por una montaña que no conocía en absoluto. Después de algunos minutos más, la chica encontró una cueva en la que decidió adentrase.

-Por fin encuentro un lugar seguro en el que puedo resguardarme.-Susurro la chica, sentándose en el suelo mientras apoyaba su espalda en la dura pared de rocas.

Después de que descansara durante algunos minutos, la chica alzó un poco la vista, percatándose de que al final de la cueva había una pequeña luz.

-¿Estará Erick ahí?-Pensó algo confundida, pues, ¿Por qué se escondería Erick en una cueva?

Camino hacia la luz que vio, prestando atención al camino por el que iba porque si se tropezaba y se caía, podría llegar a cortarse o dislocarse un tobillo con algunas de las piedras que se encontraban en la cueva, al pasar la cueva, sin problema alguno llegó a un prado, en el cual vió al chico tumbado, era un lugar extraño, se podía observar la paz en cualquier rincón de este sitio, que estaba situado dentro de una de las muchas montañas que rodeaban la ciudad, se podía respirar la tranquilidad. Cristal se acercó de forma lenta a Erick, tratando de no hacer mucho ruido para no despertarlo en el caso de que estuviese durmiendo, se sentó junto a él y en un completo silencio, se dedicó a mirar la cara de su contrario, con una leve sonrisa. Después de unos segundos negó con la cabeza para después mirar alrededor ya que pensaba que era raro que hubiera un prado dentro de una montaña.

-¿Cómo es posible que algo así exista?-Pensó la chica, bastante confusa.-Bueno, no importa, es hora de hacer que Erick abra los ojos.-Volvió a pensar, para después dejar la mano justo frente a la cabeza de el chico, flexionó los dedos para poder golpear la frente de el mismo, causándole algo de daño.

-¡Auch!-El chico soltó un pequeño quejido al notar el golpe y se levantó algo asustado de que alguien que no fuera él encontrase ese lugar, así que rápidamente se sentó y salto hacia un lado para posteriormente observar que quién le dio el golpe era la chica.-Oh, tan solo eres tú, Cristal, pensaba que había alguien más que encontró este lugar.-Mencionó el chico, su voz parecía calmada aunque se hubiera asustado segundos antes.

La chica se rió, le pareció gracioso todo lo que acababa de suceder, Erick miro a Cristal, con una expresión algo confusa.

-¿De. . . De que te ríes?-Preguntó el chico mientras inclinaba la cabeza hacia un lado.

-Es que, te habías asustado.-Le contesto Cristal, sin poder dejar de reír.

-Ya, ya. Para de reír, y te recuerdo que tenemos que conseguir comida, agua y tal vez algún arma, para poder defendernos.

La chica al instante en el que escuchó estás palabras, dejo de reírse. Erick se sentó en el césped.

-Bien, comencemos. Primero que nada, como ya dije necesitamos comida, pero tiene que ser comida enlatada, así nos podrá durar más.

-Hmm. . . Además también necesitamos agua, ¡Yo me encargaré de la comida! No hay problema, ¿O si?-Cristal hizo la última pregunta con curiosidad, tal vez el chico tendría alergia a algún tipo de comida.

El chico se volvió a tumbar en el césped, mirando el "techo" de piedra que había, el cual estaba a metros y metros de altura, pero apesar de que no hubiera columnas sujetándolo, sabía que en ningún momento se iba a desmoronar aquel lugar.

-Sí, claro. Está bien, tú te encargaras de la comida y yo del agua, el mayor problema serán las armas, ¿Conoces a alguien al que podamos comprar armas o algo parecido?

"¿Armas? Además, ¿Cómo puede decirlo tan tranquilo? Pareciese como si estuviera hablando de ropa o algo pero, de lo que estaba hablando era de armas, con las que podía matar personas, ¿Y lo decía tan tranquilo? ¿Ha matado ya a alguien?"

Fueron los pensamientos de la chica después de escuchar a Erick.

-Pues. . . Lo siento, no conozco a nadie a quien le podamos comprar armas.

-Está bien, supongo que tendré que ir a alguna armería para poder comprar algo para defendernos-Contestó el chico casi de inmediato, mientras miraba a su contraria directamente a los ojos.

Cristal desvío la mirada en el momento en el que se encontraron, puesto que había hecho que se pusiera nerviosa, la mirada de él le daba miedo. La chica se levantó para después caminar hacia la cueva en la que se encontraba la salida.

-¿No piensas comenzar ya, Erick?-Preguntó la chica.

-No, aún tenemos algo de tiempo así que prefiero aprovecharlo y descansar en este lugar, después comenzaré a moverme yo también, por el momento adelántate tú, pero ten cuidado.

"¿Cuidado? ¿De qué o de quién? ¿Por qué?"

De nuevo se formaron algunas dudas en la cabeza de la chica, pero esta vez no les dió importancia alguna a estas, se adentro en la cueva, recorriendo de nuevo el mismo camino. Después de algunas horas llegó a la ciudad en la que fue a un supermercado.

-¿Cuánto se supone que tarde todo esto en desaparecer?-Pensó la chica, mientras que dejó un pequeño suspiro salir por su boca.

Minutos después vió a todo el mundo en los pasillos discutiendo en el super-mercado. Ahí es cuando la chico observó que todo el mundo está lleno de violencia, que no solo el mundo lucha por el poder e incrementar su orgullo, sino que también peleaban por el mínimo interés que tenían en algo si había más gente que tenía esos intereses, la chica compró bastantes latas de comida(30 latas de lentejas, 30 latas de arveja, 30 latas de garbanzos, 14 latas de porotos y 10 latas de choclos). Después de tomar todo eso se dirigió a la caja, sitio en el cual pago cada una de las latas, después las metió en una bolsa y se fue caminando lentamente hacia su casa. La casa estaba situada en un barrio pobre, la mayoría de las casas estaban descoloridas por el pasar del tiempo, había muchos vagabundos tirados en el suelo, apoyados en este sobre cajas rotas de cartón y la ropa prácticamente rota, la chica entro a su casa y cerró la puerta con llave para después guardar las latas en un pequeño armario de comida el cual está tenía escondido en una pequeña parte de la casa. Después de ello, subió a su habitación para desvestirse, colocarse el pijama y dejarse caer sobre la cama, relajando todo el cuerpo mientras cerraba los ojos, durmiéndose lentamente.

El comienzo del fin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora