Por los siglos de los siglos

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(La canción es para que lloréis hahan't)

El amor no existe, no hay nada como eso. Por tanto no hay tristeza.

Todo sucedió durante una cálida noche de Julio, me encontraba en medio de un campo de flores. La brisa veraniega causaba que mis cabellos danzaran sutilmente. Mi mirada se fijó en una figura alta y delgada que se acercaba a mí con tranquilidad. Entrecerré mis ojos intentando distinguir a la persona que caminaba hacia mi dirección, sin embargo, hasta que esta no se encontraba a diez pasos de distancia, no la reconocí.

— Ryo... —susurré sorprendido al reconocer el rostro del chico alto y de cabello platino que se encontraba frente a mí. Sus ojos azules como el zafiro hacían que todo mi cuerpo se estremeciera.

— Dije que siempre te encontraría —respondió él con una amplia sonrisa dibujada en sus rojizos labios. Posó una de sus manos sobre mi mejilla derecha, estaba fría. Apegó su frente a la mía y suspiró—. Ahora podremos estar los dos juntos para siempre —agregó.

— Tienes razón, ahora podremos estar juntos para siempre —respondí tomando su mano y empezando a caminar hacia el pequeño monte que se encontraba a pocos metros de distancia de nosotros.

Caminamos cogidos de la mano hasta que llegamos al pie del monte, empezamos a subir por un camino de piedra el cual parecía haber sido construido para nosotros. Cada pocos pasos, giraba mi rostro para contemplar el perfil de Ryo. Su nariz pequeña y redonda acompañada por unos pómulos perfectos. Su sonrisa ya no estaba, ahora sus labios se torcían en una mueca seria y sus rubias cejas estaban levemente fruncidas junto al ceño.

— Queda poco, tenemos que llegar lo antes posible a la cima —declaró Ryo aumentando la velocidad de su caminar.

— Si no nos da tiempo, podremos estar juntos igualmente —respondí con una dulce sonrisa en mi rostro.

Vi como Ryo negaba con su cabeza y tiraba de mi brazo indicándome que tenía que acelerar mis pasos.

— No puedo dejar que acabes como todos los demás... Tú no puedes acabar como ellos, Akira —giró su rostro y me miró con una expresión de tristeza en su rostro—. No puedo dejar que todo acabe así, no de nuevo. He seguido todo como las anteriores veces, pero siento que esta vez puedo cambiarlo.

Me quedé en silencio y seguí caminando junto a él por el camino de piedra.

Ya nos encontrábamos a la mitad del camino cuando vi como los árboles de nuestro alrededor empezaban a secarse y, por ende, morían. El cielo ya no era azul, ahora se encontraba teñido por un rojo carmesí que me recordaba a mis amigos y familiares.

— Ryo, si no lo consigo, siempre puedes intentarlo de nuevo.

Se negó a escucharme. Siguió caminando decidido mientras me arrastraba. Sentía que mi pecho se encogía y en ocasiones el oxígeno no llegaba completamente a mis pulmones. Pero no podía parar, tenía que ayudar a Ryo. Sabía que no lo conseguiría pero en el fondo de mi corazón, tenía la esperanza de que al fin podría vivir junto a él durante toda la eternidad.

Quedaba menos de medio camino y giré mi rostro de nuevo para observar a Ryo. Sus ojos brillaban esperanzados, pero él no veía lo que yo sí: ya no había árboles y las flores que hubo en algún momento en el campo, se habían marchitado completamente dejando a la vista los cadáveres de todos mis seres queridos. Mi corazón se encogió al ver a mi familia y mis amigos más cercanos, ellos no merecían eso pero era el destino. Si el bucle no existiera, la Tierra no hubiera caído en tal desgracia. El tan solo saber que el ser que se encontraba a mi lado había provocado lo que me hacía sentir casi completamente vacío, me destrozaba. Sentimientos contradictorios se apoderaban de mí. No podía perdonarlo pero a la vez lo amaba con toda mi alma, mi corazón se alteraba al ver como sonreía al notar que estábamos cerca de llegar a la cima del monte.

Por los siglos de los siglos - RyokiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora